jueves, noviembre 11, 2010

Jaime Ornelas Delgado : Es tiempo de cambios

TENDAJÓN MIXTO
Es tiempo de cambios
Jaime Ornelas Delgado


Dada la estrategia militar seguida por el gobierno de Felipe Calderón, el gasto público destinado a fortalecer la capacidad de fuego y la movilidad de las fuerzas armadas se ha incrementado inmoderadamente, haciendo que los recursos obtenidos de los impuestos ciudadanos –que forman parte del ahorro social– estén siendo utilizados para financiar una guerra que, de manera irresponsable e inconsulta, emprendió Calderón desde el principio de su gestión con el fin de darle legitimidad de su mandato, legitimidad que los ciudadanos le negaron en las urnas.

Pero como los recursos fiscales son finitos, si del total de éstos se incrementa uno de los rubros, necesariamente, otros disminuyen. Así, entre 2007 y 2010 el gasto militar y de seguridad se ha duplicado, y para el próximo año alcanzará la cifra de 142 mil millones de pesos, monto superior, por ejemplo, al destinado al sector salud, que será de aproximadamente 97 mil millones de pesos. Tan sólo la Secretaría de la Defensa Nacional en 2011 aumentará sus recursos en 13 mil millones de pesos que se destinarán a la creación de 18 batallones, así como a la adquisición de equipo y de transporte militar, es decir, serán utilizados para reforzar la militarización del país (La Jornada, viernes 5 de noviembre de 2010, p. 4).


Pero la salud no es el único renglón que se verá afectado; también lo será el de la educación. En efecto, si en 2010 el presupuesto destinado a este renglón, cuya prioridad nadie pone en duda excepto el gobierno de Felipe Calderón, recibió recursos que representaba 3.93 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), el proyecto presentado al Congreso por Calderón propone reducirlo a 3.71 por ciento del producto interno (La Jornada, viernes 5 de noviembre de 2010, p. 18). Si a este decrecimiento agregamos la inflación, es fácil concluir que en términos reales la educación pública se verá severamente afectada por la irresponsabilidad de quienes ignoran su significado e importancia en el proceso de desarrollo, que hoy no parece importar a quienes se han encaramado en el gobierno para hacer tan mal o peor las cosas que como las hicieran durante 70 años los priistas.

Otro rubro de la mayor importancia que sufre también los embates de la vesanía neoliberal es la cultura, que pasará de los 9 mil 343 millones de pesos aprobados para ejercerse en 2010 a sólo 6 mil 933.5 millones que propone Calderón se le otorguen el año próximo. La propuesta deja ver que la cultura no es prioritaria para los neoliberales, quienes la consideran un lujo extravagante. Dejar al mercado, o las buenas intenciones, el desarrollo de las diferentes culturas que coinciden en el país atenta, sin duda, contra la identidad pluricultural de la nación. A cambio, nos ofrecen espectáculos que banalizan la realidad y alientan el folklore para satisfacer la avidez del consumo turístico.

En fin, de acuerdo con su visión del país los neoliberales proponen un gasto público que soslaya los aspectos sociales prioritarios de una sociedad como la nuestra, llena de carencias seculares acentuadas por el modelo de mercado que profundiza las desigualdades sociales y regionales sin ofrecer alternativa de solución a los grandes problemas nacionales; de la misma manera, Calderón propone una ley de ingresos que poco o nada contribuye a modificar la aguda concentración del ingreso nacional, una propuesta que grava el consumo y el ingreso de los trabajadores, a cambio de dejar intactas las ganancias del capital y favorecer la evasión fiscal.

Con un presupuesto así, con entrada de capital especulativo que reclama el pago de intereses, con una reducida expansión de la inversión productiva, un mercado interno casi inexistente, el aumento de la cartera vencida en los créditos hipotecarios y al consumo y sobre todo, dada la dependencia estructural de la economía mexicana, la lentitud que se observa en el crecimiento de la economía estadounidense, los presagios no son halagadores, por el contrario una nueva crisis parece acechar al país sin que el gobierno tenga los instrumentos indispensables para evitarla o mitigar sus efectos sobre la población trabajadora.

Sin duda, los años por venir no sólo habrán de ser una época de cambios sino que es necesario convertirlos en un cambio de época. La viabilidad de México como país soberano lo demanda.

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