viernes, marzo 12, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : El fantasma de la ingobernabilidad

El fantasma de la ingobernabilidad

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes

Vaya forma de construir la gobernabilidad en el país. Según el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, el acuerdo entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, mediante el cual el blanquiazul se compromete a no participar en alianzas en el Estado de México, tiene ese objetivo. Es obvio que el propósito central del mismo no es otro que allanar el camino al gobernador Enrique Peña Nieto para alcanzar el triunfo en las elecciones presidenciales del 2012. Así se confirma, por si quedara alguna duda, que la dupla integrada por ambas fuerzas políticas es la fórmula que tiene la oligarquía para enfrentar a la izquierda y restarle vigor al pluralismo. Queda patente que la gobernabilidad con que sueñan los poderes fácticos es la que surge del inmovilismo, la ausencia de una vida democrática elemental y la cancelación de garantías a la sociedad mayoritaria.

Es claro que este acuerdo se habría llevado a sus últimas consecuencias si Francisco Rojas Gutiérrez no comete la indiscreción de dar a conocer el que se hizo entre ambos partidos a cambio de que se aprobara la Ley de Ingresos en los términos que quería Felipe Calderón. Algo no gustó a la dirigencia del PRI, motivo por el que el coordinador de la bancada tricolor en la Cámara Baja sacó a la luz dicho acuerdo. Quizá estén arrepentidos de haberlo hecho, por el precio tan alto que tuvieron que pagar: que se conociera el referido a la prohibición al PRI de hacer alguna alianza con otras fuerzas políticas con el fin de obstaculizar a Peña Nieto en su carrera por la Presidencia de la República.
Sin embargo, Gómez Mont insistió que el propósito del acuerdo se orientó a “tratar de generar condiciones para que los políticos puedan entenderse entre sí y llegar a arreglos que den viabilidad a la gobernabilidad”. O sea que sin arreglos en lo oscurito es impensable un entendimiento básico, cuando la esencia de la democracia es precisamente la ventilación pública de los problemas que aquejan a la sociedad, no su ocultamiento. Constatamos así lo lejos que estamos de tocar siquiera las puertas de una democracia que sirva de pauta a la modernización real del sistema político mexicano, condición irrenunciable para lograr una verdadera gobernabilidad, donde los arreglos ocultos no tengan razón de ser, porque la gobernabilidad estará basada en el entendimiento entre todas las fuerzas políticas.
La gobernabilidad es la esencia de la democracia, pues se llega a ella mediante las negociaciones entre todas las fuerzas políticas, hechas a la luz del día, no entre las sombras como se hace en la actualidad. Sin verdadera democracia no hay gobernabilidad que valga, así que salen sobrando las explicaciones de Gómez Mont. Con los bochornosos acontecimientos de las últimas semanas en el ámbito político nacional, queda claro que no hay voluntad del grupo en el poder orientada a superar los vicios del sistema político. Se quiere que el país siga apostado en el atraso, la simulación y la demagogia obsoleta. Así, será impensable que podamos avanzar hacia una transición democrática que sirva de motor de los cambios políticos que garanticen una verdadera gobernabilidad.
Es preciso entender que la gobernabilidad no es un don que sólo posee la elite política, sino es la consecuencia de los avances democráticos logrados con base en un arduo trabajo entre todas las fuerzas que integran el espectro partidista. En una nación como la nuestra, tan desigual y multicultural, es impensable un bipartidismo al estilo estadounidense. Mientras los poderes fácticos más insistan en lograrlo, menos posibilidades tendrán de alcanzar su propósito y más alejarán al país de una sana gobernabilidad. Así han estado obrando, particularmente a partir de que se dio el paso de la alternancia en el año 2000, pero con resultados contraproducentes. De ahí el gravísimo riesgo que correría el país si pretenden seguir actuando así en el 2012, tal como lo deja ver el acuerdo fallido en relación con Peña Nieto.
Lo único que están logrando es llevar a la nación al pantanoso terreno de la ingobernabilidad, del que no podremos salir ya de forma natural, sino con medidas cada vez más complejas y dolorosas. Si en el plano económico los riesgos de ingobernabilidad son manifiestos, por los agudos problemas existentes, cada vez más difíciles de manejar, en el político lo son más aún, porque de una buena operación política depende que se puedan paliar los embates de la pobreza extrema, del tremendo desempleo, de la agudísima violencia social. Por eso es muy oportuno insistir en que la elite política deje de actuar con la irresponsabilidad que lo ha estado haciendo, pues está llevando a la nación a la peor de las catástrofes, la de la ingobernabilidad, que ojalá no se llegue a presentar a pesar de los empeños de la burocracia dorada en hacerla surgir.
(gmofavela@hotmail.com)

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