MÉXICO, D.F. (Proceso).- Tendientes a la simplificación, por necesidades técnicas, para compendiar el sentido de un suceso, o por rutina perezosa, los medios llamaron michoacanazo a la célebre redada del 26 de mayo de 2009. Autoridades federales arrestaron entonces y en días siguientes a 35 alcaldes y funcionarios estatales y municipales de Michoacán.
Les imputaron conexiones con bandas del narcotráfico. La acusación era endeble y no pudo ser sustentada por la Suprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, entonces a cargo de la ahora procuradora general de la República. Uno a uno los indiciados salieron de la cárcel, no sin perder meses y aun años de su vida en el afán, que les era ajeno, por el control político de la entidad.
Hoy está en curso otro michoacanazo, si por ello se entiende una indebida presencia del poder federal en los asuntos políticos locales. El presidente Calderón viajó a su estado natal el jueves 4 de agosto, a inaugurar obras. Las ceremonias respectivas, siempre rituales, hubieran podido esperar, si la sensatez las hubiera aplazado. Pero se trataba de hacer ostensible el apoyo de Calderón a su hermana mayor, ungida candidata del PAN a la gubernatura del estado apenas cuatro días antes, el domingo 31 de julio.
A pesar de que en la gestación y el desarrollo inicial del PAN sobresalieron michoacanos ilustres, y de que en su territorio obtuvo ese partido su primera alcaldía y una de sus primeras diputaciones federales, mientras el cardenismo fue priista no hubo oposición real al predominio del partido entonces gubernamental. Su dominio era incontrastable. Mas cuando la herencia del expropiador del petróleo exigió desvincularse de una organización cada vez más contraria a los postulados del gran presidente, la contienda electoral se polarizó entre el PRD (uno de cuyos gérmenes, la Corriente Democrática del PRI, surgió precisamente allí) y el PRI. El PAN quedó convertido en partido testimonial. Y aunque cuando aspiró a la gubernatura hace 15 años Felipe Calderón incrementó la votación blanquiazul, apenas figuró en la disputa real por el gobierno del estado. Es posible que a sus ojos se haya generado un adeudo que ahora se quiere saldar.
Al comenzar este sexenio, Luisa María Calderón se refugió en Morelia, en apariencia para no estorbar el desempeño presidencial de su hermano. En realidad comenzó desde entonces a fraguar su proyecto político: ser la primera panista, la primera mujer que gobierne la tierra de sus mayores. Se adentró en la vida partidaria, como secretaria de Elecciones del Comité Estatal, y se hizo presente en cuanta actividad realizaban los colaboradores cercanos de su hermano (no pocos de ellos michoacanos, como Germán Martínez, Rafael Elvira, Salvador Vega y el líder panista César Nava), con lo que eso significaba para dilatar su presencia en el estado. Resguardada además por miembros del Estado Mayor Presidencial, desde siempre se supo o se supuso que era una suerte de delegada de su hermano en la entidad donde él nació.
Por eso no fue bien vista, y hasta se consideró un pecado de lesa majestad el que el senador Marko Cortés aspirara a la candidatura panista. Finalmente ésta se resolvió, como estaba previsto, a favor de la exdiputada y exsenadora, modo de identificarla para subrayar que ha tenido su propia carrera pero que en este tramo ha sido impulsada por la condición en que se halla su hermano menor.
Al día siguiente de su postulación por el PAN, la flamante candidata estableció una alianza con el Panal, con cuya propietaria su hermano se alió también desde que fue precandidato presidencial. Ese vínculo se anudó fuertemente en compensación con los servicios prestados por Elba Esther Gordillo a Felipe Calderón. Si el lazo se hubiera mantenido en los términos originales, nada tendría de extraño que el PAN y el Panal marcharan juntos en Michoacán. Pero en algunas franjas de su alianza los intereses de Calderón y de Gordillo han entrado en conflicto y derivado en una agria disputa, agravada por la posibilidad de que en 2012 el voluble partido de la dirigente magisterial se una al PRI, el mismo PRI del que fue excluida en 2006 y con cuya dirección de entonces riñó escandalosamente. Considerando que el Panal contribuyó a la victoria formal de Calderón canalizando en su provecho más de 1 millón de votos que debieron ser para su propio candidato, es de suponerse el temor de que, en coalición franca, ahora el partido y el sindicato de Gordillo refuercen las amplias posibilidades del tricolor para retornar a Los Pinos.
Gordillo erró al revelar su pacto con Calderón, porque con ello perdió presencia en el ISSTE, cuya dirección le había sido entregada. El episodio en que intercambió invectivas con su antiguo protegido Miguel Ángel Yunes fue adverso a la profesora porque no combatió sólo con el político veracruzano, sino con Calderón mismo. De allí que, en ánimo de no romper enteramente su alianza, Gordillo buscara un intersticio por donde colar un guiño al presidente.
A diferencia de otras entidades, donde el magisterio es mayoritariamente miembro del Panal, pues a los maestros su presidenta vitalicia los convenció de que tienen su propio partido y no dependen ya del juego de posiciones internas en el PRI, como ocurrió tradicionalmente, en Michoacán la corriente que acata a Gordillo dentro de la Sección 18 no controla el mando seccional. Pero su contribución a un eventual triunfo de la hermana mayor del presidente le deberá ser agradecida primero con posiciones para la contienda electoral, acaso después en el gobierno también, y todo ello supondrá un leve restañamiento de las raspaduras dejadas por el enfrentamiento entre aliados o cómplices.
La elección del 13 de noviembre será por primera vez en esa entidad muy competida por tres partidos que tienen semejantes posibilidades de ganar, aunque desde ahora puede decirse que son menores las del PRD de mantener la gubernatura. En cambio, el PRI podría quedar en aptitud de recuperar el gobierno que perdió hace 10 años. De todas suertes, en enfrentamientos donde la diferencia entre el número de votos de quien gane y quienes pierdan puede ser minúscula, la aportación del voto panalista puede ser crucial.
Falta conocer cuál será la posición de Los Caballeros Templarios, de los restos de La Familia Michoacana y la de otros grupos que sin la luz encima forman parte del crimen organizado en esa entidad. Alguna de esas bandas hizo notar, privando de su libertad a nueve encuestadores y dejándolos ir pocos días después, que controla la región –Apatzingán y sus inmediaciones– y que no hay autoridad capaz de seguirle los pasos e impedir que infrinja la ley. Y si el levantamiento de encuestas es parte del proceso electoral, ese grupo tiene también algo que decir en ese mismo proceso, quizás al punto de estorbarlo al menos o de pretender modelarlo todo o en partes…
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