Desgaste presidencial
SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ
Durante los 45 meses de la actual gestión del presidente de la República, la incredulidad en las instituciones se ha deteriorado en 9.2 puntos: cuando fue ungido con la banda presidencial, eran 64.4 por ciento los ciudadanos del municipio de Puebla que no creían en las instituciones; hace dos semanas, eran ya 73.6 por ciento. De un total de 24 instituciones consideradas, la presidencia mencionada es la que ha sufrido el mayor desgaste; dejaron de confiar en ella 21 por ciento; los festejos del bicentenario no mejoraron la opinión favorable de la ciudadanía acerca de la gestión presidencial, como tampoco los niveles de credibilidad; no mientras prevalezca una crisis económica que polariza la desigualdad social y cataliza la violencia social y la inseguridad pública.
Los jueces y los dirigentes de los partidos políticos registraron pérdidas de credibilidad de 20 puntos; los militares, los presidentes municipales, los gobernadores y los consejeros de los derechos humanos deterioraron su credibilidad entre 14 y 17 puntos, en tanto que los medios de comunicación (televisión, radio, periódicos y revistas) perdieron 13 puntos. Los consejeros del Instituto Federal Electoral, la policía y los líderes empresariales han perdido entre siete y ocho puntos de credibilidad durante este sexenio, en tanto que la iglesia, los legisladores federales, los líderes campesinos y magisteriales perdieron entre uno y tres puntos. La única institución que mostró una mayor credibilidad fue la familia, en quien confía la mayoría absoluta de ciudadanos, si el referente es la información política.
SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ
Durante los 45 meses de la actual gestión del presidente de la República, la incredulidad en las instituciones se ha deteriorado en 9.2 puntos: cuando fue ungido con la banda presidencial, eran 64.4 por ciento los ciudadanos del municipio de Puebla que no creían en las instituciones; hace dos semanas, eran ya 73.6 por ciento. De un total de 24 instituciones consideradas, la presidencia mencionada es la que ha sufrido el mayor desgaste; dejaron de confiar en ella 21 por ciento; los festejos del bicentenario no mejoraron la opinión favorable de la ciudadanía acerca de la gestión presidencial, como tampoco los niveles de credibilidad; no mientras prevalezca una crisis económica que polariza la desigualdad social y cataliza la violencia social y la inseguridad pública.
Los jueces y los dirigentes de los partidos políticos registraron pérdidas de credibilidad de 20 puntos; los militares, los presidentes municipales, los gobernadores y los consejeros de los derechos humanos deterioraron su credibilidad entre 14 y 17 puntos, en tanto que los medios de comunicación (televisión, radio, periódicos y revistas) perdieron 13 puntos. Los consejeros del Instituto Federal Electoral, la policía y los líderes empresariales han perdido entre siete y ocho puntos de credibilidad durante este sexenio, en tanto que la iglesia, los legisladores federales, los líderes campesinos y magisteriales perdieron entre uno y tres puntos. La única institución que mostró una mayor credibilidad fue la familia, en quien confía la mayoría absoluta de ciudadanos, si el referente es la información política.
Tratándose de política, un tercio o más de ciudadanos del municipio de Puebla dice confiar en la familia, los medios de comunicación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la iglesia; entre un tercio y una cuarta parte de la ciudadanía confía en el IFE y los militares y, menos de 25 por ciento de los ciudadanos le tiene confianza a los líderes gremiales, a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial y a la Policía.
Son variadas las aportaciones del Ejecutivo federal para logar este descrédito generalizado, entre otras, su política económica procíclica; la precariedad laboral; la disminución del poder de compra; la corrupción e ineficiencia de la administración pública; la ausencia de justicia y equidad; el deterioro del medio ambiente; la pérdida de biodiversidad; el atropello sistemático de las garantías individuales y su abierta injerencia en comicios electorales. Felipe Calderón no ha actuado. Sólo su partido ha sido eficaz ariete para desterrar lo poco que había de justicia y democracia.
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