EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA DE ORIENTE
LA LAICIDAD DEL ESTADO DE PUEBLA
El Congreso del estado aprobó ayer, con el respaldo de las bancadas del Partido Revolucionario Institucional, del Partido de la Revolución Democrática, del Partido Nueva Alianza y del Partido del Trabajo una reforma al Artículo 2 de la Constitución estatal que le da a Puebla la característica de estado laico para reforzar la separación entre los asuntos públicos y los religiosos en las acciones de gobierno.
La decisión de la mayoría de las fracciones parlamentarias puede resultar a simple vista intrascendente, pero lo cierto es que está revestida de suma importancia debido a la ofensiva que desde diversos sectores conservadores se ha desatado en los años recientes para reducir hasta su extinción al estado laico y erigir en su lugar un sistema político vinculado estrechamente a creencias religiosas.
LA LAICIDAD DEL ESTADO DE PUEBLA
El Congreso del estado aprobó ayer, con el respaldo de las bancadas del Partido Revolucionario Institucional, del Partido de la Revolución Democrática, del Partido Nueva Alianza y del Partido del Trabajo una reforma al Artículo 2 de la Constitución estatal que le da a Puebla la característica de estado laico para reforzar la separación entre los asuntos públicos y los religiosos en las acciones de gobierno.
La decisión de la mayoría de las fracciones parlamentarias puede resultar a simple vista intrascendente, pero lo cierto es que está revestida de suma importancia debido a la ofensiva que desde diversos sectores conservadores se ha desatado en los años recientes para reducir hasta su extinción al estado laico y erigir en su lugar un sistema político vinculado estrechamente a creencias religiosas.
Puebla no es una localidad ajena a esos intentos: en los comicios de este año, grupos religiosos como los cristianos actuaron abiertamente a favor y en contra de los dos principales candidatos a la gubernatura, condicionando siempre su apoyo a la promulgación de leyes que impusieran su doctrina como modo de vida para el resto de la sociedad.
En un contexto en el que los cultos aprovechan los titubeos, las omisiones o la complicidad franca de algunas autoridades para tomar espacios de poder público, es necesario afianzar las garantías de libertad, de autonomía, de independencia, pero sobre todo de laicidad en las instituciones, más allá de la religión o creencias personales que profesen quienes sean investidos como mandatarios, representantes populares o servidores públicos.
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