viernes, marzo 26, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Lo absurdo es la terquedad

Lo absurdo es la terquedad

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


Para el sucesor de Felipe Calderón, independientemente de quién sea, una de sus prioridades inaplazables tendrá que ser pacificar al país, crear condiciones para que la nación recupere su confianza en el futuro, propiciar un ambiente social, político y económico que permita revertir una realidad contraproducente en todos sentidos, como la que se vive actualmente en México, por obra y gracia de la puesta en marcha de políticas públicas que no han demostrado ser las que se requieren para apuntalar una paz social que contribuya a fortalecer la economía e incentive un crecimiento real. De ahí que sea un absurdo suponer, como lo hace el inquilino de Los Pinos, que su sucesor estará obligado a seguir su lucha contra quienes llamó “bola de maleantes” que integra una “ridícula minoría”.

Lo realmente absurdo es la terquedad de Calderón en no querer modificar su estrategia de combate al narcotráfico, no las propuestas cada vez más contundentes de la sociedad para que ponga fin a una lucha sin sentido. En tres años y meses los resultados han sido contrarios a los esperados, la fortaleza de los cárteles es más que obvia mientras que el desgaste de las tropas del Ejército y la Armada les está restando capacidad ofensiva, a la par que su prestigio ante la sociedad ha venido menguando, no sólo por lo ineficaz de su lucha contra un enemigo que requiere ser combatido con sus mismas tácticas y estrategias, no con las de fuerzas armadas regulares que no están preparadas para la guerra de guerrillas.
Si cuando estaba en el apogeo de su mandato Calderón no pudo derrotar a los cárteles del narcotráfico, menos podrá lograrlo en su declive, cuando las tropas enfrenten no sólo a un enemigo invisible que pega donde menos se lo espera y huye sin dejar rastros, sino el rechazo de una población cansada de abusos y de tanta violencia de uno y otro lado. A la pregunta que hizo Calderón, válida para la sociedad en su conjunto no sólo para sus interlocutores en el Encuentro Nacional de Vivienda, respecto de qué proponemos, “que se eche para atrás su gobierno, que deje hacer lo que les dé la gana a los maleantes”, la única respuesta válida en las actuales circunstancias es que actúe con sensatez, con el fin de frenar tanto derramamiento de sangre.
Lo prioritario es poner fin a tanta violencia, mucha de la cual surge por la fuerza del Estado ante un enemigo que no será derrotado sólo con el uso de las armas. Esto ha quedado perfectamente claro, pues la capacidad de fuego es en muchos casos muy superior la que tienen los cárteles a la que tienen conjuntamente todos los cuerpos policíacos. Es un grave error de apreciación de Calderón decir que se trata de una “bola de maleantes” y más aún de una “ridícula minoría”, cuando es un hecho más que comprobado que la capacidad económica de los cárteles del narcotráfico es muy superior a la de muchos sectores económicos juntos.
No por nada el gabinete de seguridad nacional del gobierno de Barack Obama, que visitó México el pasado martes, aceptó la necesidad de ampliar la Iniciativa Mérida a temas sociales. La secretaria de Estado, Hillary Clinton dijo: “sabemos que tenemos que trabajar más en temas de la educación y la salud, en el desarrollo económico y social”. Sin embargo, unas cuantas horas después Calderón le enmienda la plana y reafirma que para él lo único importante es lanzar a las tropas del Ejército y la Armada contra las mafias del crimen organizado. De plano no es fácil entender cuál es el mecanismo mental que impulsa al inquilino de Los Pinos a proceder con tamaña insensatez y falta de coherencia.
Lo verdaderamente ingenuo es suponer que algún día los jefes de los cárteles van a rendirse, saldrán de sus escondites con banderas blancas pidiendo clemencia, cuando la realidad muestra que su capacidad ofensiva sigue intocada, pues a la par que se liquida o somete a un capo surgen otros que lo van a suplir con igual o mejor poder combativo. Así lo demuestra la realidad, no es una elucubración calenturienta. No puede ser de otro modo por una sencilla y comprensible razón de sentido común: el gran negocio que es el narcotráfico permite eso y mucho más. Lo inaceptable, para el Imperio estadounidense, donde está el gran mercado de estupefacientes, es que se pierda el control del negocio por comportamientos erráticos como los de Calderón. Al crimen organizado sólo se le puede derrotar con altos índices de desarrollo social, con pleno empleo y bajas tasas de pobreza. ¿No fue así como funcionó México de 1940 a 1970?

(gmofavela@hotmail.com)

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