miércoles, marzo 17, 2010

Julio Pimentel Ramírez : Escalada intervencionista

Escalada intervencionista

Por Julio Pimentel Ramírez

Las ejecuciones de tres personas vinculadas al Consulado de Estados en Ciudad Juárez, el más reciente capitulo de la tragedia nacional anunciada al asumir Felipe Calderón en forma ilegítima la presidencia de la República, violentando la voluntad de la mayoría de los ciudadanos que ejercieron su voto con la complicidad del entramado de intereses e instituciones que mantienen en pie el modelo neoliberal, explotador y corrupto, representa no solamente una escalada en la violencia del narcotráfico sino que al inscribirse en la geoestrategia de seguridad de los halcones imperiales coloca en alto riesgo la soberanía nacional, ya de por sí erosionada desde hace muchos años.

En realidad, los sucesos tanto en la frontera Norte –Chihuahua, Baja California, Tamaulipas, Nuevo León, Sonora, Durango, Sinaloa- como en Guerrero, Michoacán y otras entidades de la República, caen en el diseño del Pentágono: entre más se descomponga la estructura social mexicana más fácil será tomar control de ella, sobre todo si todo el país se encuentra ya bajo la sombra de un estado policiaco y militar, en el que el germen del miedo paraliza o inhibe las eventuales manifestaciones de crítica y protesta.
En todo caso esa estrategia se corresponde con la necesidad de sobrevivencia de un gobierno federal debilitado, preso de sus errores y de sus intereses mezquinos, encabezado por un minimizado y patético Felipe Calderón que considera que se va ganando la “guerra” contra el narcotráfico y que se vería respaldado por la presencia en México de agentes especiales estadounidenses e incluso si se requiere de tropas del país vecino.
Así, uno de los frutos podridos de la “guerra” contra el narcotráfico de Calderón, que durante lo que va de administración espuria ya ha dejado más de 19,000 ejecuciones en el territorio nacional, es la creciente amenaza a la soberanía nacional por parte de Estados Unidos, que considera afectados sus intereses por la creciente violencia del narcotráfico, fenómeno que por lo demás persiste entre otras cosas porque representa un negocio multimillonario vinculado financieramente con la órbita económica “legal” y es un eficaz instrumento en la estrategia estadounidense de dominio continental y mundial.
Al estilo de sus anuncios sobre la persecución sin tregua de Bin Laden, acusado de los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001,
Estados Unidos prometió una “incansable’’ cacería de los asesinos que abatieron el pasado sábado a tres personas vinculadas al servicio de su consulado en Ciudad Juárez y anunció que agentes del Buró Federal de Investigación (FBI) junto con otras seis agencias integraron una fuerza de tarea con la que participarán en las investigaciones.
La vocera de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en El Paso, Andrea Simmons, dijo que en las investigaciones de los tres homicidios colaboran además del FBI, la Agencia Antinarcóticos (DEA), la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF).
También participan agentes de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado, personal del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC) y del Departamento del Sheriff del Condado de El Paso. Después de todos éstos, ¿Quién sigue?
Para garantizarse el control de las naciones de América Latina, un mercado de 800 millones de habitantes, Estados Unidos ha diseñado un esquema de opresión que está esencialmente garantizado por la militarización de la región. Son tres las líneas instrumentadas para alcanzar ese objetivo: Planes económicos y de dominación castrense de los conflictos sociales, emplazamiento de bases militares y ejercicios entre las fuerzas armadas de distintos países del continente americano.
La metodología utilizada por el imperio estadounidense puede resumirse como un movimiento de pinza en el que sus dos tenazas son la militar y la económica. Para concretar esta última ha diseñado una serie de programas de liberalización de mercados latinoamericanos, apropiación de recursos naturales (fundamentalmente petróleo y agua) y reducción de costos laborales con la expansión de las maquilas, que fueron instrumentadas en México tras la puesta en marcha durante 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido como NAFTA según su sigla en inglés o TLCAN en español). Por Ahí siguen los tratados de libres comercio con Centroamérica y otras regiones.
En la búsqueda de abrirse camino el imperialismo estadounidense ha generado todo un andamiaje de intervención militar en América Latina, que a lo largo de la última década ha tomado diferentes formas, entre ellas las 10 bases militares instaladas o por instalar y los planes Colombia y México para “combatir” al narcotráfico.

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