martes, noviembre 29, 2011

Calderón, año 6: Lo que se nos viene : Alejandro Páez Varela



Calderón, año 6: Lo que se nos viene
Por: Alejandro Páez Varela
 




Felipe Calderón inicia este jueves 1 de diciembre su sexto año de gobierno. Han pasado ya cinco largos años desde que asumió el poder. Su administración, podría jurarse, es ya historia. Cualquier pareja, digamos, después de cinco años, diría hacia dónde va la relación; qué va a pasar, y qué ya no sucederá. Y después de lo que hemos visto, en efecto, la misma obstinación del Presidente ayuda a pensar que se mantendrá firme en muchos temas, sobre todo en lo relativo a la guerra.
Que ya no habrá sorpresas.

Pero cualquiera que crea que en el sexto año no habrá sino lo mismo, podría estar en un error.

Calderón puede caer en muchas tentaciones porque tiene por lo menos dos bombas de tiempo en las manos. Una es el fracaso de la guerra. Otra, el fracaso de su gobierno, que casi regresa al PRI a Los Pinos.

Si el Presidente cede a sus propias tentaciones, lamento decirlo, veremos a un Calderón que no hemos visto en estos cinco años.

Uno que está dispuesto a ir por más guerra, cueste lo que cueste. Uno que no reparará en daños colaterales.

Analice lo que hemos visto en 2011 y estará de acuerdo conmigo. Durante todo este año nos llegaron noticias inquietantes desde el extranjero de un gobierno que, obsesionado con la guerra, ha cedido enormes porciones de soberanía.


Antes de que piense que me enredo en una bandera y me arrojo por el castillo de Chapultepec, permítame citar algunos cuantos datos concretos.

El 25 de octubre, por ejemplo, el diario /The New York Times/ publicó que el gobierno de Estados Unidos ha aumentado de manera considerable sus redes de informantes en México. Posteriormente, la revista /Wired/ dio a conocer que una “oscura oficina del Pentágono” que se dedica a combatir el flujo ilegal de drogas, “secretamente ha estado buscando contratar empresas privadas de seguridad y a mercenarios, emitiendo ofertas de contrataciones hasta por tres mil millones de dólares”. Los   contratos de expansión “los manejarán empresas de seguridad privadas” que fortalecerán a la Secretaría de Seguridad Pública de México, a cargo de Genaro García Luna.

Otras fuentes confirmaron estas afirmaciones de /Wired. The Washington Examiner/, por ejemplo, dijo que los mercenarios ya operan en México –seguramente bajo contrato– y reconfirmó el nombre de la oficina “oscura” a la que hizo mención /Wired/: The Defense  Department’s Counter
Narco-Terrorismo Program Office.

Este mismo año nos enteramos que los aviones no-tripulados que ahora rechaza Paquistán por imprecisos y por la cantidad de muertos civiles que han generado, vuelan sobre territorio mexicano.

También supimos que hay centros de operaciones de agencias estadounidenses en territorio mexicano, y que en estos se encuentra, además de elementos de la DEA y militares, personal civil –mercenarios– que da “apoyo” al Ejército mexicano y a otras dependencias involucradas
en la guerra de Calderón.

Esto es lo que se sabe por la prensa extranjera, que a su vez se
alimenta de filtraciones en Estados Unidos. Si no fuera por esos medios, estaríamos en plena oscuridad.

Y aún así, la guerra de Calderón está perdida.

Pero independientemente de un discurso que recurra a argumentos nacionalistas –que sí utilizan en pláticas privadas, ojo, muchos militares mexicanos–, lo que vemos es una cesión de enormes tramos de la seguridad nacional ante Estados Unidos.

México está en un grave problema si su presidente, Felipe Calderón, cree todavía que es posible ganar la guerra simplemente con armas y sin una estrategia social que rescate a nuestros hijos de los criminales.

México está en serios problemas si el mandatario cree que todavía es posible llegar en hombros a mayo de 2012, y con él su partido y el candidato de su partido, el PAN, y que sólo debe apretar más, acelerar la guerra, hacerla más cruenta, aunque esto implique ceder espacios de seguridad nacional a Estados Unidos y seguir matando mexicanos.

En la medida en que Calderón revuelva asuntos de seguridad nacional con temas políticos –como lo ha hecho durante todo su mandato– le importará muy poco permitir una mayor intrusión de los Estados Unidos, y que la
cifra de muertos aumente. Frente al fracaso de su gobierno y la merma a su partido, poco le importará meter las manos en el proceso electoral –como ya lo hizo en contiendas intermedias una y otra vez– aunque le
cueste a la normalidad democrática.

Me atrevo a decir, entonces, que no sabemos lo que viene en el sexto año de Felipe Calderón. El hombre provocó 50 mil muertos con una guerra mal planeada, mal ejecutada, inspirada en razones políticas, sin ni siquiera anunciarlo en campaña y sin recurrir a especialistas que le dijeran si era posible ganar.

Calderón, me temo, no se tocará el corazón e irá por más.

Después de esta gran tragedia que significa para la República su
mandato, creo que no debemos esperar un sexto año de gobierno en paz.

Vienen más sobresaltos. Más, muchos más de lo que hemos visto. Está, parece, en el ADN del Presidente.

Así que agárrese, que esto no se acaba hasta que no se acaba, como dicen los clásicos.
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seguridad nacional ante Estados Unidos.

México está en un grave problema si su presidente, Felipe Calderón, cree
todavía que es posible ganar la guerra simplemente con armas y sin una
estrategia social que rescate a nuestros hijos de los criminales.

México está en serios problemas si el mandatario cree que todavía es
posible llegar en hombros a mayo de 2012, y con él su partido y el
candidato de su partido, el PAN, y que sólo debe apretar más, acelerar
la guerra, hacerla más cruenta, aunque esto implique ceder espacios de
seguridad nacional a Estados Unidos y seguir matando mexicanos.

En la medida en que Calderón revuelva asuntos de seguridad nacional con
temas políticos –como lo ha hecho durante todo su mandato– le importará
muy poco permitir una mayor intrusión de los Estados Unidos, y que la
cifra de muertos aumente. Frente al fracaso de su gobierno y la merma a
su partido, poco le importará meter las manos en el proceso electoral
–como ya lo hizo en contiendas intermedias una y otra vez– aunque le
cueste a la normalidad democrática.

Me atrevo a decir, entonces, que no sabemos lo que viene en el sexto año
de Felipe Calderón. El hombre provocó 50 mil muertos con una guerra mal
planeada, mal ejecutada, inspirada en razones políticas, sin ni siquiera
anunciarlo en campaña y sin recurrir a especialistas que le dijeran si
era posible ganar.

Calderón, me temo, no se tocará el corazón e irá por más.

Después de esta gran tragedia que significa para la República su
mandato, creo que no debemos esperar un sexto año de gobierno en paz.

Vienen más sobresaltos. Más, muchos más de lo que hemos visto. Está,
parece, en el ADN del Presidente.

Así que agárrese, que esto no se acaba hasta que no se acaba, como dicen
los clásicos.

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