Los afanes de Calderón para imponer el Estado de Sitio
María Teresa Jardí
Calderón busca el motivo que le permita imponer un Estado de Sitio. La desestabilización que a todas luces se está propiciando desde el poder, sin la menor de las dudas, habla de eso.
La inaudita exhibición de bestialidad en la aparición de los cuerpos mutilados dejados en Cadereyta es evidente que buscaba la respuesta que le permitiera cumplir lo que debe considerar otra hazaña.
Calderón es un sociópata, me explica un experto en el tema al que pregunto. Y los sociópatas no tienen culpas y jamás se arrepienten de sus actos por más atroces que sean. Un sociópata al que, a pesar o debido a su mediocridad, sus delirios de grandeza le hacen perder toda perspectiva. Está enfermo de poder y no quiere soltar lo que sabe que se le acaba de manera definitiva. Y aunque al mirarse al espejo se diga, creyéndolo, que él todo lo ha hecho bien. Sabe que eso es sólo otra de las muchas mentiras que a sí mismo se ha dicho a lo largo de su vida. Calderón es hoy el peligro número uno para los mexicanos.
Y si le sumamos el golpe brutal y en plena campaña electoral propinado al Ejército nacional. Equivocándose, al menos de manera clara, por lo que toca al general Angeles, convertido ya a nivel internacional en otro preso de conciencia. Siendo probable que el resto de generales defenestrados, a días de la contienda electoral, repito, lo que por sí sólo tendría que encender todas las alertas, también sean inocentes de lo que se les acusa. El general que estuvo en Cuernavaca también vivía en una casa austera que me llevaron a conocer por fuera. Y aunque fueran culpables tomando en cuenta que el tiempo para hacerlo ya está agotado para Calderón. Más allá que luego de haberse hecho público el manejo de la DEA en territorio nacional sobre el narcotráfico, antes de acusar se tendría que demostrar que no era sirviendo a esa institución macabra y obedeciendo órdenes del desgobierno federal al servicio del imperio que se corrompieron a los que se acusa. Y cuando ahí están intocados Fox, la Sahagún y los Bribiesca.
Si sumamos nos daremos cuenta de que son hechos que en sí mismos tendrían que llevar a encender todas las alarmas en el resto de la clase política si la misma dejara de mirarse sólo retratada en lo electorero y pensara en el futuro de México.
Y en la misma tónica, es obvio que se da —de manera además muy preocupante porque Calderón a fin de cuentas es el siervo idóneo por entreguista para los yanquis como cabeza del laboratorio en que a México se ha convertido— la desestabilizadora acusación contra Yarrington y la detención del gobernador experredista.
Es diáfano que no se trata del combate a la corrupción. El claro como el agua cristalina que se busca la respuesta violenta, a alguno de los muchos hechos desestabilizadores, que le permita a Calderón imponer el Estado de Sitio para quedarse y de no lograrlo para dejar a México en manos de García Luna, su favorito, quien sí, a todas luces, es pasto de presidio.
Si se añade, a la generación del horror que significan los cuerpos mutilados y la desatención en temas tan importantes, que además han evidenciado la corrupción de manera alarmante, que se da y propicia, por el Instituto de Migración, convertido en una Gestapo, en contra de los migrantes. Y si añadimos a la suma de las cuestiones mayores como la persecución visceral e inaceptable desde el ejercicio de la política en contra de Humberto Moreira siendo ya Presidente del PRI, mentirosa y sin pruebas ni deslindes de la comisión de delitos por parte de funcionarios de la Hacienda federal y panista, que en complicidad con funcionarios de Moreira mintieron para endeudar al Estado. Endeudamiento característico de todos los gobiernos de todos los Estados empezando con el federal tan absolutamente corrupto, por otro lado.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario