jueves, mayo 31, 2012

Jaime Ornelas Delgado : Dime quién te aplaude y te diré quién eres


Dime quién te aplaude y te diré quién eres

Por: Jaime Ornelas Delgado

Se presentó Felipe Calderón ante los banqueros (en realidad empleados y tecnócratas al servicio de instituciones de crédito en su mayor parte extranjeras), parte de esos poderes fácticos que le permitieron “haiga sido como haiga sido” llegar a Los Pinos (residencia presidencial hoy mejor conocida como “Los Vinos”) y ¿qué creen?, los banqueros puestos de pie y entusiasmados le aplaudieron a rabiar y si a algunos de ellos se le hubiera ocurrido gritar “reelección”, seguro habría encontrado un gran eco que a nadie hubiera sorprendido si tomamos en cuenta lo bien que les ha ido a los bancos en la crisis. Lo cual demuestra que la crisis es también negocio (muy) lucrativo.  
Ya ve usted, ni el lento y errático comportamiento de la economía nacional ni la precarización del empleo y mucho menos la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, fue motivo suficiente para impedir el desbordamiento del aplauso agradecido. Sólo faltaron los besos a diestra  siniestra para estar a tono con los tiempos.
Los bancos que operan en México pagan mal, muy mal a sus empleados y cobran leoninas comisiones por sus servicios, lo cual en contraste con los más de 52 millones de pobres y pobres extremos que deambulan por el territorio nacional, les ha permitido obtener enormes utilidades (548 mil millones de pesos en lo que va de los dos últimos sexenios), que remiten sin limitación alguna a Madrid, Santander, Londres, Nueva York o Montreal.

Ni la crisis social y política del país ni la pobreza o la abrumadora desocupación que devastan a los trabajadores, han sido obstáculo para convertir el ahorro de los mexicanos que pueden hacerlo en grandes utilidades cuyo envío a las oficinas matrices en buena medida han evitado la quiebra de los bancos europeos. Aún más, algunos de ellos obtienen en nuestro país el mayor porcentaje de sus utilidades totales. Por supuesto, con este panorama la apuesta de los banqueros es que las cosas sigan igual pues le ha ido bien en la feria; por cierto, alguna candidata ya les endulzó el oído y les ofreció permitir con esa política de saqueo seguida por la banca privada y extranjera.
Finalmente, el aplauso brindado por los funcionarios bancarios a quien ha propiciado el baño de sangre que sufre el país, resultó una burla cruel para el pueblo de México. Por fortuna, queda cada vez menos tiempo para su salida.
Sin embargo, al final de su lamentable administración podemos preguntar ¿por qué a Calderón le ha gustado más ser comandante en jefe que presidente? En realidad nunca se acostumbró al cargo, tal vez por la manera como se lo agenció, y desde siempre actuó más como jefe militar, e incluso como dirigente de las campañas de su partido en cualquier elección que como titular del Ejecutivo; incluso, muchas veces sus actitudes fueron francamente facciosas pues atendían más a la necesidad de posicionar a su partido que gobernar para todos. Ahora y ya para finalizar, se ha vuelto a entrometer en el proceso electoral y exige a los candidatos aclarar si “van a seguir o no con la política de seguridad pública” que él impuso y, a renglón seguido, se puso a debatir, sin mencionarlo, con López Obrador, alegando a gritos que “falta a la verdad quien diga que el actual problema de inseguridad se resuelve con educación y empleo.” Para Calderón la vía militar es el único camino para combatir la inseguridad. Mayor dogmatismo y cerrazón es difícil encontrar.  
Calderón no se ha conformado con ser como en los hechos ya lo es, invisible, y resiente que nadie le quiera organizar “ni siquiera una protesta” aunque sea pequeñita. Al parecer ya le empezó la depresión posterior al abandono de las adulaciones del poder.     
Algunas de las razones por las que muchos encuentran despreciable la política.
¿Recuerda usted a Rosario Robles Berlanga, aquella perredista que fuera jefa de gobierno del Distrito Federal y proclamaba a quien quisiera oírla su militancia perredista? Pues ahora anda en Puebla promoviendo a las candidatas del PRI al Senado de la República. Así, la “Chayo” se unió a René Arce y a Ruth Zavaleta, íntegros ex militantes del PRD, que por cierto no son peores que los Chuchos, quienes se han convertido en fervientes y entusiastas militantes del tricolor apoyando “hasta la ignominia” al Peña Nieto. 
Pero no crea usted, los panistas no se quedan muy atrás. Aquel señor Espino, que llegó a ser presidente nacional del PAN se acaba de unir al PRI y anda feliz de la vida promoviendo candidaturas del tricolor. Y luego, aparece en escena la diputada Lía Limón, quien en marzo renunciara al PAN advirtiendo que su partido “está secuestrado por una pandilla de cuatreros” (la razón real de su exabrupto es que esa “pandilla de cuatreros” no la dejó ser candidata como exigía y creía merecer) y ella, como siempre ha sido decente, se presentó ante la prensa acompañada por el presidente del CEN del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, para anunciar que se va “con el mejor candidato” (se refirió a Peña Nieto, no se vaya a confundir) y por último, para confirmar la solidez de sus principios y ética política, la señora Lía Limón dejó en claro que por el momento no ha tomado la decisión de ingresar a las filas priístas, aunque no descarta esa posibilidad.

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