viernes, septiembre 24, 2010

María Teresa Jardí : Gooooya, Universidad

Gooooya, Universidad
Por María Teresa Jardí


El héroe del panismo usurpador no es ni siquiera Don Porfirio Díaz, a pesar de haber pasado a la historia como el dictador que eligió ser. El héroe del conservador usurpador, queda claro que, además del traidor Argumedo, es Agustín de Iturbide. El dictador Díaz le resultó poco al usurpador Calderón y por eso la decisión de no emularlo siquiera con una obra trascendente de cara al paso del bicentenario de una Independencia que todavía no es y del centenario de una Revolución, que busca desesperadamente para poder huir sin pagar ni una sola de sus muchas deudas, que vuelva a ser.
Porfirio Díaz, para la conservadora derecha panista, tan inculta, es además mal ejemplo incluso por la obra, de obras, que de cara al centenario de la Independencia se diera, la Universidad en primerísimo lugar. Aunque no la única, debido a que Díaz quería a México aunque fuera un dictador; el avance en el ferrocarril, luego cancelado por orden del imperio, por otros apátridas sin visión de futuro y de plano rematado por Zedillo, eso sí, garantizándose para salvarse un empleo en gringolandia de por vida, es otra buena muestra de lo mucho que Díaz quería a la patria mexicana. Por eso Díaz no es el bueno para Calderón. Calderón, como Prigione, desprecia a los mexicanos. El espurio emperador Iturbide es en quien se ve retratado el panista que usurpa el Poder Ejecutivo.
Aunque no por ello deja de verse retratado, pero el cuerpo alfeñique incluso no le da para eso, de ahí la casaca que le queda grande, pero se pone sin un ápice de sentido de ridículo. Aunque no deje de verse retratado en el exaltado contrarrevolucionario que, como Coloso, se manda hacer, que para eso paga. Un alma de traidor acompaña a Calderón y en el traidor Benjamín Argumedo, quien apoyó el levantamiento reaccionario de Pascual Orozco contra Madero, reconoció al gobierno usurpador de Victoriano Huerta y combatió a los revolucionarios, se ve también retratado Calderón, como dejó en claro a lo largo de las pocas horas de festejos del bicentenario. Argumedo fue feroz enemigo de Pancho Villa en Durango y Coahuila, fue derrotado por Francisco Murguía y murió fusilado por los carrancistas como el traidor que era. Pero, como bien señalara Pablo Moctezuma, el usurpador, como otra bofetada al pueblo mexicano, lo rescata, el día que debió, aunque ya no fue, ser el de la conmemoración de todos los mexicanos del bicentenario de nuestra Independencia, del basurero de la historia.
Agustín de Iturbide, sin más mérito que haber convertido a la política en católica, porque tampoco es que el análisis vaya más a fondo por lo que a ese personaje toca, es en el que se ve retratado, todavía, otra cosa va a sucederle el día mismo de su salida, pase lo que pase con el país y en el país, por la puerta de atrás por la que asimismo decidiera llegar Calderón. Traidor al pueblo mexicano, al que odia, por no haber logrado resultar él el elegido, ni siquiera con el apoyo del poder de facto que la telebasura ha ido acumulando hasta el punto de que hoy en México dicta las reglas de la política, bajadas a nivel de mal programa, de inmoral basura, que ni a pornografía llega, pasado a horas en las que la telebasura sirve de niñera de los deseducados, a nivel educativo, niños pobres y ricos, porque tampoco es que los hijos de ricos transiten hoy en mejores condiciones culturales por las malísimas universidades privadas.
El mérito de Díaz la Universidad. El ¡GOOOOYA, UNIVERSIDAD! En México entero retumba. El peor error de Calderón haber convertido en su coloso particular a un traidor a la patria como Argumedo. Un honor ser egresado de la UNAM. Una vergüenza usurpar lo no ganado. Bien por Narro. Otro error las reformas penales dejando en manos de la PGR, como garantía de impunidad absoluta, la investigación de los secuestros.

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