Virginia González Melgarejo
En materia de transparencia en este país hay una inmensa deuda con la ciudadanía, seguir la pista de un recurso entregado se hace muy complicado, pues aunque se hable de transparencia y rendición de cuentas, lo que prevalece es la simulación y la opacidad.
Existe una Auditoría Superior de la Federación, que es un órgano de la Cámara de Diputados encargado de transparentar el uso y destino de los recursos de que dispone el gobierno federal; hay también una Secretaría de la Función Pública, encargada de vigilar el desempeño de los servidores públicos y de la propia Tesorería de la Federación; instituciones que se complementan con el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI).
Y si de evaluar se trata, el propio gobierno federal contrata a importantes instituciones para que hagan evaluaciones muy precisas de los programas sociales que ejerce y lo mismo ocurre en los estados, todos tienes sus órganos de fiscalización y transparencia y entonces ¿qué es lo que sucede?
Después de realizar sus trabajos, los resultados son presentados con las observaciones pertinentes para que a partir de éstas se finquen las responsabilidades, es decir, se inicien en el Poder Judicial las averiguaciones y denuncias pertinentes al caso, y es ahí donde todo queda en el limbo, porque todas las observaciones se pierden, no se les da continuidad.
Cuando las dependencias establecen sus propias reservas, cuando los diputados exentan de la fiscalización a los partidos políticos, cuando se consiente la creación de fideicomisos que ellos mismos convierten en entidades no sujetas a la fiscalización, cuando no existe una vinculación entre estos órganos y la posibilidad de ejercer un control directo sobre los funcionarios públicos o los partidos políticos en los casos de los malos manejos del dinero público, es aquí donde comienza la simulación. El discurso es maravilloso, pero sólo funcionarios de medio pelo son inhabilitados por algún tiempo del ejercicio del servicio público, lo cual les debe importar poco, pues ya van cargados de dinero público que jamás regresan, y de los peces gordos pues ni hablar, nadan en el mar de la impunidad.
Así las cosas, se acaba de aprobar el destino de 3 billones 700 mil millones de pesos para “gastar” en 2012 en el país. Mucho dinero para tan pobres resultados, y es justamente a esto a lo que se refiere el Proyecto Alternativo de Nación cuando menciona una justa distribución de la riqueza, que este dinero, perteneciente a todos los mexicanos, sea distribuido de manera eficaz. Se busca acabar con la opacidad y la corrupción, pues como vemos no es que no haya dinero, ni haya como vigilarlo, lo que no hay es la voluntad política para que esto ocurra, esto es, una simulación total.
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