Los promocionales, las estrategias
JESÚS CANTÚ
La definición de las candidaturas presidenciales de Andrés Manuel López Obrador, por parte de la coalición Movimiento Progresista, y de Enrique Peña Nieto, de la coalición Compromiso por México, colocó en la discusión mediática la consecuente ausencia de sus promocionales en radio y televisión durante los 60 días que duran los procesos de elección interna de las distintas fuerzas políticas.
Sorprende que el tema acapare la atención de los virtuales candidatos únicos y los dirigentes partidistas de los integrantes de las respectivas coaliciones, pues la presencia mediática de sus candidatos está más que asegurada y su ausencia temporal realmente no debe representar ningún problema para sus estrategias de campaña. Así que el planteamiento más bien parece una estrategia de los actores políticos para evitar analizar los problemas de fondo que enfrentan las dos coaliciones o para tender una cortina de humo y desviar la atención de asuntos más trascendentales o incluso una confusión de los responsables de definir las estrategias electorales.
La pérdida de mensajes publicitarios es cuantiosa en términos absolutos, pero menor en términos relativos, particularmente por la exagerada presencia que tendrán en los 90 días previos a la jornada electoral. Para dar una idea del bombardeo que los televidentes y radioescuchas soportarán en los 90 días previos (sin contar los tres días de veda antes de la elección) a la jornada electoral del 1 de julio, basta decir que se transmitirán más de 16.1 millones de promocionales de las fuerzas políticas que participarán en la próxima contienda electoral; de éstos, casi 11.3 millones corresponderán a los tres candidatos presidenciales.
Para ser más precisos, dado que las fuerzas políticas pueden dedicar hasta 70% de sus promocionales a la contienda por la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador tiene la posibilidad de aparecer en 2.22 millones de promocionales; el o la candidata blanquiazul, en más de 3 millones y Enrique Peña Nieto en más de 6 millones.
Pero incluso si el análisis se hace por cada una de las más de 2 mil estaciones de radio y televisión del país, para centrarlo en aquellas que más interesan a los candidatos, los número son muy reveladores: en la contienda presidencial de 2006, durante los últimos 60 días de campaña todas las fuerzas políticas difundieron en el canal 2 de televisión nacional (el medio que más promocionales difundió) un promedio de 22.5 minutos diarios de spots publicitarios; en 2012 difundirán durante 90 días, 41 minutos de spots publicitarios en todas y cada una de las estaciones de radio y televisión.
Únicamente la coalición que postula a Peña Nieto tendrá derecho a 22.3 minutos diarios, de los cuales el mismo candidato tendrá derecho a 15.6 minutos diarios, es decir, 31 promocionales diarios, lo cual equivale a que por cada una de las 18 horas en las que se transmitirán los mismos (de las seis de la mañana a las 12 de la noche) se transmitirán en promedio 1.72 spots del candidato presidencial del tricolor.
Pero los números no son nada despreciables para el candidato panista que tendrá 22 promocionales diarios y 1.2 por cada hora de transmisión; y a López Obrador (que colocó el tema en los medios al quejarse de que perdería su presencia durante las llamadas precampañas) le corresponden 16 promocionales diarios, así que casi en cada hora de transmisión se transmitirá uno de él.
Pero además lo único que se perderán López Obrador y Peña Nieto durante las llamadas precampañas es su presencia en los promocionales, pues en el párrafo 5 del artículo 15 del Reglamento de Radio y Televisión del IFE se contempla que si una fuerza política no realiza precampañas ocupará su tiempo con anuncios genéricos. Así que deberían estar ocupados en diseñar una buena estrategia para esos momentos.
Precisamente por ello es sorprendente que se dedique tanto espacio al tema, cuando en términos relativos y de estrategia electoral no es tan relevante. En cambio sí puede ser una manifestación de un desconocimiento de las reglas electorales de parte de quienes deberían ser expertos en las mismas, precisamente para tratar de sacar el máximo provecho de sus oportunidades y minimizar los impactos de sus limitaciones, lo cual no parece ser lo que está sucediendo en estos momentos.
En este sentido la pérdida de casi 1 millón y medio de spots por parte del Movimiento Progresista por haber optado por la coalición total y no una parcial, que podía haber incluido hasta 200 distritos electorales y 22 fórmulas de senadores, puede ser una manifestación de este desconocimiento. Haber ido a una parcial les hubiera permitido tener derecho a más spots que el mismo candidato blanquiazul.
Pero si los actores conocen bien las reglas y ya tienen bien diseñadas sus estrategias, puede pensarse que aprovechan el tema para evadirse de los reales problemas que evidencian la declinación de Manlio Fabio Beltrones a contender por la candidatura tricolor y la virtual declinación de Marcelo Ebrard (al acordar un método de selección que sabía de antemano que no le favorecería) a la perredista. Las definiciones de las candidaturas en ambas fuerzas políticas no resuelven sus problemas reales.
En el caso del PRD y las distintas fuerzas de izquierda (PT y Movimiento Ciudadano), en el mejor de los casos, simplemente posponen para después de la jornada electoral las disputas de sus corrientes internas. Y en del PRI, pretenden dejar de lado las claras diferencias que afloraron durante los foros organizados por la Fundación Luis Donaldo Colosio para placear a sus dos precandidatos; o incluso para desviar la atención de las irregularidades (presuntas ilegalidades) en las que incurrió su dirigente nacional, Humberto Moreira, cuando fue gobernador de Coahuila.
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