domingo, diciembre 12, 2010

María Teresa Jardí : O muere el capitalismo o muere el planeta

O muere el capitalismo o muere el planeta
Por María Teresa Jardí
 

Lo ha dicho Evo Morales, que además es algo que cualquier ser pensante lo sabe con sólo tener dos dedos de materia gris en la cabeza, con relación a que o muere el capitalismo o se asesina, digo yo, al planeta. Es correcto el señalamiento, que nada tiene que ver con el desgarre de vestiduras del usurpador mexicano ahora convertido en “verde ecologista” por mandato seguramente del imperio yanqui promotor y responsable de todas las desgracias de la Tierra, por ahora, y si la humanidad que sufre su avasallamiento brutal no lo detiene, terminará con el derecho a la información y acabará con los mensajeros que se atrevan a compartirla.
O muere el capitalismo o muere el planeta. O acabamos con el capitalismo o el capitalismo acaba con la Tierra y al no combatirlo nos convertimos en cómplices de nuestra propia condena a desaparecer del planeta de la forma horrenda que se aplica ya en algunas naciones. En Guatemala inoculando antes la gonorrea. En Haití hoy el cólera. En Africa el VIH/ Sida.
En México con la limpia de pobres que se ubican en los estratos más bajos. Y, claro, llegados a este punto y al haber permitido la humanidad todo al imperio yanqui, las dificultades que hoy los hombres y mujeres comunes y corrientes enfrentamos son inmensas.
Todo está programado para desaparecer a millones, contra los que el capitalismo realiza una limpia, de muchas maneras, igual se está asesinando en los hospitales públicos a los pobres a base de convertirlos en centros de carencias, que se fusila y ejecuta, que se tiran bombas y ponen minas que luego se olvidan en lugares estratégicos para estallar cuando los pobres las pisen, que se mata de hambre o se encierra a los pobres en la cárcel a que se pudran, las más de las veces sin sentencia ni razón alguna. Mientras las mafias apoderadas del mundo viven en bunkers y se van haciendo incluso colonias de donde se expulsa a los que nada tienen con la fuerza que el poder les da a los vasallos que gobiernan como acaba de suceder en Brasil, porque de cara a la sede de la Olimpiada ganada por ese país, en Río recordarían los habitantes de la favelas que en todo lugar existe la marginación debida a la miseria de muchos a costa de la riqueza de unos cuantos mafiosos, esos sí, que de todo gozan, compartiendo las migajas con unos cuantos estratos necesarios a los que tiran las limosnas porque los necesitan como sirvientes.
Pero esto tiene un costo incluso en países tan profundamente deseducados como el nuestro es hoy o, peor aún, educados por los chespiritos televisivos y la Paty Chapoy. Y entonces se estratifican las clases sociales a manera de poder mantener las mafias el control del poder. A los de hasta abajo se les asesina. Nada mejor que acabar con las madres destinadas a parir pobres cuando se quiere acabar con unos cuantos millones de éstos. Y a la par los indígenas y los molestos trabajadores y los jóvenes que ya habían nacido y siempre aprovechando para acabar con los contestatarios que, de a poco, van entendiendo antes que los otros de qué va la cosa y quién es y dónde está el enemigo.

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