Rogelio Ramírez de la O
Gobierno de coalición entre el PAN y el PRI
Desde principios de los años 90 hay un gobierno de coalición de facto
entre el PRI y el PAN. Aunque con ocasionales diferencias, esta
coalición tiene su columna vertebral en el proyecto económico del PRI,
el cual desde principios de los años 80 da máxima prioridad a la
estabilidad macroeconómica y concibe la desregulación y la privatización
como la agenda de modernización.
Esta agenda, sin embargo, dejó de tener viabilidad porque un proyecto
así nunca podrá tener éxito con corrupción gubernamental. Así, las
privatizaciones resultaron innecesariamente fallidas en su mayor parte y
las quiebras (en especial la de la banca en 1995) y altos costos
sociales crearon la resistencia social a más de lo mismo.
Vicente Fox pudo inaugurar un verdadero proyecto de liberalismo
económico, pero demasiado temprano se comprometió con el rescate de
bancos y luego le resultó más cómodo validar el modelo del PRI.
Con el tiempo la coalición se fue descomponiendo porque el modelo
priísta y luego panista no ha sido capaz de dar a México crecimiento
económico. Como prueba, desde 1983 el producto por habitante sólo creció
en 0.3% anual. Cuando Estados Unidos crecía y absorbía medio millón de
migrantes mexicanos esto no importaba mucho. Pero a partir de 2008 el
alto desempleo y falta de oportunidades se fue convirtiendo en mayor
presión social y finalmente en inseguridad y violencia.
Éste es el momento en el que las élites se plantean nuevas fórmulas,
como un gobierno de coalición. Pero esto de poco serviría si la
estrategia económica sigue siendo la misma. Y si lo que plantean es
cambiar esa estrategia, no se escucha por ningún lado. Lo que queda
claro es su interés por seguir de alguna manera insertados en el gobierno.
Mucho menos se plantean los vicios de corrupción por los cuales la
estrategia le falló en primer lugar al PRI y que ahora se han enraizado
en el PAN. Así, resulta fútil explorar fórmulas legales y políticas para
montarlas en una estructura que no da resultados en lo económico, que no
puede evidentemente desterrar la corrupción de los gobiernos que
encabeza, y que cada día su gestión es descalificada por la violencia,
la inseguridad y denuncias de más corrupción.
Incluso frente a muchas empresas, que normalmente serían las primeras
beneficiadas por un proyecto de estabilidad y desregulación, esta
estrategia se descalifica por sí sola. Un ejemplo son los productores de
calzado en Jalisco, Guanajuato y el Estado de México, que intentan
frenar la amenaza de que en diciembre próximo caigan las tarifas a la
importación de calzado chino sin que el gobierno vaya a hacer algo al
respecto. Otro es el cierre de plantas de mezclilla ante la invasión de
mezclilla china a un precio inferior al de la materia prima bruta en el
mercado internacional.
Y mientras se habla de coaliciones, el PAN y el PRI se intercambian sin
rubor alguno sus alianzas con líderes sindicales de mala reputación y se
toleran mutuamente actos de corrupción, como los de los gobernadores
priístas de Puebla y Oaxaca, a quienes no se les investigó, y ahora el
excesivo endeudamiento de varias entidades priístas sobre el cual sólo
hay retórica, pero no acción legal verdadera.
Un síntoma típico de situaciones con escasa solución es la búsqueda
infructuosa de mecanismos que parecen a primera vista novedosos, pero
que no se dirigen al centro del problema. Muchas personas bien
intencionadas han visto en las coaliciones un posible alivio a los
problemas de México, pero primero tendrían que reflexionar que esta
coalición ya existe y desde hace mucho tiempo.
rograo@gmail.com
Analista económico
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