Murió un capo del narco… ¿y?
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Con la muerte de Ignacio “Nacho” Coronel finaliza una etapa de una lucha interminable, pero dará comienzo otra más que pondrá al país en un estado de violencia quizá peor del que se ha vivido en los últimos dos lustros. Fue un golpe a una organización, la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, no a la estructura que mantiene firme uno de los negocios más lucrativos creados por la inventiva humana. La DEA se anotó un triunfo, que justifica su intervencionismo en México, pero se habrá de pagar un alto costo que dificultará aún más la defensa de la cada vez más limitada soberanía nacional. Se puso fin a la vida de un líder del narco, pero seguramente ya tiene su reemplazo que tomará el puesto con más eficacia e inteligencia que las desplegadas por el famoso “brazo derecho” de Guzmán Loera.
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Con la muerte de Ignacio “Nacho” Coronel finaliza una etapa de una lucha interminable, pero dará comienzo otra más que pondrá al país en un estado de violencia quizá peor del que se ha vivido en los últimos dos lustros. Fue un golpe a una organización, la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, no a la estructura que mantiene firme uno de los negocios más lucrativos creados por la inventiva humana. La DEA se anotó un triunfo, que justifica su intervencionismo en México, pero se habrá de pagar un alto costo que dificultará aún más la defensa de la cada vez más limitada soberanía nacional. Se puso fin a la vida de un líder del narco, pero seguramente ya tiene su reemplazo que tomará el puesto con más eficacia e inteligencia que las desplegadas por el famoso “brazo derecho” de Guzmán Loera.
La “guerra” de Felipe Calderón contra el flagelo es tan inútil como la tarea de Sísifo de subir a la cima de una montaña una pesada roca, misma que inmediatamente vuelve a caer. Se podrán liquidar todos los capos habidos y por haber, pero el narcotráfico seguirá tan lleno de vida como siempre. En tres años y medio, esta absurda lucha ha costado más de 25 mil muertos, muchos de ellos víctimas inocentes, sin que el crimen organizado haya sufrido una merma que lo ponga en jaque. Al contrario, cada día se ha estado organizando mejor, para enfrentar con más éxito a una fuerza gubernamental que no cuenta con la estrategia idónea para superar la capacidad de movilización de un enemigo invisible, que lo es, independientemente de los capos que se logra capturar o matar.
Mientras el narcotráfico siga siendo el negocio más lucrativo del siglo, tendrá un sitio muy relevante en la división internacional del trabajo que dirigen los grandes centros de poder económico y financiero con sede en Washington, Londres, París, Tokio y Berlín, principalmente. Los mexicanos no somos más que simples peones, buenos para hacer el trabajo sucio y morir en el intento. Si las utilidades son muy cuantiosas, como en efecto lo son (alrededor de 40 mil millones de dólares anuales), entonces deben irse a donde está el mercado, de ahí el importante papel de la DEA en la administración del negocio. Los capos mexicanos no están autorizados para desempeñar un papel diferente al que se les asigna en el centro de inteligencia.
Se trata de una situación muy parecida a la que se vive con los bancos, cuyas extraordinarias ganancias se van directamente a sus casas matrices en España, Estados Unidos y Londres. Aquí sólo nos queda el gusto de ser el país donde se produce más de una tercera parte de sus utilidades globales. Algo parecido a lo que sucede en relación con la producción de hidrocarburos, donde mientras más es la extracción de crudo mayores son las pérdidas para Pemex. A la fecha, su deuda neta suma 523 mil millones de pesos; pero aun así no deja de pagarle al fisco una tributación en constante incremento, que de enero a junio sumó 326 mil 146 millones de pesos, según la Bolsa Mexicana de Valores.
Sin embargo, como todos sabemos, México sigue siendo el país latinoamericano que más préstamos demanda de los organismos internacionales, es el más endeudado con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos crediticios. No hay programa de obras públicas que no se haga con créditos del exterior, aunque sea una simple introducción de agua potable en una población mediana. Esto a pesar de que en el Presupuesto de Egresos se otorgan montos específicos para tales obras. En la actualidad se encontró un argumento más para solicitar préstamos, en la lucha en favor del medio ambiente y en diversos programas ecológicos.
Lo que más llama la atención es que, según el Ejecutivo, la recuperación económica del país va viento en popa. Se dice que ya pasó lo peor, que hay bases firmes para tener confianza en un crecimiento sostenido, pero cuando se trata de repartir esos beneficios entre la población la excusa es siempre la misma: “No hay dinero”. ¡Claro que lo hay, pero se queda en la cúpula del poder económico y político! Para las clases mayoritarias nunca va a haber recursos suficientes, ni siquiera para lo más indispensable, como por ejemplo las pensiones a los jubilados, que les parecen ya muy elevadas a los que reparten el presupuesto nacional. Claro que si por ellos fuera les quitaban toda su raquítica pensión, para repartirla entre ellos y sus compinches, como los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Por ello, la economía ligada al tráfico ilegal de estupefacientes ha sido en México, durante décadas, un mecanismo muy útil para una redistribución de la riqueza que suplanta la falta de solidaridad de la oligarquía con el pueblo. Ha sido de gran utilidad para reducir presiones y tensiones sociales en zonas marginadas. Pero eso pasará a la historia porque así lo decidieron en Washington y en Los Pinos, donde al parecer no hay límites para obtener dividendos y beneficios.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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