miércoles, octubre 13, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : No hay tiempo para más engañifas

No hay tiempo para más engañifas
Por Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes



Como si continuáramos viviendo en el mejor de los mundos, algunos dirigentes creen que nos sobra tiempo para seguir engañando a la sociedad, con el fin de mantener un estado de cosas inaceptable y de paso cobrar por el servicio a la oligarquía. En este caso está el grupo que llegó a la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática sin otro propósito que el de dividir a la izquierda. “Los Chuchos” son en este momento un elemento faccioso que dificulta sobremanera la unidad de las fuerzas democráticas, indispensable para salvar al país del colapso que significaría proseguir por la misma ruta que trazaron los tecnócratas neoliberales en el año 1983.
Las elecciones del próximo año en el Estado de México serán el escenario donde se pondrá a prueba la viabilidad de la nación para enfrentar el futuro con una razonable capacidad de respuesta a los muchos retos que tenemos enfrente los mexicanos. De ahí el interés de los partidos en posicionarse adecuadamente para la contienda electoral de julio del 2011. Corresponde al PRD ser el factor decisivo para el desenlace que tenga que producirse. La oligarquía, con el PRI y el PAN como supuestos enemigos, busca consolidar su fuerza para no correr riesgos en el 2012, y para lograrlo necesita dividir a la izquierda. “Los Chuchos” son el instrumento idóneo para alcanzar ese anhelado objetivo de la ultraderecha.

Es preciso entender que el PRI de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto está muy distante del que enarbolaba las tesis de justicia social con democracia, que incluso incumplidas permitieron a México posicionarse como nación soberana que lideró al resto de América Latina durante al menos cinco décadas. El PRD de “Los Chuchos”, supuestamente de izquierda, está muy lejos de ese partido de Estado que favoreció un progreso nacional más o menos equilibrado, donde el Estado ejercía la rectoría económica y mantenía a raya a las corrientes radicales de izquierda y derecha. Era más progresista aún que el grupo que encabeza Jesús Ortega Martínez.
En la actualidad, ese PRI parece una fracción más del PAN, o dicho de otro modo, el partido blanquiazul parece un segmento más del partido tricolor, pues no hay diferencias sustanciales en los principios que dicen enarbolar ni mucho menos en los intereses que uno y otro defienden. En las elecciones del Estado de México, lo que está en juego es el futuro del país, por eso el empeño de la oligarquía en que “Los Chuchos” cumplan su papel de esquiroles y hagan abortar la unidad de la izquierda. Es incorrecta la alianza del PRD con el PAN porque no tiene una finalidad conveniente para las fuerzas progresistas. Ni unidos “Los Chuchos” y el blanquiazul podrían derrotar al candidato de Peña Nieto. Sí en cambio podría lograrlo una izquierda firmemente unida, con recursos y logística suficientes para enfrentar el poder tremendo de la oligarquía salinista. Esto debería ser plenamente comprendido por Marcelo Ebrard, y retirar su apoyo a Jesús Ortega.
El Partido del Trabajo y Convergencia deben también actuar con madurez suficiente y visión de futuro. El PRI de Salinas y Peña Nieto es el hermano mellizo del PAN de Felipe Calderón. Una alianza con éste, en el Estado de México, sería la pena de muerte para las organizaciones progresistas del país, así como la cancelación de la democracia durante mucho tiempo. No fue el caso en Oaxaca y Durango, donde una alianza con el PAN tenía un elemento estratégico muy claro, tan es así que se ganó en ambos estados, aun cuando en Durango le fue arrebatado el triunfo al abanderado de la Coalición “Unidos por Durango”, por negociaciones en la cúpula gobernante.
En el Estado de México, la izquierda debe contender con candidato propio, sin alianzas con grupos y facciones cuyo principal interés sería hacer abortar el proyecto democrático de las organizaciones progresistas. La terquedad de “Los Chuchos” en acompañar al PAN en una aventura reaccionaria, sólo demuestra que su rol en la vida política nacional no es otro que el de obstaculizar la unidad de la izquierda. Para el partido blanquiazul sería muy benéfica la alianza con el grupo de Ortega, debido a su escasa presencia en la mayor parte de la entidad, mientras que para la izquierda sería una rotunda derrota de la que sería muy difícil sobreponerse.
Sin visión de futuro ninguna organización puede subsistir y crecer, en esa tesitura están “Los Chuchos”, pues parece que sólo les importa vivir el muy corto plazo. ¿Qué podría esperarles después de su derrota en las elecciones del Estado de México? La respuesta es obvia: perderse en el anonimato, como le sucedió a ese inefable maestro de la manipulación y la demagogia que fue Rafael Aguilar Talamantes, el maestro de este grupúsculo que quiere llevar a la ruina a la izquierda, y con ello al país en su conjunto.
(gmofavela2010@hotmail.com)

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