María Teresa Jardí
Para llegar al Estado fallido en que México se halla hoy convertido, se empezó por bajar la educación al pueblo a los niveles de escándalo que saltan a la vista. Y ya con un Estado fallido en marcha, en lugar de ponerse a trabajar, las instancias relativas, en la atención de las causas del problema, como enseña la más elemental de las lógicas, las que se tienen que atacar, si se quiere atender el problema. En lugar de hacer al menos el intento de mejorar la calidad de la educación, siguiendo los parámetros que en otros lugares del mundo se han seguido o en base a lo que la lógica dicta, se siguen bajando los niveles, como si México fuera jauja para todos y no sólo para las familias mafiosas que disfrutan de las riquezas, aunque tampoco tengan la seguridad de que no va a alcanzar a alguno o a varios de los suyos la muerte violenta.
A final de cuentas, cuando la violencia es regla, llega el momento en que alcanza a todos, por más cuidados que se tomen los parapetados en bunkers convertidos en esclavos en manos de “sus cuidadores” en los que tampoco pueden confiar incluso porque donde todo se torna comprable se piensa, correctamente o no, que todos se tornan en vendibles.
Así son las cosas cuando el entramado ético de todas las instituciones se destruye como se ha hecho en México por extraños y propios siguiendo las ordenes del imperio y de las transnacionales extranjeras que hoy ya saben los pueblos que las sufren que sólo operan en su propio beneficio.
El regreso a la enseñanza de la escritura con letra cursiva es elemental. Esa es la enseñanza que expande la mente. Mientras que la de imprenta cuadricula la mente. Volver al sonido de las letras para enseñar a leer a los educandos es imprescindible, porque, también ya se sabe, que enseñar a leer obligando a aprender las palabras de memoria no facilita, y en cambio sí cancela, la comprensión de los conceptos que, a final de cuentas, en la lectura es lo que importa y no el repetir como pericos lo que de memoria se ha aprendido sin entender su sentido.
La educación de calidad propicia la posibilidad de poner candados a los gobiernos en el manejo de la cosa pública. Con lo que incluso los gobernantes ganan. Gobernantes y gobernados ganan con el control de la corrupción y también gana la empresa. Cuando los candados existen no se convierte al país en paraíso de pederastas ni de tratantes de blancas. No se desarma la estructura ética de las instituciones y no llegan a verse las mismas tan irrespetadas como aquí sucede con todas. No se ve ninguna de ellas “obligada” a “legalizar” el fraude al que saben espurio, convirtiendo a las instituciones en inoperantes al saberlas, todos, cómplices, con las graves consecuencias, genocidas, que saltan a la vista. Nadie obliga a nadie a lo ilegal. Pero en la media en que se van desarmando las estructuras éticas de las instituciones, se van creyendo que lo ilegal, se puede legalizar, sumándose en el fondo al fin del Estado, porque no hay Estado que valga sin el respeto al pacto social, que si bien virtual, de graves consecuencias para todos, cuando, sistemáticamente, se viola por una de las partes, lo que invita a la otra también a violarlo.
Más allá de que más temprano que tarde va a ser juzgada la gubernamental violadora con la severidad incluso de los que propician que las cosas se impongan de esa manera, cuando salta a la vista que deben ser de otra. Los yanquis mimos han dado una y otra vez buena cuenta de cómo funcionan cuando sus protegidos caen de su gracia y son convertidos en enemigos. La suerte de Sadam Hussein y de Moamar Kadaffi es la misma que le espera a Calderón. Y eso que Kadaffi, propició bienestar a su pueblo, aunque él se enriqueciera de manera inaceptable, que no es el caso de Calderón, quien ha destruido la posibilidad de vida civilizada entre mexicanos y nos deja con varios ejércitos en la calle, cada vez mejor armados y con pocas ganas de regresar a sus cuarteles, donde deben estar los ejércitos según ha demostrado la historia de la humanidad en aras de acabar con las tentaciones golpistas, que, todo ejército, y peor aún cuando no ha sido sacado de manera acotada, como hoy sucede en México con el caso de la Marina...
Las recetas no han cambiado y están a la vista.
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