Carlos Fernández-Vega
México SA
México, changarrizado
Subcontratación a tope
¿Y la autoridad laboral?
Dicen los optimistas que no hay que preocuparse de
más, porque en materia de (contra) reforma laboral falta la decisión
del Senado de la República, de tal suerte que, suponen, aún existen
posibilidades de que los legisladores socialmente sensibles echen
para atrás las modificaciones que recién aprobaron los inquilinos de San
Lázaro. ¡Ánimo muchachos!, pero en realidad el tramo que falta sólo es parte
del show, un mero formulismo. En el recinto senatorial se registrarán más
gritos y sombrerazos, encendidos discursos de un lado y del otro, pero a los
trabajadores nadie les regresará los dientes. Obvio es que la sensibilidad
social no está en los planes del Legislativo ni del Ejecutivo, y quien tenga
dudas que revise lo sucedido a lo largo de los últimos 30 años.
El México changarrizado será más competitivo –cantan
los jilgueros– a costa del hambre de su gente. Lo primero está en duda; lo
segundo está garantizado. Con los votos del corporativo PRIAN en San Lázaro
(323 en total; 209 de los tricolores, 114 de los blanquiazules) la
(contra) reforma laboral hubiera pasado sin problema alguno, pero
para evitar cualquier duda las verdes rémoras se subieron al carro (28 por la
afirmativa), mientras los elbistas se abstuvieron (10 familiares de la
profesora se pronunciaron en tal sentido); el resto, de la izquierda
progresista, se fue a su casa con mantas y camisetas. ¿El resultado sería
distinto en el Senado? (si algún masoquista quiere conocer en qué sentido votó
cada uno de los representantes populares, consultar diputados.gob.mx/Votaciones.htm).
Sin duda, una de las grandes ventajas que tiene la
mancuerna Ejecutivo-Legislativosocialmente sensible (de hecho, la clase
política en general, barones empresariales incluidos) es la inconmensurable
pasividad y resistencia de la mexicanada. Por eso hace lo que hace, a sabiendas
de que no habrá consecuencias. Treinta años a golpe de puñaladas, y no pasa
nada. Es la paz del silencio. En el viejo continente la población
apenas comienza a sentir lo que aquí, duro y tupido, ha sido práctica cotidiana
a lo largo de tres décadas, y ya colmaron las calles. Como bien apunta La
Jornada,hierve Europa, pero aquí la paisanada sólo está en espera del
Chivas-América y del día de la madre Tonatzin. Así, nunca.
Y a la palestra brincó la secretaria del Trabajo,
Rosalinda Vélez, para presumir que con la (contra) reforma laboral ahora
sí, por aquello de las dudas, Felipe Calderónse confirma como el presidente del
empleo (¡Zas!), y a su cuenta suma los 400 mil puestos de trabajo que
supuestamente se generarían como producto de las modificaciones a la LFT, por
mucho que éstas entrarían en vigor en el sexenio de Peña Nieto. Pero no sólo
eso: “de gran importancia son también las medidas que promueven la
formalización del empleo y el abatimiento del trabajo informal, que hoy existe,
en buena medida, debido a que en la práctica, han surgido o evolucionado en
años recientes, formas de trabajo que no están bien reguladas por la
legislación actual, diseñada hace más de cuatro décadas, y que, en ocasiones,
han sido utilizadas indebidamente, como la subcontratación o outsourcing”,
dijo la señora.
Es de suponer que en esos 40 años alguna autoridad debió
estar atenta para evitar, y en su caso sancionar, esas formas de trabajo (Vélez dixit),
pero resulta que, lejos de actuar en tal sentido, holgadamente lo permitió e
incluso lo alentó, en detrimento de los trabajadores. Muestra de ello es lo que
en años recientes (Zedillo, Fox, Calderón) ha documentado el Inegi, el cual
advierte que la dinámica de crecimiento en el personal subcontratado
muestra que de 1998 a 2003 se tuvo un crecimiento porcentual de 40.1 por
ciento, con una diferencia absoluta de 400 mil 295 personas, mientras de 2003 a
2008 fue de 95.2 por ciento, es decir un incremento absoluto, en esos cinco
años, de un millón 332 mil 792 personas (subcontratadas). En 2003 el personal
ocupado que no dependía de la razón social para la cual trabajaba representó
8.6 por ciento del total de personas ocupadas, y para 2008 el porcentaje se
incrementó a 13.6, lo cual evidencia el crecimiento en esta forma de contratación
de personal. En cambio, el personal ocupado que dependía legalmente de la razón
social para la cual laboraba apenas aumentó 17.1 por ciento.
En términos relativos, abunda el Inegi, en 2008 los
sectores económicos que –ante la ceguera de los legalmente
responsables de evitarlo– subcontrataron en mayor proporción fueron minería
(18.2 por ciento del total), pesca y acuicultura (18.1), manufacturas (14.3) y
comercio (14.2). De 1998 a 2008, prácticamente en todos los sectores, con
excepción de electricidad, gas y agua, se incrementó la participación de
personal ocupado no dependiente de la razón social. Con 28.8 por ciento del
personal subcontratado aparece Quintana Roo; en orden de importancia le siguen
(¡sorpresa!) el Distrito Federal (20.6 por ciento), Nuevo León (18), Baja
California Sur (17), Coahuila (14.8), Jalisco (14), Sinaloa (14.3) y Querétaro
(14).
La historia siguió: de 2009 a 2012, poco más de 40 por
ciento, y contando, del empleo formal en el país se concretó vía outsourcing,
de acuerdo con información del Centro de Investigación en Economía y Negocios.
Se trata de empleo que se registra como parte de la economía formal, pero las
condiciones laborales son totalmente informales, lo que no sólo afecta al
trabajador, sino a las finanzas públicas por el incumplimiento de las
obligaciones patronales, como el pago del impuesto sobre la renta y las cuotas
de IMSS e Infonavit. Y con todo, México no se ha convertido en un país más competitivo,
pero sí más hambriento.
Entonces, ¿dónde estaba la autoridad laboral que no
se dio cuenta de cómo se incrementaba velozmente la subcontratación, ni
registró que los patrones descaradamente se pasaban por la entrepierna la
legislación laboral? Pues estaba dedicada a beneficiar a los empresarios, a
joder a los trabajadores y a empujar lamoderna reforma laboral. Y por
secretarios del Trabajo no pararon, pues Zedillo, Fox y Calderón en conjunto
tuvieron ocho titulares de esa cartera (y ninguno se dedicó a lo que la ley lo
obligaba): Santiago Oñate Laborde, Javier Bonilla, José Antonio González
Fernández, Mariano Palacios Alcocer (1994-2000), Carlos Abascal Carranza,
Francisco Salazar Sáenz (2000-2006), Javier Lozano Alarcón y Rosalinda Vélez
(2006-2012).
Pero algunos creen que no hay que preocuparse de
más.
Las rebanadas del pastel
Ya está: lo de Juan José Suárez Coppel, director general
de Pemex, es un chiste de gallegos.
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