Conjeturas
Por Alvaro Cepeda NeriA Calderón le viene bien lo de: “¡Ya cállate, chachalaca!”
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Como si tuviera diarrea verbal, al cuarto para las doce de su final, sigue Calderón hablando hasta por los codos en el extranjero y dentro del país. Como que quiere alargar estos dos últimos meses para salir corriendo a Texas. Dice que ya lo contrataron en una universidad privada donde (como Zedillo) se refugiará a rumiar su destierro. Aquí en México no podría vivir, salvo encerrado en un búnker, como Salinas, resguardado por la guardia pretoriana que le asignan como ex presidente del montón.
Antes de morir, De la Madrid vivía a piedra y lodo en su mansión (su hijo Enrique ya se enganchó con Peña). Echeverría agoniza escondido. Y es que no los quiere el pueblo y temen andar por las calles. Sólo lo hacen en automóviles blindados con guardaespaldas (así anda Salinas, el reaparecido en los actos peñistas, para que sepamos que está de regreso como poder tras el trono). Calderón mejor se va, no vaya a ser que Peña quiera legitimarse y se le ocurra llevarlo a juicio político; y estando a la sombra estadounidense, como a Zedillo, le dan inmunidad.
Cuentan que Hitler se suicidó cuando se enteró de que los rusos lo querían vivo para presentarlo en una jaula como atracción. En cambio, Calderón acepta todas las invitaciones para que lo exhiban. Y declara que el responsable de que se fugaran los presos en masa (con Fox se escapó El Chapo Guzmán, porque le dieron facilidades mediante costales de dólares) fue el desgobernador de Coahuila, hermanito del nefasto Humberto Moreira. Y el día del desfile militar, se retrata en el balcón del Palacio Nacional con su cómplice García Luna, para que vean que sus críticas y denuncias fundadas, nada le harán. Y se lo lleva al exilio, pues en Francia quieren echarle el guante.
La frase que López Obrador le colgó a Fox y tanto molestó a los exquisitos de: “¡Ya cállate, chachalaca!”, queda como anillo al dedo ahora que Calderón vuelva a lisonjear a Peña; pues expropiándole a AMLO lo de la “República amorosa”, ahora el amor entre el panista y el priísta los caracteriza. Parece que Calderón no se quiere ir. Con Pérez Jácome vigila que Mexicana de Aviación siga hacia la quiebra. Y montó en cólera al enterarse que los electricistas ganaron un amparo para mantenerse como sindicato, contra el dictamen de Lozano Alarcón desde la Secretaría del Trabajo.
Dice don Francisco J. Santamaría, en su Diccionario de mejicanismos, que chachalaca es un ave del tamaño de una gallina que cuando está volando no cesa de gritar desaforadamente. Igual anda Calderón, pues suelta sus peroratas sin lograr silenciar a los estudiantes que a coro le gritan: “¡Asesino… asesino… asesino!”, y a los que militares del Estado Mayor Presidencial, sacaron y fotografiaron con lujo de represión. Se despide con mucho ruido como para que no se nos olvide que fue presidente del montón. Deja una estela de mal gobierno, mientras con su millonaria pensión de por vida (más lo que acumuló) se va al destierro porque los mexicanos lo recordarán como quien desgració al país.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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