martes, marzo 16, 2010

María Teresa Jardí : Inducidas tentaciones integristas

Inducidas tentaciones integristas
María Teresa Jardí

Mientras los ejecutados diarios eran trabajadores mexicanos, Obama no sentía indignación alguna, pero en tocarle a trabajadores de un consulado gringo, entonces se indigna. Ejemplo de que el gobierno yanqui negro es igual de malo que el blanco para la humanidad entera.
Lo que no funciona es el sistema y cuanto antes lo vayamos entendiendo los hombres y mujeres comunes y corrientes, los de a pie, menos sangre se derramará de la manera siniestra en que se derrama en México en aras de la criminal imposición del capitalismo salvaje que a los pequeños hitlercitos, al estilo del usurpador mexicano, propicia.

Validamente se podría afirmar que las ejecuciones de los empleados de Obama son debidas a un ajuste más de cuentas entre narcotraficantes. ¿Acaso no es así como se quieren justificar los asesinatos diarios de mexicanos para imponerle a México el Plan Mérida?
Sólo que las ejecuciones de los mexicanos son parte de la imposición del fracasado sistema y no entra en el perverso juego, o al menos Obama tiene que fingir que no entra, el que se asesine a sus empleados. Y, claro, se apresura, sabedor de que la desgracia de los mexicanos está decidida, a sacar a las familias de los empleados de mayor rango de los consulados que tiene en México el imperio asesino que domina al mundo. Con el Plan Mérida se trata de asesinar mexicanos, queda claro, clarísimo.
Ayer se denunciaba que desde la llegada del Ejército a Juárez ha aumentado la violencia un mil por ciento. Yo prefiero, como saben ustedes, ubicar lo de los ejércitos que tenemos en México. Por lo que diría que con la llegada del Ejército Nacional —es de suponer que el EMP está ocupado por completo del cuidado del dictadorcete, al que el miedo, como se desprende de sus exhibiciones públicas, le llega hasta lo más profundo de las entrañas—, sumada a la llegada del ejército paramilitar que comanda García Luna, la violencia ha aumentado un mil por ciento.
El silogismo es elemental. Si desde la llegada de esas fuerzas, ese es el aumento, esas fuerzas llegaron a cumplir con la encomienda de aumentar la violencia.
Y ese aumento brutal de la violencia, como integrante del plan impuesto, pienso que puede tener como objetivo el de despertar las tentaciones integracionistas, a lo bestia, en los mexicanos, que viven en la frontera norteña. Nadie podría cuestionar, el que los habitantes de Chihuahua y en particular los de Ciudad Juárez, piensen en cuánto mejor no estarían como parte integrante, de plano, del país vecino. Pero imposible que como lo están como parias fronterizos de un país sin Estado, que ha dejado de ser Nación y que tampoco es ya una República.
Aspiración válida la de querer vivir en un Estado entendido como el lugar que propicia para todos sus integrantes la tranquilidad y la paz social. En una Nación donde un usurpador, que recuerda a los dictadorzuelos de mierda del boom latinoamericano de novela, no usurpa el poder, para robar a diestra y siniestra, como el pago que se le deja obtener por su vergonzosa entrega del país en el que geográficamente le tocó nacer. En una república donde el Poder Legislativo —cuando la vida entera del país está siendo salpicada por los ríos de sangre derramada de sus hijos— discute cuando, salta a la vista, que el Ejecutivo no sirve, las medidas a tomar para reemplazarlo, antes de que haga más daño del acumulado con la violencia inaudita que sólo propicia inseguridad. El único sentido del gobierno es la seguridad que, con la firma del pacto social, para los habitantes de tal o cual lugar se propicia como forma de vida civilizada y digna.
Otra cosa es que el Congreso gringo no quiera integrar a los estados de la frontera Norte del país como parte de esa nación cargando con el Frankenstein creado a la medida de lo que se busca hacer con nuestro país.

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