Ganar perdiendo
VIRGINIA GONZÁLEZ MELGAREJO
VIRGINIA GONZÁLEZ MELGAREJO
Por fin se cumplió el plazo, y el pasado domingo se llevaron a cabo las elecciones estatales para renovar el Legislativo, elegir gobernador y a los 217 presidentes municipales. Como se advirtió la semana pasada en este mismo espacio, la elección estuvo plagada de irregularidades, compra del voto, acarreo de votantes, denuncias a todo lo largo y ancho del estado, guerra de lodo, todo estaba previsto y anunciado no era magia, se conocen las mañas de los contendientes. Lo que resultó sorprendente fue la holgada ventaja que presenta la alianza PAN–PRD, pues todos los sondeos apuntaban a una contienda muy cerrada que, incluso, podría definirse en tribunales.
Muy importante sería limpiar la elección y que la autoridad electoral castigue de manera ejemplar todos los ilícitos que se cometieron y, así, darle certeza, pero sobre todo impedir que en el futuro se sigan cometiendo estos actos que empañan los procesos electorales y alejan a los ciudadanos de las urnas.
Los números finales aún son desconocidos; falta el jaloneo distrital que arrojará los resultados oficiales y definitivos. Las impugnaciones de los perdedores, la solicitud de anulación de aquellas casillas en donde las irregularidades puedan demostrarse, y probablemente habrá una modificación en las cifras, pero la tendencia parece hoy, lunes 5 de julio, irreversible. Un triunfo histórico, dirán algunos, sacar al PRI de Puebla después de 80 y tantos años. Y sí, en efecto se sacaron las siglas PRI de Casa Puebla, pero en lo fundamental no habrá mucha diferencia en la orientación y las prácticas de gobierno –el ganador ya fue, hace unos años, funcionario priista y no se distinguió de sus congéneres–, más aún tal vez debamos prepararnos para resistir la intolerancia y autoritarismo con el que se conducen los gobiernos panistas.
Lo verdaderamente lamentable en esta elección fue el papel que jugó la izquierda aliancista que obtuvo una victoria pírrica. La izquierda, para aliarse con la derecha perdió en este proceso las demandas de los movimientos sociales y seguramente no papel será marginal en el futuro gobierno. Evidentemente el “triunfo” de la alianza no es de la izquierda que en 2006 ganó las elecciones, que enfrentó a la reacción y que parecía consolidarse como una fuerza política nacional real e influyente ha quedado completamente desdibujada en Puebla y en el país. Su participación limitada y de comparsa de la derecha. Finalmente, sin lugar a dudas, la izquierda ha quedado más dividida y una parte de ella perdió lo más por ganar lo menos.
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