AMLO, La Mafia y la Unidad Popular
Fausto Fernández Ponte
Asimetrías
“Nuestro movimiento está conformado por personas comprometidas a no mentir, no robar y no traicionar”.
Andrés Manuel López Obrador.
I
Andrés Manuel López Obrador presentó el domingo (25/VII/2010) a la ciudadanía su proyecto alternativo de país –habitado por varias naciones, las originarias incluidas, las más marginados de todos— para “acabar con esta absurda pesadilla”.
La “absurda pesadilla” –no huelga reiterarlo— acosa a millones de mexicanos desde hace cuatro sexenios y medio —28 años—, pero de manera asaz virulenta y terriblemente antisocial en los últimos tres años y pico, en el gobierno de Felipe Calderón.
Tampoco huelga reiterar las manifestaciones de esa pesadilla: saqueo brutal de México y expoliación opresiva de los mexicanos por una mafia oligárquica que utiliza al poder político panista-priísta-perredista del Estado, cínicamente plutocrático.
Ese poder político, al servir a una élite de mexicanos y extranjeros que el propio don AMLO ha popularizado como La Mafia, ha creado un statu quo de opresión material, cultural y psicológica (y hasta espiritual) de la ciudadanía y la propia población infantil.
En ese contexto, el señor López Obrador convocó a miles de connacionales en el zócalo capitalino –el cual se abarrotó, pese a la lluvia— realizada bajo la guisa de una asamblea y anunció, allí, buscar una candidatura partidista a la Presidencia de México.
Fausto Fernández Ponte
Asimetrías
“Nuestro movimiento está conformado por personas comprometidas a no mentir, no robar y no traicionar”.
Andrés Manuel López Obrador.
I
Andrés Manuel López Obrador presentó el domingo (25/VII/2010) a la ciudadanía su proyecto alternativo de país –habitado por varias naciones, las originarias incluidas, las más marginados de todos— para “acabar con esta absurda pesadilla”.
La “absurda pesadilla” –no huelga reiterarlo— acosa a millones de mexicanos desde hace cuatro sexenios y medio —28 años—, pero de manera asaz virulenta y terriblemente antisocial en los últimos tres años y pico, en el gobierno de Felipe Calderón.
Tampoco huelga reiterar las manifestaciones de esa pesadilla: saqueo brutal de México y expoliación opresiva de los mexicanos por una mafia oligárquica que utiliza al poder político panista-priísta-perredista del Estado, cínicamente plutocrático.
Ese poder político, al servir a una élite de mexicanos y extranjeros que el propio don AMLO ha popularizado como La Mafia, ha creado un statu quo de opresión material, cultural y psicológica (y hasta espiritual) de la ciudadanía y la propia población infantil.
En ese contexto, el señor López Obrador convocó a miles de connacionales en el zócalo capitalino –el cual se abarrotó, pese a la lluvia— realizada bajo la guisa de una asamblea y anunció, allí, buscar una candidatura partidista a la Presidencia de México.
II
El sucedido que se comenta ofrece varias moralejas y, a la vez, sugiere algunas reflexiones. Es evidente el poder de enorme convocatoria popular de don AMLO —en Oaxaca su apoyo ha llevado a Gabino Cué a la gubernatura— y de organización.
Ello es, insoslayablemente, un activo importantísimo para una campaña preelectoral y, luego, electoral, para la Presidencia de México, pues describe una identificación del ahora precandidato y varios estratos y clases societales no ajena a un contrato social.
Ello, según el sentir del propio don AMLO y millones de amloístas y ciudadanos afines, le permitirá ganar las elecciones de 2012 con tal amplitud que podría anular los afanes de La Mafia por realizar una defraudación electoral.
Esa defraudación es predecible, pues La Mafia recurrirá a todo para evitar que el tabasqueño logre su objetivo, el cual presúmese que no es sólo el de ser elegido Presidente de México, sino también que la ciudadanía elija un Legislativo afín.
En 2006, si don AMLO hubiese asumido la Presidencia de México habría enfrentado obstáculos colosales, tal vez insalvables: un Congreso de la Unión dominado por la dupla anti México y anti pueblo, la del PRI y el PAN, al servicio de La Mafia.
III
En 2012, si don Andrés Manuel ganare la elección, La Mafia quizá –si acaso— tratará de inflar a Enrique Peña Nieto e influir en la composición de un Congreso análogo para obstaculizar a aquél, quien realizaría sus reformas mediante decretos.
Más no serían reformas estructurales (ni mucho menos superestructurales). No podría modificar las relaciones de producción y las fuerzas productivas y refundar, con verismo, al Estado y crear así la IV República de México.
Empero, no es ese el obstáculo mayor que tiene ante sí este personaje, sino otros: lograr transversalmente –a través de clases sociales— influir en el albedrío ciudadano y que los casi 80 millones de inscritos en el padrón electoral voten por él.
Ello requiere algo más que poder de convocatoria y carisma, organización y un proyecto alternativo de país. Requiere una base amplísima y sólida de apoyo abrumador. Requiere, pues, de unidad popular que se traduzca en un contrato social.
La unidad popular, si lograda por don AMLO, sería el primer indicador real de que la ciudadanía puede alcanzar el poder mediante la vía convencional –la electoral—, más allá de la ilusoria “unidad” de la izquierda y “amaestrada” putativamente por La Mafia.
ffponte@gmail.com
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