LAS PERIPECIAS DE LA IZQUIERDA
Jorge Chávez Palma
La expresión “Ser de izquierda o de derecha” existe a raíz de las posiciones políticas de los representantes del pueblo en la Asamblea Revolucionaria Francesa; de acuerdo con el lugar que ocupaban con respecto a la presidencia, los que se sentaban a la derecha era los girondinos (apoyaban a la monarquía) y los de la izquierda eran los jacobinos (defendían la república). Tal dicotomía se ha generalizado y ha sobrevivido en diversos países y en distintos tiempos. La línea divisoria no es rígida, varía históricamente en diferentes momentos la posición de derecha e izquierda, como es el caso del PRI en diferentes tiempos: El cardenismo (nacional revolucionario) y “el liberalismo social” salinista se autonombraban “de izquierda”.
Jorge Chávez Palma
La expresión “Ser de izquierda o de derecha” existe a raíz de las posiciones políticas de los representantes del pueblo en la Asamblea Revolucionaria Francesa; de acuerdo con el lugar que ocupaban con respecto a la presidencia, los que se sentaban a la derecha era los girondinos (apoyaban a la monarquía) y los de la izquierda eran los jacobinos (defendían la república). Tal dicotomía se ha generalizado y ha sobrevivido en diversos países y en distintos tiempos. La línea divisoria no es rígida, varía históricamente en diferentes momentos la posición de derecha e izquierda, como es el caso del PRI en diferentes tiempos: El cardenismo (nacional revolucionario) y “el liberalismo social” salinista se autonombraban “de izquierda”.
Esta dicotomía derecha-izquierda no goza de buena salud en la actualidad, se oyen voces de que ha perdido vigor y de que hasta ya no tiene sentido, como en otros tiempos. Estas referencias tienen relación estrecha con lo ocurrido con el más reciente proceso electoral en el cual se conformaron alianzas surgidas de manera inédita, sobre todo entre fuerzas y expresiones políticas de orientación antagónica. No es posible explicarse en términos de consecuencia ideológica que el PRD unifique esfuerzos con el PAN y otras fuerzas en diversas entidades del país en contra del PRI con la divisa de “echarlo del poder” donde lo ha detentado por más de ochenta años.
Ocho décadas de permanencia despótica, colocándose como partido único, hegemónico, cuasi imprescindible, ante una ciudadanía expectante que ha reducido su participación como invitada de palo y ha visto desfilar lo más granado de una clase política en plena descomposición administrativa y conductual.
En el “otro extremo”, la izquierda (sic) electoral, a nivel nacional está representada por un reducido número de miembros, los cuales se orientan a través del conocido clientelismo lumpenesco al que ha sido reducida esta expresión.
Si hablamos de la izquierda en el más amplio sentido de su composición, es necesario mencionar a los contingentes con gran variedad de formas de organización que van desde las ONGs, la izquierda social con reivindicaciones populares integradas a favor de la vivienda, de servicios, demandas sentidas de segmentos importantes de la población; la izquierda radical que postula acciones de mayor envergadura en contra de los gobiernos emanados de la imposición burguesa, todo ello con diferente coloraciones y métodos de lucha que van desde utilizar el recurso de la movilización hasta los peticionarios tradicionales que reducen sus reclamos con trámites acompañados del diálogo mesurado con los gobernantes.
También está la izquierda López-obradorista, que mantiene su impugnación a la legalidad de Calderón, al cual le atribuye la denominación de “espurio”, producto del fraude cometido en contra de Andrés Manuel en la elecciones de 2006, en una lucha persistente y tozuda, que no está dispuesta a arriar las banderas de la democracia, de raigambre popular.
Todas estas franjas de la izquierda no coinciden con la farsa electorera del grupúsculo perredista que se embarcó con Rafael Moreno Valle y accede a la feria de chambas de las cuales solamente les tocarán los restos, que por cierto resultarán premiados los mismos que han cosechado desde hace décadas, dos o tres familias que con diferentes denominaciones partidistas como Partido Socialista Unificado de México PSUM, PMS y ahora PRD “conquistaron” diputaciones y regidurías.
En el escenario electoral, “la nueva izquierda” se desfondó, quedó en el aire, sin bandera, sin sustento, dilapidó su capital político y echó por la borda la tradición hermosa de cientos de militantes que han sido asesinados por los gobiernos de PRI y PAN por el solo hecho, de ser congruentes con una posición de nobleza y definición política.
La izquierda como proyecto ético-cultural y político-social supone principios, convicciones, ocupa un lugar en el mundo de las ideas, si se corre al centro, solamente le espera la marginalidad y el oportunismo y en eso quedaron los que dicen representar a la izquierda, pretendieron llevarse los bienes de la izquierda, parte de su mobiliario, de su historia, de su representación, hasta quemar la casa de la izquierda, declararla en ruinas y posiblemente hasta demolerla, porque ahora tendrán muchas cosas con sus nuevos socios de la derecha, estarán alojados en barrio rico y tendrán nuevas funciones, como ir a comprar los refrescos, cuidar de sus bienes, etc.
Es cuando se pierde la dignidad y el respeto a los demás (y viceversa) , en la búsqueda de una vida fácil y cómoda que les permita inhibir la conciencia, justificando sus acciones y apoyando a la derecha más reaccionaria.
Habrá que afirmar que, la izquierda es una ética de vida que nada puede justificar hacer a un lado los principios en pos de gobernar a toda costa y con quien sea; la izquierda, es mantener una lucha contra la injusticia, construir la igualdad, en ello radica la diferencia que separa a la izquierda de la derecha.
Estos de “la nueva izquierda”, pretendieron convertirla en la galopina de la oligarquía, habrá que refrendarles que una izquierda sin principios, históricamente… NO ES IZQUIERDA.
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