Julio Hernández
López
Astillero
¿Debate o futbol?
IFE, aficionado
Cárdenas, ¿contratista?
Trece de 200
De un balonazo fue derribada la peregrina
suposición de que un debate entre candidatos presidenciales podría alterar el
ánimo de los futuros votantes al exhibir la precariedad sustancial de uno de
ellos. La noche en que los cuatro aspirantes recorrerán el proceso acartonado
de falso debate que sus representantes aceptaron (también el de la izquierda
electoral), buena parte de los mexicanos televidentes estará concentrada en los
altibajos de otra contienda, la que libren Morelia y Tigres en los cuartos de
final del torneo de futbol profesional de primera división.
Gran favor azteca que se
hace a Enrique Peña Nieto al restar atención a uno de los ejercicios en que
sabidamente tiene enormes debilidades. Colocar intencionalmente a la hora de la
confrontación política un partido que en la grisura del balompié nacional
ofrece ciertas posibilidades de colorido equivale a garantizarle al candidato
priísta que sus pifias y carencias tendrán poca atención y no impactarán con
fuerza en las de por sí muy arregladas encuestas de opinión que lo favorecen.
También, desde luego y en contrapartida, que el lucimiento, experiencia y
capacidad de cualquiera de los otros participantes quedarán circunscritos a un
público numéricamente empequeñecido.
La victoria aplastante
del espectáculo deportivo sobre la necesidad ciudadana de informarse para
decidir fue celebrada por el propio dueño de Televisión Azteca, Ricardo Salinas
Pliego, en un mensaje por Twitter enviado a las 18:48 horas: “Si quieren
debate, véanlo por Televisa, si no, vean el fútbol (sic) por
Azteca. Yo les paso los ratings al día siguiente”. Mientras
tanto, un grupo de aficionados electorales que son conocidos como consejeros
del IFE, encabezados por Leonardo Valdés Zurita, hacían voluntariosas gestiones
para ver si conseguían que la autoridad televisiva les hiciera el milagro de
cambiar la transmisión futbolera, para que no le quite audiencia de manera tan
salvaje a la tertulia descolorida que han llamado debate.
No es de buscarse, a fe
de este tecleador recogebalones, que haya cadena nacional para el picnic entre
candidatos ni forma alguna que intente someter a las audiencias a
programaciones electorales, pero tampoco debería permitirse que de manera
arrogante, y en claro servicio a uno de los candidatos, justamente el favorito
de ese duopolio que controla las pantallas y también la Federación Mexicana de
Futbol, se empalme intencionalmente un partido distractor a la hora en la que
de por sí muy pocos ciudadanos habrán de interesarse por ver un remedo de
polémica entre candidatos presidenciales.
Pasando a otro tema: los
indicios eran claros, tal como aquí se había apuntado en entregas anteriores:
López Obrador propuso ayer a Cuauhtémoc Cárdenas para que se haga cargo de
Pemex, aunque el ingeniero michoacano no ha aceptado y quedó de pensarlo. En la
agenda del romance energético AMLO-CC queda un futuro encuentro con Lula,
gestionado por Cárdenas. Los defensores del esquema petrolero nacionalista
deben estar atentos a estos replanteamientos electorales, pues podrían toparse
más delante con sorpresas modernizadoras que en el fondo no disten
mucho de las que descaradamente han propuesto priístas y panistas.
En noviembre de 2008,
por ejemplo, Porfirio Muñoz Ledo, quien en ese momento era coordinador del
Frente Amplio Progresista, acusó a Cárdenas de haber estado detrás del voto de
diputados y senadores perredistas en favor de la reforma petrolera impulsada
por Calderón e impugnada política y socialmente por el lopezobradorismo. A
Francisco Reséndiz le dijo, según en http://bit.ly/J6wWwK se
puede leer: ... yo quiero saber cuántos contratos van para los socios de
Cuauhtémoc Cárdenas, pido una estricta revisión, porque vienen los contratos
para los privados y Cuauhtémoc fue durante muchos años contratista de Pemex. El
locuaz político de multipolaridad partidista aseguró que es perfectamente
demostrable que el michoacano tuvo contratos con Pemex durante las
administraciones de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari y que
tuvo alianza con el entonces candidato presidencial priísta Francisco Labastida
en 2000.
El abrazo entre los dos
únicos candidatos presidenciales de la izquierda electoral pretende consolidar
una imagen de unidad rumbo a las urnas que está saliendo políticamente muy cara
al lopezobradorismo. Cárdenas no apoyó la gran posibilidad (tal vez
irrepetible) de que el tabasqueño llegara al poder en 2006, aceptó colaborar
con Vicente Fox en una comisión relacionada con el Bicentenario y fue factor
importante en el proceso de aceptación por la vía de los hechos de la
imposición del calderonismo en Los Pinos.
Con la heráldica como
parapeto, el negocio de Pemex podrá ahora abrirse a nuevos partícipes y un
grupo político y familiar estará en condiciones de revivir prácticas que en
otros cargos les han sido reprochadas. La prisa electoral de López Obrador por
ofrecer puestos de gabinete conlleva además el riesgo de que algunos de los
nombres propuestos acaben aceptando tales encargos, pero con otro presidente
que así busque convalidarse al invitar a su equipo a izquierdistas modernos que
no compartan con su anterior abanderado ninguna actitud de protesta o rechazo
por la imposición electoral que se hubiese producido y que prefirieran sumarse
a un esquema de pluralidad que con Ebrard, De la Fuente y Cárdenas, entre
otros, le está prefigurando AMLO a un eventual Peña Nieto ganador.
Y, mientras Chepina y el
PAN van preparando de manera propagandística el camino (al insistir en acusar
abiertamente al PRI de ser cómplice del narcotráfico) para detenciones de capos
principales y otros golpes efectistas pensados en función de lo electoral,
¡hasta mañana, en esta columna que se pregunta cuánta es la efectividad
proporcional de un gobierno, el de Michoacán, que detiene a alrededor de 200
jóvenes (además de algunas denuncias de desaparecidos) para consignar a trece
de los cuales habrá de verse cuántos son declarados culpables de violencia en
Morelia!
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