La luz de las velas iluminarán, hoy y mañana, el fracaso panista
María Teresa Jardí
Los que quemaban a las mujeres con el pretexto de que eran brujas, imponen la celebración de su aquelarre a manera de colonización y para hacer olvidar la memoria histórica que propicia la identidad de los pueblos. Los yanquis han exportado a México la celebración al Averno a manera de justificar su criminal intervencionismo.
Celebran Halloween, los que lo festejan, sin darse cuenta ni el pueblo gringo ni el mexicano, que lo que celebran, llegado de los yanquis, es el Infierno que le imponen al mundo, los que para colonizar no dudan en usar, lo que antes combatían los que salieron a colonizar tierras áridas y ahora lo quieren todo incluso al precio de renunciar a lo que alguna vez fueron y a costa de ser convertidos en los más odiados del planeta.
Nacidos como puritanos, superan a Caronte y en el mismo demonio se convierte el Imperio, que pudo propiciar armonía, bienestar y paz para todos. Pero que eligió, como Calderón en el caso mexicano, por poder y sobre todo por dinero, convertirse en genocida.
Acaban despreciados y odiados como terminan siempre los demonios que a otros se condena a sufrir, como si no fuera suficiente con enfrentar, como personas, cada uno su propio infierno.
Se maldijo a sí mismo el Imperio y se condenó y maldecido por millones de personas en el mundo enfrenta su debacle. Que, sí, tardará. Pero que llegará de una manera o de otra al final que será celebrado y aplaudido en el Sur y en el Norte, en Oriente y por Occidente.
Puede ser que de dentro le venga la caída y si no es así de todas maneras está dispuesto a acabar con la vida en la Tierra. Pero que para el imperio viene también el infierno es la crónica que imparable anuncia la caída de EU.
La historia de los yanquis, en parte al menos, viene de Lutero, porque de ahí vienen también los ingleses, que son su madre, aunque tenga una abuela sionista, aún más pirada y la que con careta de víctima es igual de asesina que la hija y que el sanguinario nieto, que ha demostrado al mundo que no tiene salvación ni con un negro como cabeza. También despojada de toda dignidad transita sus últimos días la corona inglesa. Mientras que palestinos y judíos vivirían en paz si los sionistas y el imperio les permitieran decidir a ellos su destino.
Pero en la guerra está el negocio y el becerro de oro es lo único que les interesa a los que se han convertido a sí mismos en amos del mundo. Por cobardía del inmenso resto hay que decirlo. Cuando así lo entendamos el resto, el Infierno será sólo para ellos y entonces podremos construir ese otro mundo posible donde la Justicia será reina y la solidaridad entre personas forma de vida.
La guerra que aquí sube y sube de tono porque el usurpador ya se marcha y hasta cree que matando podrá negociar, con quien le siga, el perdón, que no el olvido. El olvido jamás lo tendrá y el perdón es improbable, aunque lo negocie. Por la historia será recordado Calderón con el mismo desprecio que generan los genocidas. Despreciado será Felipe Calderón mientras la humanidad exista. Despreciado para siempre y juzgado por sus crímenes atroces con los que ha enlutado a México al punto de que, hoy y mañana, el lugar para conmemorar serán las plazas públicas que iluminadas con velas darán cuenta de los cientos de miles, quizá ya, impunemente ejecutados. Darán cuenta de las muchas mujeres asesinadas también, por ahora, con impunidad absoluta. La luz de las velas iluminará el cielo también por los niños a los que la vida, incluso quemándolos, se les quitara, a cambio del disfrute, como negocio, de las guarderías, en manos de los familiares del fascismo panista que usurpa el poder. Por los cientos de miles de pobres limpiados de lo único que tienen que es la vida. Velas que alumbrarán también a San Fernando en recuerdo del lugar que se destapó con el horror que significa el descubrimiento de que al país también se ha convertido en cementerio de migrantes, dando buena cuenta, también, del tamaño del fracaso panista.
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