Julio Hernández López
Astillero
Chuchismo en Morelos
Graco, su oportunidad
Ivonne espera pago
Continuismo en el DF
La asfixia de las expectativas cívicas de cambios
positivos también se produjo en elecciones locales, más allá del signo
partidista o de los grupos que oficialmente triunfaron. Ayer, en ese panorama
de gatopardismo comicial, tomaron posesión como gobernadores el perredista
Graco Ramírez Garrido Abreu en Morelos y el priísta Rolando Zapata Bello en
Yucatán, además de los delegados del Distrito Federal mayoritariamente
pertenecientes al sol azteca, con un inaugural arribo de éste a la demarcación
Miguel Hidalgo, que hasta ahora había sido conducida siempre por un panista.
El caso de Morelos es histórico para un peculiar grupo de
la izquierda mexicana, los Chuchos, llamados así por el papel dominante que en
él han jugado Jesús Ortega y Jesús Zambrano, en ese orden. Practicantes de un
pragmatismo operativo que con frecuencia los lleva a tejer alianzas polémicas
con quienes están en el poder y acusados de sostener políticas comerciales en
asuntos políticos y electorales, que benefician a sus grupos y familias, los
Chuchos han llegado con Graco Ramírez al momento más alto de su ya prolongada
vida política. Llevan largos años controlando la estructura del PRD, han
ocupado en diversos momentos las coordinaciones de las bancadas en las cámaras
legislativas, han sobrevivido exitosamente a los coyunturales ataques de Andrés
Manuel López Obrador (quien luego acababa entregándoles coordinaciones de
campaña y la mayor cuota de candidaturas viables a San Lázaro y al Senado,
convertido a fin de cuentas en un suministrador frecuente de los votos que han
sustentado a ese grupo) y tienen hoy a uno de los suyos como gobernador.
La victoria de Graco se produce en una entidad con clara
tendencia a la izquierda, donde el PRI vivió una división interna que a algunos
pareció inducida desde el centro para favorecer a ese chuchismo que en
reciprocidad ayuda a Peña Nieto, y en medio de una sostenida inconformidad
social contra la inseguridad pública y la violencia extrema de los cárteles que
se pelean la plaza, con los Beltrán Leyva como referente de dominio. El propio
Graco creció políticamente a partir de su enfrentamiento con el general priísta
Jorge Carrillo Olea, quien solamente estuvo de 1994 a 1998 como gobernador. El
siguiente mandatario electo fue el panista Sergio Estrada Cajigal,
abundantemente acusado de estar involucrado en asuntos de narcotráfico, aunque
aun así fue otro miembro del PAN, proveniente de la extrema derecha, activo
dirigente de cofradías religiosas, Marco Antonio Adame, quien ocupó el
siguiente sexenio y con quien, según extendidos señalamientos, Graco Ramírez
sostuvo una conveniente alianza política.
En ese contexto de desastre panista y división priísta,
frente a una sociedad ansiosa de salir del horror de la violencia impune del
narcotráfico, Graco Ramírez y los Chuchos tienen una oportunidad dorada. Esta
será la primera ocasión en que como tales tendrán la posibilidad de entregar
buenas cuentas en el cumplimiento de un poder ejecutivo. Hasta ahora su campo
natural de acción ha estado en lo partidista y lo legislativo, donde han tenido
logros facciosos que sin embargo les son apasionadamente regateados por quienes
los acusan de actuar con malas artes y ser proclives a la traición, el
oportunismo y el mercantilismo. Otros gobernantes provenientes de la izquierda
o apoyados por siglas de esta índole han terminado en fracasos escandalosos,
envueltos en escándalos de corrupción, nepotismo e incapacidad, como fueron los
casos recientes de Leonel Godoy en Michoacán y de Amalia García en Zacatecas.
En Yucatán el priísmo mantiene continuidad, con naturales
ajustes entre bandos locales de tres colores pero con unidad en torno
al proyecto nacional del peñismo-salinismo. Ya como ex gobernadora, Ivone
Ortega Pacheco, sobrina del varias veces gobernador Víctor Cervera Pacheco, está
en disponibilidad de cobrar a título de cuota femenina alguna parte de la
inversión que desde las tesorerías estatales hicieron a favor de Enrique Peña
Nieto, tanto en la etapa previa a su postulación como en la campaña
presidencial en sí. Una secretaría de Estado es lo que busca la ya ex
gobernadora, mientras el entrante, Rolando Zapata Bello, busca armonizar los
factores de poder nacional entre los que ha vuelto a destacar Emilio Gamboa
Patrón, ahora como jefe de la bancada priísta en el Senado y, en tal función,
jefe del Senado al estilo que practicó su aliado cercanísimo, Manlio Fabio
Beltrones, quien ahora despacha desde San Lázaro.
Continuidad de siglas, grupismo y graves defectos es lo
que se vive también en el Distrito Federal, donde la izquierda electoral
mantiene el poder en las delegaciones, entre peleas y arreglos, divisiones y
reconciliaciones de una clase política perredista que hace caminar el aparato
burocrático capitalino a pesar de la persistente corrupción administrativa, del
descaro en el reparto de plazas y cargos como botín de guerra y del uso de los
segmentos irregulares de la actividad pública (ambulantes, taxistas piratas,
por ejemplos) para el financiamiento subterráneo de campañas y operaciones
electorales.
Un caso destaca, sin embargo, en el nuevo diseño político
de la capital del país. La delegación Miguel Hidalgo es ocupada por primera vez
por un militante del PRD. Víctor Hugo Romo llega a una demarcación siempre
regida por el panismo, a través de personajes como Arne Aus den Ruthen, quien
acabó confrontado con su partido original, como Gabriela Cuevas (ahora
senadora), y Demetrio Sodi (de múltiples adscripciones partidistas). Bajo la
sombra de los dineros del grupo de Amalia García, el nuevo delegado habrá de
generar aceptación o repulsa al perredismo en esa zona de alto contraste
socioeconómico (Lomas de Chapultepec y Polanco, en el segmento privilegiado).
Y, mientras Gustavo Madero dice que la mitad del padrón
panista puede quedar fuera, luego de una depuración (lo que comprueba que ese
listado se infló para fines electoreros internos durante el calderonismo),
¡hasta mañana, con Mariano Rajoy dando a conocer más arreglos de Pemex con
empresas gallegas!
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