Chispas para incendiar la pradera
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
http://www.poresto.net/
Por si acaso hiciera falta, la incorporación de Manuel Espino a la campaña de Enrique Peña Nieto corrobora que los partidos blanquiazul y tricolor son iguales, luchan por los mismos objetivos y representan los mismos intereses. Lo fundamental para ambos es frenar avances democráticos en el país, pues ello les significaría pérdida de privilegios, cosa inaceptable mientras puedan evitarlo. Se trata de una alianza natural, que podría apuntalarse si lo consideraran conveniente, a medida que la candidatura de Andrés Manuel López Obrador siga en ascenso, como es previsible.La derecha en el poder sabe que desunida no podría enfrentar los justos reclamos de las clases mayoritarias, por eso es factible que cierre filas en los meses venideros, cuando las fuerzas progresistas se afiancen electoralmente y demuestren a tiros y troyanos su viabilidad como factor político preponderante, en un entorno muy complejo que sólo con una firme unidad podrán sortear en el corto plazo. Están dadas las condiciones para que la lucha política en el país entre en una disyuntiva ineludible: o se sigue un rumbo de paz social, en medio de fuertes negociaciones entre dirigentes progresistas y líderes de la oligarquía; o se toma la ruta de una violencia en ascenso, pues una vez definida ésta no habría posibilidad de frenarla.
El sexenio calderonista habrá de tener un final muy dramático, como es fácil advertirlo, de ahí el imperativo de que no haya chispas que incendien la pradera reseca en que está convertido el territorio nacional. Para donde quiera que se mire hay riesgos de conflagraciones, como consecuencia de los desatinos de Felipe Calderón durante su mandato, tanto en el renglón económico como en el político y más aún en el social, luego de tres décadas de grave pérdida del poder adquisitivo de los salarios y de la total cancelación de una mínima movilidad social. Si hasta los jóvenes de extracción burguesa están preocupados por la situación actual del país, los millones que carecen de oportunidades no dudarían en apoyar movimientos reivindicatorios, al fin que no tienen nada que perder. ¿Acaso muchos de ellos no forman parte ya del ejército de reserva del crimen organizado?
Por si no fuera suficiente, ahora surgió un nuevo punto de conflicto en las fuerzas armadas que podría derivar en problemas de difícil solución. Independientemente de las causas reales o aparentes de la aprehensión de cuatro militares, tres de ellos del más alto rango, lo cierto es que tal movimiento habrá de tener consecuencias al interior de las tropas, al ponerse en evidencia serias discrepancias en la cúpula del Ejército. Podría vaticinarse que este problema habrá de ser decisivo en las negociaciones entre el próximo primer mandatario y las fuerzas armadas para definir al nuevo titular de la Secretaría de la Defensa.
Y si por un lado amarran alianzas el PRI y el PAN, y por otro se dan con todo, como parece el caso con los afanes de llevar a juicio al ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba, lo cierto es que se trata de tanteos para ver cuál de los grupos en ambos partidos se vuelve dominante. Calderón no se resigna a perder su posición privilegiada, y el ex mandatario, Vicente Fox, considera oportuno meter el acelerador para recuperar el terreno perdido luego de un sexenio en la sombra. Ambos saben que le serán útiles a Enrique Peña Nieto en el último y definitivo tramo de la campaña electoral, cuando se afiance el Movimiento Progresista como la alternativa viable para rescatar a México de la destrucción a la que lo han conducido los gobiernos neoliberales.
Mientras más avanza la contienda electoral, más claro queda el hecho de que lo que está en juego es el rescate del país de las garras de una oligarquía insaciable que no se harta de privilegios. PRI y PAN van con todo para evitar que las fuerzas progresistas avancen como todo indica lo están haciendo, y por la vía pacífica, cosa que asusta a los dirigentes de la derecha, quienes desearían se les dieran motivos para activar una cruenta represión que desalentara los afanes del pueblo por lograr reivindicaciones insoslayables.
Es una mera anécdota la incorporación del ex dirigente nacional del partido blanquiazul a la campaña de Peña Nieto, lo que no es superficial es el hecho de que debajo subyace un firme afán de la derecha por apuntalar su hegemonía. Lo primordial en este momento es evitar que siga avanzando la corriente progresista y democrática que encabeza López Obrador, pues la oligarquía sabe que ello equivale a salir de la escena política para no regresar por un buen tiempo. Más aún si el factor llamado electorado juvenil sigue organizándose para participar colectivamente en la contienda electoral e influir en un desenlace libre de conflictos. Con todo, es fundamental que los trabajadores cierren filas para formar un firme escudo que frene cualquier intentona de fraude, pues a final de cuentas parece que no le quedará otra opción a la derecha.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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