TENDAJÓN MIXTO
Si la sociedad se decide, todo puede cambiar
Jaime Ornelas Delgado
A don Rafael Jacobo Femat, comunista ejemplar.
La última encuesta de Latinobarómetro revela una situación sumamente preocupante: en México, apenas de 23 por ciento de la población acepta estar satisfecha con la democracia. Además, la misma encuesta deja ver que apenas 40 por ciento de los mexicanos considera a la democracia como la mejor forma de gobierno, cuando en 2005 ese porcentaje alcanzaba 59 por ciento (www.latinbarómetro.com).
Esta información, por su trascendencia en la vida presente y futura del país requiere ser reflexionada, pues sin duda la insatisfacción con la democracia como se vive en México, tanto como las dudas respecto a si esa es la mejor forma de gobierno, no sólo tiene mucho que ver con la simulación política que ha impuesto el neoliberalismo en el país, donde la vida democrática no pasa de ser una caricatura inútil que ha llenado de incertidumbre y desaliento a la población.
Por un lado, no se puede soslayar como uno de los factores determinantes en ese deterioro de la democracia, el fraude electoral del 2006 que arrebató a los ciudadanos un triunfo legítimo. Un fraude de esa magnitud y con ese significado, no puede resultar sino en un desaliento generalizado y, en consecuencia, se rechazan esas formas gansteriles de actuar que terminan por sembrar dudas sobre la viabilidad de la democracia y la eficacia de los procesos electorales, que son la cima de la democracia representativa.
Por otro lado, la democracia representativa, en la cual los electores eligen pero no deciden, es cada vez más limitada y ha dejado de ofrecer opciones políticas a una sociedad –o a una buena parte de ella– que aspira a ser más participativa, a tomar parte de la toma de decisiones que le incumben y está demandando ser agente activo en la aprobación y evaluación de las políticas y las acciones gubernamentales. En fin, tal como concluye el Nuevo Proyecto Alternativo de Nación: “La democracia debe cambiar de signo debe dejar de ser meramente representativa para convertirse en una democracia participativa. Eso quiere decir que el pueblo tenga la capacidad real de decidir cómo se instituye el Estado y como se gobierna” (p. 87).
Esta aspiración de cambiar ha fortalecido la cohesión del movimiento social, que asume la idea de que sólo el pueblo organizado puede cambiar al Estado y a la democracia; que únicamente la organización popular puede enfrentar la opresión y la explotación. En eso está ahora el movimiento social agrupado en Morena, cuyo proyecto alternativo no es un plan de gobierno o una plataforma electoral, es más bien un programa de transformación, una visión de futuro, de un futuro que garantice a los mexicanos el buen vivir consistente en la satisfacción plena de sus necesidades materiales, culturales y sociales, así como establecer relaciones armónicas entre los individuos y las comunidades, como entre la sociedad y la naturaleza.
El nuevo proyecto de nación es posible, si desde ahora se comienza a construir el poder social entendido como el punto de encuentro entre la transformación política y la de la sociedad y que, al mismo tiempo, es la materialización política de la soberanía popular y la fuerza que podrá desatar los procesos de emancipación que modificarán la dominación cultural y la opresión social.
La utopía no es la búsqueda de lo imposible, sino pasar de un lugar a otro. Por eso todo, todo puede cambiar si la sociedad se decide.
Lo bueno es que no estamos en guerra
La Secretaría de Gobernación, dio la noticia de que México no está en guerra, pero Human Rights Watch, una organización no gubernamental internacional que atiende el cumplimiento de los derechos humanos y denuncia su violación en distintos países del mundo, presentó un informe que tituló “Ni seguridad, ni derechos: ejecuciones y tortura en la guerra contra el narcotráfico en México”, donde se denuncia y se documenta que las fuerzas de seguridad “habrían participado en más de 170 casos de tortura, 39 desapariciones y 24 ejecuciones extrajudiciales.” Pero dicen las autoridades que en México no estamos en guerra.
Como dicen los indignados de Madrid:
“Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario