viernes, octubre 07, 2011
Estrategia de terror : Jorge Canto Alcocer
Estrategia de terror
Jorge Canto Alcocer
El olfato político de Humberto Moreira no mintió: Andrés Manuel López Obrador es de nuevo el rival a vencer en la contienda electoral de 2012. Al advertirlo públicamente, el presidente priísta dio el banderazo a una campaña que, desde las trincheras de la política tradicional y los no escasos cotos de poder que tiene el otrora “partido invencible”, se llevará a cabo contra el candidato del pueblo y líder del movimiento popular.
Por otro lado, la empecinada construcción del movimiento de resistencia emprendida por Andrés Manuel y muchos de los mejores hombres y mujeres de México hace ya cinco años, convirtiendo la tristeza, frustración e ira provocadas por el fraude electoral en una esperanzadora apuesta por la verdadera transformación, rinde un fruto productivo, amplio y trascendente. Más de cuatro millones de mexicanos nos hemos sumado a dicho proyecto, lo que representa indudablemente una formidable fuerza social, que se convertirá en millones de votos en la jornada de julio del próximo año.
Ante este escenario, la derecha reaccionaria, enquistada en el poder desde el 2000, ha quedado aislada, minimizada, reducida a la insignificante expresión que históricamente ha ocupado desde nuestro nacimiento como país. Sin un solo candidato de arrastre, enlodada por el descomunal fracaso de sus dos sexenios en Los Pinos, las posibilidades electorales de los fascistas se empequeñecen día con día, y se va delineando una única estrategia para retener el poder: la cosecha del terror.
La militarización y la criminalización del país, que vivimos de manera creciente desde el día en que se consumó el fraude y se impuso al espurio Calderón en la presidencia, tienen varios objetivos, pero en lo político-electoral pretenden crear un clima de miedo, de parálisis, de paranoia, en el que los ciudadanos vislumbren la dictadura fascista como única posibilidad de vida.
Los actos de los criminales son cada vez más espeluznantes, la presencia militar y policiaca cada vez más cotidiana, las violaciones constantes a los derechos humanos y las impunes invasiones a la vida privada de las personas son un mal que ya se observa como necesario. Ante esta coyuntura, amplísimos sectores sociales, especialmente en las grandes concentraciones urbanas, pierden de vista las verdaderas profundidades de los grandes problemas nacionales, y claman por una mayor violencia contra los delincuentes callejeros, sin considerar que el mayor acto delincuencial procede de la oligarquía y de su gobierno, que han cancelado las oportunidades de preparación y realización de la enorme mayoría de los mexicanos, particularmente de millones de jóvenes menores de 30 años.
Paradójicamente, el fracaso de la estúpida “guerra” de Calderón es lo que les brinda mayores armas a los reaccionarios, al darles el pretexto para exigir una mayor represión, con el troglodita argumento de que a la violencia sólo se le puede combatir con más violencia. En este sentido, no nos extrañe que en las próximas semanas veamos, a la par que algunas capturas espectaculares y ampliamente festinadas en lo mediático, golpes aún más violentos e inclementes de parte de los grupos criminales contra la población. A mayor violencia, mayor miedo; y a mayor miedo, mayor apoyo a los políticos que le apuestan a la violencia, es decir, a la reacción.
La derecha ha usado esa estrategia de manera frecuente en anteriores coyunturas: así combatieron al liberalismo juarista de 1857 a 1866; así enfrentaron a la Revolución Maderista durante la decena trágica, en 1913; así lograron matizar el empuje de las reformas nacionalistas de Lázaro Cárdenas en 1939-1940; así envenenaron al régimen postrevolucionario e impulsaron la represión de 1968 y la guerra sucia de los sesenta y setenta; así lograron incrementar su votación y facilitaron el fraude en 2006.
El PRI, anclado como siempre entre sus compromisos políticos y sus alianzas oligárquicas, está confrontando al movimiento popular en los terrenos de las ideas y la política real; la derecha reaccionaria, en cambio, le apuesta al caos, a la debacle, a la pulverización de México como un medio para mantenerse en el poder y continuar saciando sus ambiciones económicas y sus enfermizas inmoralidades. Sembrando el terror piensan cosechar el poder. No lo permitamos.
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