Los sobresaltos de Calderón
Virginia González Melgarejo
Es terrible lo que sucede en México con los jóvenes. En el ultimo informe de la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económicos (OCDE) se reveló que en nuestro país hay más de 19 millones de jóvenes en edad escolar que simplemente no tienen acceso a la educación; es decir, hay millones de chicos cuyas edades van desde preescolar hasta universidad que deberían estar inscritos en alguna institución recibiendo educación y no es así. La existencia de 19 millones de mexicanas y mexicanos desatendidos por el sistema educativo nacional de ninguna manera es un asunto menor. Y no sólo eso, el informe incluye a los llamados ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, los cuales ascienden a más de seis millones de jóvenes a quienes el neoliberalismo les ha quitado la esperanza.
Pero detrás de las cifras está el drama. No acabamos de salir del azoro por la ejecución de 14 jóvenes en Ciudad Juárez cuando nos enteramos que las matanzas de adolescentes continuaban en el país con la lamentable e indignante muerte de 13 jóvenes en un centro de rehabilitación en Tijuana, seguida por el acribillamiento de 15 jóvenes más en un servicio de lavado de autos en Tepic y luego otros seis en el Distrito Federal, más otros dos en Jalisco y pareciera no tener fin la lista. Lo desesperante: más de medio centenar de vidas de jóvenes segadas en menos de dos semanas en el país. Y Calderón haciendo discursos de fuga, banalizando la situación
Virginia González Melgarejo
Es terrible lo que sucede en México con los jóvenes. En el ultimo informe de la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económicos (OCDE) se reveló que en nuestro país hay más de 19 millones de jóvenes en edad escolar que simplemente no tienen acceso a la educación; es decir, hay millones de chicos cuyas edades van desde preescolar hasta universidad que deberían estar inscritos en alguna institución recibiendo educación y no es así. La existencia de 19 millones de mexicanas y mexicanos desatendidos por el sistema educativo nacional de ninguna manera es un asunto menor. Y no sólo eso, el informe incluye a los llamados ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, los cuales ascienden a más de seis millones de jóvenes a quienes el neoliberalismo les ha quitado la esperanza.
Pero detrás de las cifras está el drama. No acabamos de salir del azoro por la ejecución de 14 jóvenes en Ciudad Juárez cuando nos enteramos que las matanzas de adolescentes continuaban en el país con la lamentable e indignante muerte de 13 jóvenes en un centro de rehabilitación en Tijuana, seguida por el acribillamiento de 15 jóvenes más en un servicio de lavado de autos en Tepic y luego otros seis en el Distrito Federal, más otros dos en Jalisco y pareciera no tener fin la lista. Lo desesperante: más de medio centenar de vidas de jóvenes segadas en menos de dos semanas en el país. Y Calderón haciendo discursos de fuga, banalizando la situación
Lo que esta pasando es inconcebible, y la respuesta del gobierno federal es aun peor. A estas alturas decir que la estrategia contra el crimen organizado es la correcta y que debemos acostumbrarnos estos “sobresaltos”, pues continuarán, es sobrecogedor. Cómo entender que el señor Calderón, al referirse a la muerte de jóvenes, lo haga diciendo que es un sobresalto; esa expresión, sin embargo, revela la insensibilidad con la cual Calderón ve a estos “pobres jóvenes”, como los llamó, sin asumir la responsabilidad de brindarles un mejor futuro reduciendo los recursos destinados a su absurda, inútil y costosa guerra, sino atendiendo con mayor presupuesto las necesidades educativas para que no haya ni un solo mexicano en edad de estudiar fuera de las aulas.
A la sociedad las matanzas de jóvenes no le producen “sobresaltos”, sino indignación, dolor y horror, y no debemos aceptarlas como algo inevitable ni acostumbrarnos a esa despreciable normalidad que nos pretende imponer Calderón. Lo que sucede es imperdonable, la prioridad de cualquier país deberían ser sus niños y jóvenes, y con profunda pena vemos que esto en México no es así. Nuestros jóvenes, que son el presente de la nación, merecen mucho más que estos brumosos “sobresaltos” y el abandono y desprecio con los que se les trata desde el poder.
¿Y la clase política? Bien, gracias, guardando un silencio cómplice. Pareciera que no le importara lo que pasa y su desdén se muestra en la distribución del presupuesto escatimando, cada vez más, los recursos para gasto social y educativo. Por eso bien dice López Obrador, al pueblo sólo lo salvará el pueblo.
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