El estudiante 132
Sabina Berman
No prendió en la UNAM la protesta de los estudiantes, como sucedió en 1968. A la mayor universidad pública del país los candidatos a la Presidencia ni siquiera han asistido durante este tiempo de campañas. Dicho en breve, la magna casa de estudios, con sus bandas sobreideologizadas, no ofrece las mínimas seguridades físicas para la conversación con personas que no comulgan con las ideas prevalecientes ahí. De haber asistido los candidatos, podían haberlos no sólo abucheado, sino apedreado. Me lo confirma una puma que se ha unido, como tantos otros pumas, al movimiento #YoSoy132, Jazmín Itzel Agüeros: Estamos reflexionando sobre cómo la UNAM se ausentó (del proceso democrático en este 2012).
Sencillamente no lo entienden. Es tan sencillo que no lo entienden. Acostumbrados a la simulación, los políticos, y el círculo adjunto de informadores y comentaristas, no logran escuchar el mensaje de los universitarios. Están en contra de la mentira. Tan fácil. Están en pro de la verdad. Así de fundamental. Creen que la distorsión de la verdad es el origen del desorden moral del país. Y tienen razón. Quieren unas elecciones donde los ciudadanos voten sabiendo por quién votan. ¿No se llama a eso democracia verdadera?
Por jóvenes, porque aún la frustración no les ha mellado el ánimo, porque aún las urgencias económicas no los han forzado a ajustarse al sistema nacional de la mentira y el eufemismo, por universitarios también, porque gozan del privilegio de moverse a diario entre las grandes ideas, son la pureza que puede señalar con el dedo al emperador y declarar que va desnudo. Son la pureza que puede lanzar la primera piedra porque todavía no han pecado. Qué tan mentiroso es nuestro sistema, qué tanto tuerce a los adultos, que está siendo recondenadamente difícil que las personas de más de 25 años entiendan a los jóvenes.
Primero la Izquierda ha intentado quitarles su bandera y escribir en ella el nombre de su candidato a la Presidencia. No es que la mayoría de ellos no vayan a votar por AMLO: una encuesta del periódico Reforma del mes de mayo mostró que entre los jóvenes efectivamente AMLO goza de preferencia mayoritaria. Es que los jóvenes #YoSoy132 no quieren desaparecer al ser incorporados a otra filiación. Luego, los medios han querido mostrarles que son ingenuos. A ver muchachitos, esto es más complicado, les dice el locutor de radio. O el articulista los acusa de irrespetuosos. Los quiere con calcetines blancos y recién bañados y planchados presentándose a la mesa de la discusión política, para que allá digan, muy respetuosamente: El sistema político del que son parte ustedes es un mazacote de pactos inmorales. Loret de Mola los entrevista en su matutino y con aire jovial les dice que le da gracia que supongan un sesgo a favor de Peña Nieto en Televisa. El país entero es testigo de festivales televisados desde Toluca con el candidato y su familia en las butacas y en reiterados close-ups. Reportajes de discursos sublimes por su intrascendencia ocurridos en los pueblos de Palo Alto, Palo Bajo y Palo Intermedio, o en el Encuentro XYZ de Europa. Tres años de propaganda pagada por el gobierno del Estado de México e insertada como noticia o entretenimiento, y sin la aclaración de rigor periodístico de que ha sido pagada. ¿Y las propuestas?, les reclama una conductora de radio. Como si les dijera: Tienen tres minutos para solucionar a México y vamos a comerciales.
La transparencia de la verdad es abismal. La verdad, decía Aristóteles, es idéntica a la belleza, y consiste en la justeza entre la palabra y lo que nombra. Los universitarios tienen la verdad de su lado este 2012. Ojalá no se dejen tragar por otros movimientos. Ojalá los adultos no los intimiden con sus exigencias y sus desdenes mezquinos. Respetemos al estudiante 132 y el poderoso mensaje que viene a entregarnos en la mano. México necesita de la verdad. La verdad es el bien común primordial, dice Saúl Alvidez, estudiante número 132.El movimiento prendió en cambio en la Universidad Iberoamericana, sin organización previa y provocado únicamente por la arrogancia de Enrique Peña Nieto. Primero, su equipo llenó una tercera parte de las butacas del auditorio con acarreados priistas. Luego, el candidato defendió el uso de la violencia por el Estado, tratándose de un caso, el de Atenco, donde hubo violaciones de mujeres. Luego, los priistas acusaron a los estudiantes que corearon el repudio a su candidato de haber sido manipulados por fuerzas oscuras. Luego, 48 periódicos filopeñistas reportaron que la visita de Peña Nieto a la Ibero fue un éxito y las televisoras le dieron un minuto de difusión en sus noticiarios. Por fin, cuando los estudiantes marcharon de la Ibero a Televisa, en Santa Fe, a reclamar “el sesgo (a favor de Peña Nieto) de la información que Televisa difunde”, Televisa reportó esa marcha en 10 minutos y a continuación le dio 18 minutos a Peña Nieto para declamar un discurso en que convocó al país a perfeccionar nuestra democracia. Es demasiado tarde, opinó Saúl Alvidez, del Tec de Monterrey campus DF. Ser el beneficiario principal de las distorsiones periodísticas durante tres años no te califica para ser el adalid de la transparencia.
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