miércoles, marzo 31, 2010

Guillermo Favela : Frenar desequilibrios, única salida

Frenar desequilibrios, única salida
Guillermo Favela



El enorme déficit social de México es factor primordial de los gravísimos problemas que agobian a la sociedad nacional. No obstante tal realidad, la oligarquía pretende seguir ampliando la brecha que la separa de las clases mayoritarias, gracias a la aplicación de las políticas públicas neoliberales. Así lo deja ver el empeño de los legisladores del PAN en que se apruebe sin tardanza su reforma laboral, la que de promulgarse equivaldría a una bomba de tiempo con una carga explosiva de alcances extraordinarios, que afectaría de manera criminal a los asalariados, al punto de profundizar una lucha de clases que indefectiblemente desembocaría en mayor violencia social y una más firme ingobernabilidad.

No podría ser de otro modo, porque a la clase trabajadora se le arrinconaría sin posibilidad alguna de poder defender sus legítimos derechos, haciendo regresar al país a los tiempos más negros del Porfiriato, con las terribles consecuencias que cabría esperar de una situación tan nefasta bajo cualquier punto de vista. Llama la atención la insensibilidad de los legisladores del blanquiazul, pero más aún la de Felipe Calderón al prestarse a favorecer una propuesta patronal que vendría a profundizar la pérdida de garantías de los trabajadores. Así lo han comentado analistas muy serios y expertos en derecho laboral, quienes coinciden en que la llamada “reforma Lozano” está totalmente cargada en favor de los patrones.
Esto equivale a echarle gasolina al fuego, cuando lo urgente es apagar las brazas con acciones eficaces. Sólo así sería posible neutralizar la violencia que se está generalizando en el país, cuyas causas se encuentran precisamente en el déficit social que se ha estado acumulando desde hace tres décadas, cuando el Estado mexicano perdió el rumbo por causa de una tecnocracia comprometida a fondo con intereses ajenos a los del país. De ahí el imperativo de que dicha reforma de corte fascista no pase en el Congreso, pues sus consecuencias serían terribles al generarse condiciones sociales comparables a las que se vivieron en los albores de la Revolución Industrial. Por eso en su reciente visita, Hillary Clinton hizo hincapié en que sería muy sano para ambos países que México retome el camino del crecimiento.
Obviamente, con relaciones obrero-patronales como las que se pretende imponer a la sociedad nacional, nos alejaremos más aceleradamente de la senda de un verdadero desarrollo, al crearse condiciones socioeconómicas que incrementarían los ya de por sí graves desequilibrios que contribuyen a la generación de problemas estructurales muy complejos. Si en la actualidad vivimos en un marco de inestabilidad muy profunda, con niveles de violencia cada vez más dramáticos, de agravarse la brecha que separa a la oligarquía de las clases mayoritarias, el país entraría en un tobogán de ingobernabilidad que sólo podría frenarse con altísimo derramamiento de sangre en todo el territorio nacional. En Washington ya se dieron cuenta que este escenario está a la vuelta de la esquina, y al parecer, según la postura de la señora Clinton, no les parece el más conveniente, ni siquiera para justificar una intervención directa en nuestro país.
No, porque se produciría una escalada de violencia de alcances impredecibles, en un momento histórico que presenta perfiles apocalípticos. De ahí la necesidad imperativa de que las fuerzas opositoras al PAN sumen voluntades para frenar los afanes fascistas de querer imponer reglas laborales que agravarían una injusticia social de por sí lacerante. Asombra que no vean tal realidad los oligarcas que mandan en Los Pinos, y más aún que la burocracia dorada que allí despacha se preste a favorecer intereses contrarios a los de la sociedad en su conjunto. Pero se dan golpes de pecho al referirse a la inseguridad pública que caracteriza a México en la actualidad, como si no tuvieran gran parte de culpa en la proliferación de este fenómeno.
Si realmente los asusta la situación de ingobernabilidad que comienza a vivirse en muchas partes del país, lo más sensato y aconsejable es que acortaran su voracidad y dieran paso a una tregua social, indispensable para aminorar las presiones de todo tipo que está viviendo la nación, como consecuencia de los graves desequilibrios que ocasiona la acumulación de la riqueza nacional en cada vez más pocas manos, mientras que por otro lado la pobreza se incrementa a niveles exasperantes. No es fortuito que la delincuencia organizada tenga cada día mejores posibilidades de desarrollo. ¿Cómo no va a suceder así cuando hay cada día más jóvenes sin otro futuro que engrosar las filas del ejército de desheredados? ¿Qué se puede esperar de una sociedad humillada y ofendida por una minoría que no se harta de amasar incalificables fortunas?
(gmofavela@hotmail.com)

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