domingo, marzo 28, 2010

Ricardo Andrade Jardí : Beligerancia contra el despertar ciudadano

Beligerancia contra el despertar ciudadano

Ricardo Andrade Jardí


El tamaño de la perversidad de la jerarquía católica no tiene límites. Durante 20 años el Vaticano quiso ocultar los abusos sexuales cometidos por un cura a cuando menos 200 (doscientos) niños discapacitados. Niños sordos y mudos, que eran puestos bajo el cuidado de ese cura, entre otras cosas, porque su fe cristiana les permitía ver en él, a un pastor católico, la posibilidad de acercarse a Dios, por medio de quien había profesado entre otras tantas cosas su amor a la verdad.
Pero la verdad era otra y por fin sale a la luz. No se trata de campañas de desprestigio contra una institución decadente de por sí, sino de la atrocidad que significa: por un lado el abuso sexual y por el otro la mentira para ocultar tan lamentables hechos y peor aún cuando se trata de la confianza traicionada de cientos de familias, que en algún momento creyeron en una institución que finalmente les falló. No se trata, pues, insistimos, en una campaña de desprestigio, el que se da de muchas formas en la Iglesia Católica, baste de ejemplo la elección, por parte de la “inteligencia” vaticana, de un Papa Nazi (por obligación).

Al asunto de los 200 niños abusados sexualmente (violados, en castellano) se suma el del líder fundador de La Legión de Cristo que abusó hasta de sus hijos propios y adoptados, al tiempo que mantuvo una doble o triple personalidad y que ante las acusaciones y denuncias de su perverso comportamiento: el Vaticano, con el Papa, anterior, de por medio, quisieron minimizar y ocultar, como si se tratara de cualquier pecadillo sin importancia.
Resulta una inmoralidad que raya en el cinismo el que la jerarquía católica mexicana y el Vaticano pretendan defender, lo que, su institución, no sólo no ha defendido, sino que sistemáticamente ha mancillado.
La campaña contra el aborto y contra la diversidad sexual emprendidas por la una parte de la Iglesia Católica carece de razón. Toda vez que esgrimen o pretenden justificar su campaña en valores, que son rápidamente olvidados cuando a los intereses de esa Iglesia conviene.
Es importante hacer notar que lo que hoy la Iglesia Católica pretende hacer ver como una campaña de desprestigio, no es más que una cortina de humo, para ocultar la verdad, traicionando así la palabra que el catolicismo dice profesar.
Para la Iglesia Católica es urgente un replanteamiento de su pensamiento, pues además de ser una institución que hoy se sustenta en la mentira y en la complicidad criminal, es también de muchas formas un lugar donde sus “prohibiciones” se convierten en su principal enemigo.
Decía el poeta granadino Federico García Lorca: “es incomprensible la existencia de un Dios, que nos dio la posibilidad del placer y al mismo tiempo nos lo condena”.
No se requieren campañas de desprestigio para desprestigiar lo que está en evidente decadencia. La Iglesia Católica desde su fundación no ha sido más que una institución impositiva, que ha exterminado culturas y sometido naciones, en nombre de su único Dios. Es el origen de su propia historia, lo que desprestigia el catolicísimo y su institucional iglesia, a lo que se suman el prejuicio y el conservadurismo de una estructura jerárquica incapaz de evolucionar a la par de la cultura.
Pero conviene estar alerta, pues la decadencia de la Iglesia Católica y el conservadurismo impuesto por ella, anuncian, en su caída, la perversidad de su beligerancia contra el despertar ciudadano y la toma de conciencia de toda sociedad.

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