TENDAJÓN MIXTO
Los ganadores
Jaime Ornelas Delgado
Hay quienes creen que el mundo se divide en dos: ganadores y perdedores. De ahí que, quien más quien menos, siempre esté tratando, a cualquier precio, subirse al carro del triunfo. Para ganar, Agustín Lara recomendaba “vende caro tu amor aventurera”. Ignoro si la susodicha aceptó el consejo, pero éste es perdurable y, aunque no sea caro, muchos lo venden o están dispuestos a ven-derlo a la primera provocación y con cualquier pretexto.
Pero, ¿quiénes ganaron en las elecciones celebradas el pasado domingo 4 de julio? En 11 entidades de la República hubo jornada electoral para elegir gobernador. En nueve de ellas ganaron militantes priistas, o por lo menos eso dicen ser; en los otros tres estados, se llevaron el gato al agua tres egresados del Revolucionario Institucional: en Puebla ganó Moreno Valle, quien fue funcionario relevante en el gobierno de Melquiades Morales, y en Sinaloa Mario López Valdés (Malova, como le gusta que le digan), hasta ha-ce unas cuantas semanas militaba en el PRI, partido al que renunció por no haberlo designado su candidato a la gubernatura. Este Malova, al reconocerse ganador de la elección derrotando a un poderoso empresario de la carne que bien podría ser panista, hizo una primera declaración enfatizando que su gobierno es de “¡borrón y cuenta nueva!”, y agregó: “no vamos a imponer la ideología de algún partido”; en Oaxaca, triunfó Gabino Cué, miembro de Convergencia pero priísta de origen. El cuasi gobernador electo, para ser propuesto por la coalición ganadora tuvo que reconocer, lo que hizo gustoso y sin rubor, a Felipe Calderón como pre-sidente. Por una gubernatura bien vale renegar.
En total 11 priistas, vigentes o no, gober-narán los próximos seis años en sus respec-tivas entidades. Por eso muchos observadores advierten que la conclusión de esta jornada electoral abre el camino para que el PRI regrese a Los Pinos, aunque ya gobierne a la mayor parte de la población del país.
Los ganadores
Jaime Ornelas Delgado
Hay quienes creen que el mundo se divide en dos: ganadores y perdedores. De ahí que, quien más quien menos, siempre esté tratando, a cualquier precio, subirse al carro del triunfo. Para ganar, Agustín Lara recomendaba “vende caro tu amor aventurera”. Ignoro si la susodicha aceptó el consejo, pero éste es perdurable y, aunque no sea caro, muchos lo venden o están dispuestos a ven-derlo a la primera provocación y con cualquier pretexto.
Pero, ¿quiénes ganaron en las elecciones celebradas el pasado domingo 4 de julio? En 11 entidades de la República hubo jornada electoral para elegir gobernador. En nueve de ellas ganaron militantes priistas, o por lo menos eso dicen ser; en los otros tres estados, se llevaron el gato al agua tres egresados del Revolucionario Institucional: en Puebla ganó Moreno Valle, quien fue funcionario relevante en el gobierno de Melquiades Morales, y en Sinaloa Mario López Valdés (Malova, como le gusta que le digan), hasta ha-ce unas cuantas semanas militaba en el PRI, partido al que renunció por no haberlo designado su candidato a la gubernatura. Este Malova, al reconocerse ganador de la elección derrotando a un poderoso empresario de la carne que bien podría ser panista, hizo una primera declaración enfatizando que su gobierno es de “¡borrón y cuenta nueva!”, y agregó: “no vamos a imponer la ideología de algún partido”; en Oaxaca, triunfó Gabino Cué, miembro de Convergencia pero priísta de origen. El cuasi gobernador electo, para ser propuesto por la coalición ganadora tuvo que reconocer, lo que hizo gustoso y sin rubor, a Felipe Calderón como pre-sidente. Por una gubernatura bien vale renegar.
En total 11 priistas, vigentes o no, gober-narán los próximos seis años en sus respec-tivas entidades. Por eso muchos observadores advierten que la conclusión de esta jornada electoral abre el camino para que el PRI regrese a Los Pinos, aunque ya gobierne a la mayor parte de la población del país.
Los saldos de la elección en Puebla son variados y demoledores. Como se dijo el martes en La Cornada, “después de la tempestad viene la chamba” y hay una larga fila a la espera de que Moreno Valle cumpla sus compromisos con ellos y sufren para hacerse presentes a fin de que “los tenga presentes el señor”; la izquierda quedó desdibujada, dividida y lastimada participando en una alianza donde se difuminó, sustentada en un principio ridículo por simplista, y que más bien parece pretexto para justificar traiciones y festejar los triunfos ajenos como propios: “evitar que el cacicazgo marinista”, como si la otra derecha, la panista, no hubiera sido cómplice y beneficiaria de ese cacicazgo. Quienes se subieron al carro de los ganadores, ahora dicen, ingenuos o perversos, que cogobernarán con el PAN y El Yunque con un proyecto de izquierda, lo cual no puede más que mover a risa; por su parte, la miss Gordillo, quien hace un año, en el cumpleaños 40 de Moreno Valle, dijo de él que “es un extraordinario amigo, un gran político, alguien que está en mi corazón y en mi inteligencia”, tendrá en Puebla un centro de operaciones de primera importancia para llevar adelante sus ambiciones políticas, porque en Sinaloa y Veracruz perdieron sus candidatos; algo más, este proceso en particular mostró no sólo la inutilidad de las encuestas sino lo absurdo de sus resultados, las diferencias que proclamaban no existieron al parecer nunca, se usaron para engañar o bien como instrumento para de-salentar a los votantes; un rumor corre inten-samente: la plaza, al parecer, fue negociada. Mario Marín renunció a su maximato y Calderón prometió la desmemoria; finalmente, hay algo que no se debe perder de vista, el triunfo de Moreno Valle, dada la escuálida caballada panista, lo coloca en la línea de salida para el 2012.
De lo sublime a lo ridículo
Antes de las elecciones del 4 de julio, la Suprema Corte deja en libertad a los 12 dirigentes de Atenco; después de las elecciones, avala la extinción de Luz y Fuerza del Centro. ¿De qué se trata?
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