Objeciones de la Memoria
Martí Batres Guadarrama
26 de noviembre de 2010
Varios discursos pronunciados el pasado 20 de noviembre llamaron la atención, toda vez que expresaron concepciones y planteamientos fundamentales de nuestra historia y del México de nuestros días.
Por ejemplo, al inaugurar la remodelación del monumento a la Revolución, el jefe de gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, reivindicó la separación Estado-Iglesia y enfatizó la importancia de preservar el Estado laico. En el mismo evento, Cuauhtémoc Cárdenas criticó duramente al actual gobierno federal. Señaló que el Ejército debe ser retirado de la llamada lucha antinarco, al tiempo que censuró por igual a los gobiernos panistas y priístas que han llevado a México a la crisis en que se encuentra.
En el Hemiciclo a Juárez, por su parte, Andrés Manuel López Obrador reseñó las causas que originaron la Revolución mexicana. Evocó a los héroes anónimos: aquellos de los que casi nadie dice nada: a los anarquistas, a los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, a Juan Sarabia y a muchos otros. Enalteció esa expresión de lucha, la más profunda, la más radical, la que tambaleó desde sus cimientos al régimen porfirista y al sistema económico de explotación.
Tanto Cuauhtémoc Cárdenas como López Obrador calificaron estos últimos 30 años de gobiernos en el país como un claro retroceso. El primero exhortó a las fuerzas democráticas y progresistas a la acción. El segundo señaló que aunque la contrarrevolución ha triunfado por el momento, sin embargo hay esperanza y futuro. Sí que lo hay.
Martí Batres Guadarrama
26 de noviembre de 2010
Varios discursos pronunciados el pasado 20 de noviembre llamaron la atención, toda vez que expresaron concepciones y planteamientos fundamentales de nuestra historia y del México de nuestros días.
Por ejemplo, al inaugurar la remodelación del monumento a la Revolución, el jefe de gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, reivindicó la separación Estado-Iglesia y enfatizó la importancia de preservar el Estado laico. En el mismo evento, Cuauhtémoc Cárdenas criticó duramente al actual gobierno federal. Señaló que el Ejército debe ser retirado de la llamada lucha antinarco, al tiempo que censuró por igual a los gobiernos panistas y priístas que han llevado a México a la crisis en que se encuentra.
En el Hemiciclo a Juárez, por su parte, Andrés Manuel López Obrador reseñó las causas que originaron la Revolución mexicana. Evocó a los héroes anónimos: aquellos de los que casi nadie dice nada: a los anarquistas, a los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, a Juan Sarabia y a muchos otros. Enalteció esa expresión de lucha, la más profunda, la más radical, la que tambaleó desde sus cimientos al régimen porfirista y al sistema económico de explotación.
Tanto Cuauhtémoc Cárdenas como López Obrador calificaron estos últimos 30 años de gobiernos en el país como un claro retroceso. El primero exhortó a las fuerzas democráticas y progresistas a la acción. El segundo señaló que aunque la contrarrevolución ha triunfado por el momento, sin embargo hay esperanza y futuro. Sí que lo hay.
Ambos reconocieron que la Revolución mexicana alcanzó grandes conquistas sociales y económicas. Las mismas que destruyeron gobiernos neoliberales.
Subrayaron, además, que donde no se avanzó —luego de aquella lucha armada— fue en la conquista de la democracia y en el respeto al voto.
Cárdenas aludió a las condiciones en las que vive hoy el país y se preguntó si no son las mismas que llevaron a muchos al movimiento armado. López Obrador, a su vez, habló de la necesidad de emprender una nueva Revolución, sí, pero pacífica. Rechazó la violencia como salida a la crisis y a la catástrofe que hoy vivimos como nación.
Desde el otro flanco, el del gobierno federal impuesto, en una paradoja increíble, en un acto de contradicción y cinismo, Calderón reivindicó a Francisco I. Madero. El que emprendió la lucha por el sufragio efectivo. Sufragio que México no ha podido lograr a pesar de estos cien años de Revolución. Sufragio efectivo que fue violentado, una vez más, precisamente para permitir la imposición de un ilegítimo.
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