Alejandro Gertz Manero
¡Ya basta de masacres!
¡Ya basta de masacres!
Las masacres en Ciudad Juárez y en Tijuana deben ser las últimas llamadas al gobierno de la República, a los gobernadores y a todas las autoridades del país para que dejen de engañarse y engañarnos con todas sus patrañas, fracasos, falsas promesas y derroches en materia de seguridad y justicia, y de una vez por todas enfrenten con valentía y espíritu patriótico su responsabilidad indeclinable en esta materia, que han eludido mediante acuerdos inútiles, proyectos fallidos, ocurrencias inaplicables y escándalos mediáticos.
La irresponsabilidad y la ineptitud con la que han manejado el problema más grave del país clama justicia y exige responsables, ya que no podemos aceptar que “la guerra presidencial” al crimen organizado, que se inició hace cuatro años, sea sólo un engaño permanente que lleva casi 30 mil muertos en el país, mientras las decenas de miles de presuntos delincuentes detenidos en su inmensa mayoría queden en libertad días después, y de ello, el michoacanazo es el ejemplo más grotesco y patético de lo que es una manipulación política y una catástrofe jurídica.
El gobierno ya no tiene pretexto alguno para seguir encubriendo sus fracasos y eludiendo sus responsabilidades, ya que el Congreso le ha aprobado todas sus fantasías legislativas, que han servido para menos que nada. El dinero que se le ha entregado para el combate al delito no tiene paralelo en la historia del país, y los medios han exaltado hasta el máximo cualquier triunfo del gobierno, ya sea real o ficticio.
Frente a estos apoyos y a sus campañas mediáticas, los fracasos que no pueden ocultar se acumulan a diario, mientras los múltiples programas de seguridad, como los de Ciudad Juárez, repiten cotidianamente sus inmensos descalabros, y sólo las detenciones de narcos que trafican drogas hacia los Estados Unidos han podido funcionar, gracias al apoyo táctico y de información del sistema de inteligencia policial de ese país.
La desvergüenza y la capacidad para eludir responsabilidades que ha demostrado el gobierno han llegado a tal extremo que no hay un sólo responsable oficial de ningún nivel de cada tropiezo o de cada ridículo, ya que la política oficial estructurada por los asesores o vividores mediáticos ha desarrollado un modelo de comunicación que consiste en tapar con un falso éxito la evidencia de cualquier auténtico fracaso. En esa dinámica, los abusos de autoridad son minimizados y los atropellos ignorados, y cuando esto no es posible, se ocultan o se remueven pruebas que incriminan a la propia autoridad, y si ni así se logran contener las evidencias de esa brutal realidad, entonces el silencio y el desdén le dan respuesta a cualquier acusación fundada, lo cual ha generado un creciente repudio ciudadano hacia todos los niveles de autoridad.
Esta cadena de errores y de ineptitudes, y los abusos concomitantes, han logrado que cada día se multiplique el apoyo tácito de bases muy amplias de la comunidad, en muchas regiones del país, a favor de los delincuentes y traficantes, mientras que el repudio a los policías, a las fuerzas armadas y a cualquier expresión de gobierno va creciendo y haciéndose más evidente. Esta alianza secreta, cada vez más innegable entre bases sociales y estructuras delincuenciales, se está enraizando con más fuerza de la que nadie podría suponer, en una realidad que el gobierno conoce muy bien, pero que ni así se quiere entender en un momento en que las autoridades en muchas regiones del país son más temidas y odiadas que los propios delincuentes.
Frente a esta catástrofe gubernamental, es indudable que ha llegado el momento en que el Presidente de la República asuma la inmensa responsabilidad política que ha significado esta tragedia nacional, para que cambie en forma radical una estrategia equivocada y a sus responsables, para establecer un nuevo proyecto que en verdad combata al delito, en todos sus niveles, que cada día golpea más a la sociedad, estableciendo una política de seguridad y justicia que cumpla realmente con su deber, que asuma sus responsabilidades y que entienda que en México no se va a resolver este gravísimo problema con montajes mediáticos que encubren a ineptos, a corruptos y a irresponsables, sino con una verdadera tarea de reconstrucción del tejido social con el cumplimiento elemental de las funciones cotidianas para brindarle seguridad y justicia a todos los mexicanos.
editorial2003@terra.com.mx
Doctor en Derecho
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