jueves, septiembre 02, 2010

Octavio Rodríguez Araujo : ¿Un éxito?

¿Un éxito?
Octavio Rodríguez Araujo

Muchos creen a conciencia que la detención de La Barbie es un éxito de Calderón. Pero no es exacto. Tarde o temprano tenía que caer si más de 100 mil efectivos del Ejército, la Marina y la Policía Federal andan metiéndose en todos lados y buscando narcotraficantes. Además, alguien tan visto no es igual que un humilde camello que vende gramos por semana y no toneladas de droga. Era lógico que así como se filtra información privilegiada del gobierno también ocurra lo mismo en las filas del narcotráfico. Siempre hay bocones en todo lados, incluyendo en la jerarquía eclesiástica. ¿Por qué no entre los narcos que, como se sabe, no están unidos sino que luchan entre sí por territorios y mercados?


La guerra de Calderón empezó mal y seguirá peor. Hasta ahora, después de decenas de sugerencias expertas en ese sentido, se está tratando de controlar en serio el problema del lavado de dinero. Esta debió de ser una de las primeras medidas a tomar, pero el licenciado se tardó casi cuatro años en percatarse de que el narco no suele usar tarjetas de crédito propias, ni cheques para pagar sus adquisiciones, sean automóviles, viviendas, tierras o la misma droga y su transporte. Tampoco para corromper autoridades. Una vigilancia bancaria adecuada, empezando con los ingresos y gasto de autoridades federales, estatales y municipales, uniformadas o no, permitiría saber quiénes recibieron más dinero del que la legislación les permite. Esto no se ha hecho y todos imaginamos por qué, pues muchos saldrían raspados. Lo mismo se puede decir de los muchos ricos que, según se ha denunciado, evaden impuestos de mil maneras y, de este modo, igual pueden lavar dinero o aumentar sus riquezas sin que se note mucho.

Un efecto secundario de la captura de La Barbie es que sus secuaces, que debe tenerlos y en gran cantidad por todos lados, incluso fuera de México, seguirán haciendo de las suyas y quizá con más saña que antes, pues han sido tocados en donde más les duele, y no sólo porque era jefe de muchos sino el enlace con todos los involucrados en la producción, comercialización, transporte y paso de aduanas de la droga. Cuando la Marina asesinó a Beltrán Leyva los crímenes de diversos tipos (decapitados, colgados y demás) aumentaron, sobre todo en Morelos, y en Cuernavaca en particular. Las venganzas propias de la competencia descarnada y criminal entre jefes de los diversos grupos de maleantes se hicieron ver y las estamos padeciendo. Aumentarán, pese a que Valdez Villarreal esté detenido.
Algo que no dirá Calderón en su cuarto Informe es que las casi 30 mil víctimas de su guerra contra el crimen organizado no han sido suficientes (ni lo serán) para acabar con los maleantes. Hay guerras que no se ganan, ni con los mejores ejércitos del mundo, y esto lo saben los yanquis, los franceses y los ingleses, principalmente, en sus varias incursiones en Asia, África e incluso en América Latina o en Europa (Yugoslavia, por ejemplo). Y esas guerras históricas, por el número de víctimas de varios lados y por los años que duraron, fueron planeadas y no improvisadas como en México. Tampoco dirá que así, como quien no quiere la cosa, se ha militarizado el país y que las acciones del Ejército son a todas luces ilegales (y no sólo lo he dicho yo, que no soy jurista, sino varios expertos en leyes muy respetados por sus conocimientos en la materia).

Lo más grave del asunto es que Calderón echó a andar su máquina de guerra interna, incluso aumentando los gastos militares y el negocio de las armas, y no se sabe cuándo ni cómo va a terminar. Los posibles sucesores, que se apuntan para el 2012, no nos han dicho qué van a hacer cuando tengan la papa caliente en las manos. Tal vez su silencio al respecto se deba a que no saben, de verdad, qué hacer con un país que no es el mismo de hace 10 años y que el actual inquilino de Los Pinos lo está dejando a punto de volverse ingobernable.

Los especialistas en economía puede ser que sepan cómo enderezar las finanzas del país, cómo distribuir mejor la riqueza, cómo evitar la inflación y la devaluación del peso. Pero, ¿dónde están los expertos en convertir una guerra sin futuro en un anhelado periodo de estabilidad y seguridad pública? Los yanquis, los colombianos y los israelíes no saben de esto. Lo han demostrado hasta el cansancio. ¿Quién lo hará en México? ¿Joaquín Villalobos y sus llamados no precisamente elípticos a apoyar a Calderón?

Bien, con La Barbie se puede restar a uno. ¿Y los demás, que tienen según el mismo Villalobos, más armas que las decomisadas a las FARC en varias décadas y “tres veces lo que las guerrillas lograron introducir desde Nicaragua durante la guerra civil de ese país”? Faltan dos años y meses para que termine este desgobierno. Por lo mismo dos años y meses de terror, de miedo a salir a la calle o de que nos asalte el Ejército en la casa por una llamada anónima del vecino molesto, o de que nos secuestren los policías que, recién cesados, buscarán de qué vivir.

Si siquiera viviéramos mejor que antes…

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