Las alianzas electorales” del PAN con el PRD con vistas al 2011 (y al 2012), que han suscitado amplio entusiasmo en algunos de los grupos más retardatarios de aquí y del exterior, y un amplio rechazo en los sectores democráticos de México, son antes que nada una estrategia de la ultraderecha mexicana contra el pueblo mexicano para seguirle cancelando sus derechos políticos fundamentales.
1. La estrategia perversa de las alianzas “PRD-PAN”, pactada por el grupo del presidente perredista Jesús Ortega con César Nava y otros personeros de Felipe Calderón, ha buscado de entrada confundir al pueblo de México, pues quiere hacer creer que entre el PAN, que se apoderó del gobierno por la vía del fraude, y el PRD, que fue objeto del despojo, hay una unión, y que, en consecuencia, entre el PRD y Acción Nacional puede existir una propuesta común. Pero no sólo eso, sino que entre el PAN y el PRI, que defienden proyectos afines y que en los últimos años han tenido una abierta complicidad para desmantelar a la nación, habría ahora una oposición irreconciliable, lo que tampoco es cierto.
2. La convergencia dócil del PRD con el PAN busca, además, con una lógica tortuosa, blanquear la imagen del blanquiazul para convalidarlo como un partido democrático. Lo que se pretende en ese sentido es que, tras el fracaso escandaloso de los dos gobiernos panistas, muchos de los votantes perredistas, por ignorancia o por corrupción, acepten contribuir a “limpiar” la imagen del PAN y a “legitimar” la imagen de la derecha mexicana, con el argumento falaz y maniqueo de que el PRI es “la encarnación del mal” y el PAN la del “bien”, sin percatarse de que lo que están haciendo es terminar con una alternativa electoral de izquierda.
3. El modelo político neoliberal, que se ha ido imponiendo al mundo entero, como sustento de una organización económica que privilegia los intereses de las grandes corporaciones por sobre los derechos de los pueblos, supone construir sistemas de partidos (de preferencia bipartidistas) en los que las distintas formaciones políticas no tengan diferencias sustanciales entre sí y avalen el modelo económico dominante plegándose a los dictados de los grandes intereses globales. Ese ha sido un objetivo de las mafias en el poder en México, en el que han estado coludidos los chuchos, y que ahora buscan acelerar: aniquilar al PRD como posible proyecto de izquierda, al no existir ya diferencias programáticas entre los tres principales partidos y carecer los mexicanos de las posibilidades de una verdadera alternancia, por lo que la estrategia de “las alianzas” PAN-PRD cumple un papel significativo en ese proceso.
4. Las “alianzas” entre partidos opuestos constituyen de esta manera un candado de seguridad para proteger los intereses dominantes, y es también con ese objetivo que los grupos mafiosos que controlan el poder económico y político en México las están impulsando. Los partidos que se alían no pueden tener una propuesta común más que en aspectos irrelevantes, pero renuncian además en esta coyuntura a esgrimir sus tesis propias que son encerradas en un cajón, acelerándose el proceso de acceso a cargos públicos… y de claudicaciones.
5. El argumento de que en casos extraordinarios es válido que partidos de izquierda se alíen con partidos de derecha democráticos para terminar con regímenes de excepción y dictatoriales es válido, pero no es el caso de México por una razón sencilla: el PAN no es un partido democrático. En 2006 el PAN instrumentó un descomunal fraude con la colaboración del PRI para robarle la elección presidencial no nada más a Andrés Manuel López Obrador sino al pueblo de México, y sus gobiernos a nivel federal y local han sido más antidemocráticos, corruptos y entreguistas que los del PRI, por lo que aliarse con los panistas con ese argumento, como lo preconizan los chuchos todos los días ante los micrófonos de Televisa, es un acto aberrante y carente de ética, contrario a los intereses del pueblo mexicano. Las alianzas del PRD con el PAN a nivel local parecieron justificarse en el pasado porque el PAN se pretendía democrático y se desconocían los “acuerdos secretos” que tenía con Salinas, pero a la luz de lo acontecido no hay justificación política ni ética alguna para ello.
6. La pretensión de los defensores de “las alianzas” de que éstas tienen como objetivo liquidar el caciquismo y la corrupción que, según insisten, serían fundamento del poder del PRI, es absolutamente mentirosa, ya que en los estados gobernados por panistas hay tanto o más narcotráfico, corrupción y caciquismo que en los gobernados por priístas, y porque además “las alianzas” PAN-PRD no tienen afinidad “con las propuestas más progresistas del país”, como sostiene de manera equivocada en su extravío Marcelo Ebrard, partidario de éstas (La Jornada, 12/10/10). Baste ver que en los tres casos donde triunfaron en 2010 postularon a ex priístas, por no insistir en que en Puebla la “alianza” PAN-PRD llevó a la gubernatura al candidato de Elba Esther Gordillo.
7. El argumento de que las “alianzas” entre partidos opuestos facilitan “la gobernabilidad” al propiciar que el Legislativo deje de ser contrapeso del Ejecutivo es, por otra parte, de carácter totalitario. La clave del régimen presidencial es que el Congreso esté en manos de un partido opuesto al del Presidente, como ha sido el caso en Estados Unidos durante la mayor parte de su historia. Esta tesis aberrante la sostuvo el lunes 11 el ex rector De la Fuente, quien tras descalificar a López Obrador por su oposición a estas “alianzas”, las elogió como la vía para alcanzar “mayorías estables”, que según él conducen a una relación “más funcional” entre los poderes, presentándose de paso como el candidato idóneo del aliancismo y “de la sociedad civil” para 2012 (para lo que dice está hablando con los “actores políticos”), según destacaron a ocho columnas varios matutinos (Milenio Diario, 12/10/10), sin parecer darse cuenta este aspirante de que la “alianza” de conservadores y liberales en Gran Bretaña de 2010, que pone como ejemplo, es la de dos partidos de la derecha.
8. Las “alianzas” PAN-PRD fueron delineadas desde 2008 cuando el gobierno calderonista buscó imponer a Ortega al frente del PRD con la finalidad de evitar una candidatura de López Obrador en 2012. Los diferendos crecientes entre el PAN y el PRI en torno a cuál de los dos partidos correspondería la Presidencia de México, evidenciados en la “ponencia” de Carlos Salinas de Gortari al festejarse los 20 años del IFE el 12 de octubre, han llevado sin embargo al gobierno panista, aterrado ante el 2012, a presentarlas como un elemento clave para vencer al PRI: no en 2012 sino desde ahora, en 2011, y por eso busca hacer creer que se idearon para ir contra Enrique Peña Nieto, aunque en la situación actual le sean imprescindibles a Calderón para tratar de doblegar al tricolor.
9. El objetivo fundamental de dichas “alianzas” es, sin embargo, político, y busca por eso no sólo maicear y enquistar en los gobiernos locales a los chuchos sino ofrecerles todo para 2012, a fin de tratar de cerrarle a López Obrador el camino hacia Los Pinos.
10. La extrema derecha busca al aliarse con el PRD confundir a los mexicanos, lavar su imagen, terminar con una alternativa electoral de izquierda, proteger sus intereses, consolidar el régimen, alcanzar un control absoluto del poder, cimentar un presidencialismo más autoritario, liquidar a Peña Nieto y, sobre todo, cerrarle el camino a Andrés Manuel, cancelándole derechos al pueblo. Mucho, para tan mediocres actores políticos.
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