Julio Hernández López
Astillero
Mensajes al vacío
Sinaloa y Jalisco, en turno
Ponerle fuerte... al Teletón
Rosario ahúma copete
Veinticuatro muertos en Sinaloa, 16 de ellos calcinados, y 26 ejecuciones en Guadalajara, a dos días de que comience la Feria Internacional del Libro, hacen que el secretario de Gobernación regrese a su función de vocero (especializado en emisión de condolencias y condenas) para reprobar con gran solemnidad tales asesinatos y ofrecer que se hará todo lo posible para que no queden en la impunidad.
Mientas tanto, en Puebla, junto al gobernador Rafael Moreno Valle, un emocionado Felipe Calderón atestiguaba otro acto de arrodillamiento de los poderes públicos frente al electrónico que colecta fondos en teletones y construye centros de rehabilitación mediante aportaciones de los gobiernos que así ceden sus funciones a entes particulares que se adornan caritativamente con el dinero que las autoridades regalan para ganar réditos personales en pantalla. Conmovido por el caso de una niña con parálisis cerebral, Calderón se refirió entonces a este México nuestro que tanto sufre, donde hay tanto mal y donde hay tanta gente que hace mal, pero no preparaba así el terreno el señor de Los Pinos para abordar el tema del horror macabro que recorre el país, sino para dar republicanas gracias a Dios porque hay gente como el presidente de la fundación Teletón, Fernando Landeros, que hace tanto y tanto bien. En consecuencia, el jefe formal del Estado mexicano exhortó a que le pongamos fuerte en las donaciones al mencionado Teletón.
Emilio González Márquez fue despertado violentamente del ensueño causado por los exitosos juegos panamericanos y parapanamericanos. Una larga acumulación de gases tóxicos estalló (como en otro momento trágico de la capital jalisciense) apenas desactivados los mecanismos de seguridad extrema que se habían mantenido durante las competencias deportivas continentales. Durante muy largo tiempo en la zona metropolitana que tiene como centro a Guadalajara han vivido personajes de gran densidad en el negocio de las drogas, sin que hubiera chispa que provocara incendios verdaderos sino cotidianos ajustes de cuentas sin resonancia verdadera más allá del ámbito de los involucrados en esos trasiegos. Guadalajara ha sido una notable excepción en el cuadro de las ciudades mexicanas bajo constante fuego, aunque el escenario comenzó a enturbiarse luego de la ejecución de Ignacio Coronel, quien había sido el jefe de la plaza en alianza con el cártel de Sinaloa, que a su vez había mantenido a raya a Los Zetas que se han afianzado en zonas jaliscienses colindantes con Guanajuato y Zacatecas pero sin entrar en forma a la capital tapatía.
En Sinaloa, el impreparado gobernador Mario López Valdez, conocido como Malova, ha visto agravarse un escenario que también parecía sometido a una especie de rutina macabra más o menos aceptada. Cierto es que en esa entidad emblemática, cuna de grandes capos y sede del cártel bajo sospecha de favoritismo federal, no se puede gobernar sin el concurso y la aprobación del principal factor de poder que es el de esos negocios, pero el priísta que a nombre de un presunto aliancismo de oposición administra la entidad se ha ido enredando no sólo con el entramado externo sino con sus propias pitas.
Pero los casos de Jalisco y Sinaloa no estarían desconectados, según uno de esos narcomensajes que las autoridades se empeñan en ocultar pero que inevitablemente acaban conociéndose. Los textos dejados en Guadalajara afirman que los mandatarios de ambos estados mantendrían una suerte de pacto con el famoso Chapo y el menos conocido pero no menos influyente Ismael Zambada, a quien llaman Mayo. Íntimos amigos serían todos, y por ello la calma en esas entidades. Pero a la capital jalisciense habrían llegado el Milenio Zetas y en Sinaloa el pleito está entre los grupos de Joaquín Guzmán, los Beltrán Leyva y los Carrillo, según descripción del gobernador Malova (por cierto, éste, y su secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros, han enviado a sus hijos a residir en el extranjero).
No puede concederse veracidad automática a los dichos que los narcotraficantes difunden mediante cartulinas o mantas instaladas en los escenarios macabros que montan, pero lo cierto es que los múltiples mensajes enviados desde diversos flancos de la sociedad mexicana, en demanda de frenar la masacre derivada de esta guerra civil en curso, no son escuchados ni atendidos en las alturas de un poder sordo y ciego que prefiere solazarse con el recuento de sus engaños estadísticos y que pareciera haberse engañado a sí mismo con la repetición diaria de las presuntas virtudes de la matanza como programa sexenal de gobierno y del derramamiento enorme de sangre como máximo logro a presumir.
Astillas
Rosario Robles estudia la posibilidad de ser candidata a senadora por el Distrito Federal, postulada por el PRI, el Verde Ecologista y el Panal, para apoyar a Beatriz Paredes en la búsqueda de la jefatura del gobierno capitalino. Según la propia Robles, la invitación proviene expresamente de Enrique Peña Nieto, a cuya presentación del libro México, la gran esperanza, asistió este miércoles en la Casa del Lago de Chapultepec. A los periodistas que le preguntaron si el priísmo la estaba enganchando, les respondió que el único gancho que le interesa es México. Pero a la periodista sonorense Soledad Durazo le había dicho el pasado 5, en Hermosillo, que está considerando con mucho detenimiento la oferta del ex gobernador del estado de México para pelear por un escaño en el Distrito Federal. En bit.ly/ru64np puede leerse el relato que hace la periodista norteña: “A lo largo de la entrevista, Robles hizo hincapié en la conveniencia de una mayor participación ciudadana; habló de la importancia y la necesidad de la participación femenina y también asumió sus errores políticos pero al mismo tiempo pidió esquina ‘ya me los han señalado mucho, ya los he aceptado y además creo que ya los he pagado’”... Y, mientras un subsecretario de hacienda dice que no es preocupante la volatilidad del peso frente al dólar, ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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