Cero y van siete
Virginia González Melgarejo
Termina el mundial, un mes de futbol que para todos aquellos que gustamos del deporte del balompié nos mantuvo un poco distraídos, disfrutando partidos sin la espectacularidad que era de esperarse en un certamen de categoría mundial. El ganador, España, primera vez que levanta la copa, y el equipo mexicano perdió... como siempre, y jugó peor que nunca. Ahora iniciamos la larga espera de cuatro años con el bombardeo inmisericorde de las televisoras que nos harán creer que “ahora sí” jugaremos, si no la final, el anhelado quinto partido.
Virginia González Melgarejo
Termina el mundial, un mes de futbol que para todos aquellos que gustamos del deporte del balompié nos mantuvo un poco distraídos, disfrutando partidos sin la espectacularidad que era de esperarse en un certamen de categoría mundial. El ganador, España, primera vez que levanta la copa, y el equipo mexicano perdió... como siempre, y jugó peor que nunca. Ahora iniciamos la larga espera de cuatro años con el bombardeo inmisericorde de las televisoras que nos harán creer que “ahora sí” jugaremos, si no la final, el anhelado quinto partido.
En ese lapso hubo algunas cosas que, tal vez, nos pasaron desapercibidas. Muy astutamente, antes de las elecciones se anunció que se cancelaba el aumento a las gasolinas... el primer sábado de cada mes y que, a partir de junio, se pasaba para los segundos sábados de todos los meses siguientes. De esta manera, pasando las elecciones y en espera de la final del campeonato mundial, nos recetaron otro aumento a las gasolinas, es decir, nos metieron un gol cuando estábamos distraídos.
El asunto, pareciera, se toma con resignación: 8 centavos más a la gasolina Magna, para quedar en 8 pesos 36 centavos por litro; el diesel aumentó 8 centavos, costando ahora 8 pesos con 72 centavos; y la gasolina Premium, alcanzó los 9 pesos con 90 centavos por litro. Y aunque acumulados, estos nuevos aumentos, siete en lo que va del año, ya rebasan la inflación, y nadie puede esperar que el gobierno federal recapacite, los deslizamientos se seguirán dando fatalmente a lo largo del año el segundo sábado de cada mes. El objetivo: igualar el precio de los combustibles vendidos en el país con el precio de los vendidos en los Estados Unidos. Y si de igualar se trata, ¿por qué no igualan el salario?
El secretario del Trabajo, Javier Lozano, en lugar de andar muy afanosito viendo qué sindicatos desmantela o haciendo su maleta para mudarse a Bucareli, debería proponer un aumento a los salarios de todos los mexicanos para igualarnos con el vecino del norte, digo, así sí estaríamos en condiciones de poder pagar el mismo precio por los combustibles que consumimos.
Sin duda el aumento a las gasolinas repercute directamente en los precios de la canasta básica y cada mes pagamos más por ella. Y ante esto, ¿qué hacemos?, lamentarnos, enojarnos y seguir refunfuñando. Eso es lo que el gobierno espera, nuestra nula participación. Bien valdría la pena organizarnos y manifestar nuestro desacuerdo a los infames aumentos o bien para exigir un aumento salarial de emergencia. Se imagina usted que todos los autos del país portaran una leyenda que dijera “no más aumentos a la gasolina” o “exijo un deslizamiento mensual a mi salario”.
Basta ya de silencio inútil. ¡Es la hora de los hornos.
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