¿Policía única? Piénselo dos veces
Por Julián Andrade
La propuesta de una policía única (otro asunto es el mando único) en teoría suena bien, pero no deja de ser riesgosa.
Las corporaciones policiacas requieren de distintos grados de fuerza. El trabajo policial, ya se sabe, es en buena medida de mediación y control. Los agentes de proximidad, los que cuidan en los barrios y la gente los conoce, tienen una función importante, ya que evitan que ocurran percances mayores.
Es el policía que conoce y sabe le que ocurre en su territorio. La gente le tiene confianza y obtiene información inmediata de lo que está aconteciendo.
También son los encargados de evitar infracciones administrativas y de tránsito. Son los que detienen a los borrachos y evitan pleitos entre vecinos.
En esos casos no se requiere ni de armamento sofisticado ni de protocolos de funcionamiento avanzados.
Por Julián Andrade
La propuesta de una policía única (otro asunto es el mando único) en teoría suena bien, pero no deja de ser riesgosa.
Las corporaciones policiacas requieren de distintos grados de fuerza. El trabajo policial, ya se sabe, es en buena medida de mediación y control. Los agentes de proximidad, los que cuidan en los barrios y la gente los conoce, tienen una función importante, ya que evitan que ocurran percances mayores.
Es el policía que conoce y sabe le que ocurre en su territorio. La gente le tiene confianza y obtiene información inmediata de lo que está aconteciendo.
También son los encargados de evitar infracciones administrativas y de tránsito. Son los que detienen a los borrachos y evitan pleitos entre vecinos.
En esos casos no se requiere ni de armamento sofisticado ni de protocolos de funcionamiento avanzados.
La policía estatal investiga los crímenes importantes: robo, secuestro y homicidio.
Aquí la preparación es importante, ya que se necesitan agentes que puedan preservar la escena de un crimen y que sean capaces de llegar a la verdad de los hechos sin violar los derechos humanos.
Buena parte de los delitos que quedan impunes tienen que ver justo con un mal desempeño de las policías estatales y de los ministerios públicos. Entre estos policías y el Ejército están las fuerzas federales. La idea de crear una policía nacional responde, justamente, a la necesidad de contar con una policía militarizada que pueda hacer frente a peligros inmediatos y que, por su importancia y complejidad, no puedan ser atendidos desde la esfera estatal.
Los distintos estratos tienen que ver con la necesidad de graduar el uso de la fuerza, para hacerlo funcional y apegado a la ley.
Las democracias, es evidente, requieren de una utilización adecuada y cuidadosa de las fuerzas del orden. Vamos, no se puede usar una policía única para detener borrachos, ni se puede apelar a municipales para combatir al narcotráfico.
Luis Solana, quien preside el Observatorio europeo de seguridad y defensa, lo explicó así en un análisis para El País: “en un Estado moderno es imposible hablar de seguridad si no se habla de graduación de la fuerza. Simplificar es muy fácil, pero muy ineficiente. Hasta no hace mucho tiempo las naciones creían que con los soldados podía enfrentar el Estado todas sus amenazas. Pronto surgió el concepto policial para corregir las agresiones ciudadanas menores. Pero quedaba una zona intermedia sin cubrir. Y se inventó la Gendarmería”.
Todo ello “es un producto de la racionalidad francesa que supo que sin dosificar la capacidad de violencia del Estado se corre el riesgo de que no haya eficacia policial o militar.”
Me parece que lo que hay que discutir es qué clases de policías queremos y para qué. Pensémosle, nada se pierde.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej
No hay comentarios.:
Publicar un comentario