jueves, diciembre 09, 2010

Jaime Ornelas Delgado : “El Gran Hermano te vigila”

TENDAJÓN MIXTO
“El Gran Hermano te vigila”
Jaime Ornelas Delgado


En 1948 el escritor nacido en la India Arthur Blair, mejor conocido por su seudónimo George Orwell, entregó para su publicación una novela con el nombre original de El último hombre en Europa, que los editores, con la pretensión de darle un título más comercial, cambiaron por el que hoy todos la conocemos invirtiendo los dos últimos dígitos del año de edición, para quedar finalmente en 1984.

La novela transcurre en una Oceanía futura, dominada por “el Partido”, cuyos miembros pertenecen a una clase privilegiada e intocable. En Oceanía, la advertencia “el Gran Hermano te vigila” se encontraba por doquier para recordarle a todos sus habitantes que su vida está asegurada hasta en los más mínimos detalles, siempre y cuando acaten las reglas y mantengan el orden establecido.

En esa sociedad imaginada por Orwell e inspirada en los estados fascistas y en el estalinismo soviético, se mantiene a la gente en la ignorancia y se le hace creer que es libre, cuando en realidad vive en una esclavitud constantemente vigilada por el líder máximo, el Gran Hermano, que no es sino una entidad que por medio de cámaras distribuidas por doquier, vigila a todos en este mundo adormilado, que se encuentra bajo la disciplina del pensamiento único. El Gran Hermano, para mantener el control social, se auxilia con la “policía del pensamiento”, institución encargada “de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas”. En esa sociedad, la única realidad es la fabricada por el Gran Hermano, el guardián de las instituciones y el orden, cuyo poder omnímodo lo ha convertido en un mito, al grado de que incluso se duda de su existencia como persona.

La censura existe en Oceanía como un mal necesario, cuyo objetivo es permitir a todo el mundo ser feliz y productivo, y es tan efectiva que inclusive aquellos encargados de transformar la historia y las noticias del día, así como de difundirlas, terminan por convencerse de que la realidad es lo que entregan en sus informes y no lo que originalmente recibieron y reconstruyen para el consumo de las masas. Los hombres creen libres y felices, cuando en realidad están actuando como les indica la élite gobernante mediante los medios masivos de comunicación.

Hoy, por los WikiLeaks, tenemos la certeza de vivir en un mundo donde todos somos o podemos ser vigilados en todo tiempo y lugar; donde la diplomacia es espionaje al servicio del Gran Hermano para mantener su hegemonía, controlando nuestros intereses y destrozando nuestras aspiraciones, que han sido parte esencial de nuestro espíritu. Al parecer el derecho a pensar y a juzgar a los demás, es exclusivo de un núcleo de poder equivalente a un ser supremo que, como tal, es omnipresente, omnisciente y omnipotente.

Pero si el mundo nuestro es vigilado por el Gran Hermano, en México, además, TV Azteca y Televisa nos manipulan de manera permanente, y con programas como el Teletón lo hacen para que podamos sentirnos bondadosos y solidarios. En todo caso, se trata de hacernos creer que la limosna es el camino de la felicidad y la tranquilidad de conciencia. Por supuesto, ellos dicen que no manipulan nada, ni los sentimientos ni las voluntades, que sólo cumplen con su deber y que nosotros debemos mostrarles nuestro agradecimiento por darnos la oportunidad de cumplir con un deber que de otra manera no se cumpliría jamás.

Nadie mejor para expresar esta forma sutil, pero efectiva, de manipulación masiva, que José Emilio Pacheco, quien en su poema El domador escribe: El domador dice que no: / él no tortura a las bestias. / Su método infalible es la persuasión, / su recompensa el cariño. / El domador se muestra como un tirano benévolo. / Con mano ya perlada por la vejez, / acaricia indolente unos cachorros. / Es el espíritu del orden. / Cada cual tiene su lugar / bajo esta carpa y en las jaulas de afuera. / “Sólo trabajo para el placer de mi público; / y lucho por el bien de mis animales. / Sin la misericordia de este Circo / ya los habrían cazado. Serían tal vez / pieles de lujo en un aparador / o simples organismos de sufrimiento / en los laboratorios del infierno / “En mi Circo no existe ley de la selva. / Viven en paz. Se encuentra protegidos / por mi benevolencia, a veces exigente. / No podría ser de otra manera. / “Ahora observen la cara de mis bestias. /Sólo les falta hablar; si pudieran hacerlo / entonarían a coro mi alabanza. / “Con gusto posaré para sus fotos. / Me encanta retratarme con las panteras, / ver como tiembla el tigre cuando empuño mi látigo. / “¿Pueden negarlo? El Circo es el Estado perfecto” / Cuando él termina de hablar/el silencio no colma el Circo; / se oyen protestas entre rejas.

No hay comentarios.: