viernes, septiembre 24, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Dos efemérides antitéticas

Dos efemérides antitéticas
Por Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


La celebración de los cien años de vida de la Universidad Nacional Autónoma de México, es una bocanada de oxígeno para el pueblo en un momento crucial. Lo más relevante de esta efeméride es que la UNAM sigue más viva que nunca después de tres décadas de continuas embestidas de la tecnocracia neoliberal, con el fin de liquidarla y cancelar así la mejor opción que tiene el país para superar el subdesarrollo y seguir impulsando una sana movilidad social. Pero otro aniversario viene a patentizar que la extrema derecha mantiene vivas sus expectativas de mantenerse en el poder, aprovechando las ventajas que depara el usufructo del aparato gubernamental, sin parar mientes en que los resultados de su labor al frente del Ejecutivo son desastrosos para los mexicanos.
El PAN cumplió su 71 aniversario, curiosamente el mismo día en que fue fundada la UNAM por el maestro Justo Sierra el 22 de septiembre de 1910. Nada más antitético que ambos acontecimientos, ya que mientras nuestra Máxima Casa de Estudios ha engrandecido al país en todos sentidos, el partido blanquiazul sólo ha contribuido a que su actual desbarajuste sea más firme y dramático. Lo positivo y grandioso que tiene México se debe en buena medida a las contribuciones de la UNAM, mientras que el PAN, sobre todo a partir de los años ochenta, ha sido un importante factor de presión para que el Estado deje de lado su responsabilidad social con la educación pública, gratuita y laica.

Ambas celebraciones permitieron contrastar las concepciones que tienen quienes encabezan en este momento a la UNAM y al gobierno federal. Mientras el rector José Narro Robles mira el futuro con visión social y nacionalista, Felipe Calderón muestra su corta perspectiva de la realidad que vive México en uno de los peores momentos de su historia. Dijo el rector: “Hoy que el mundo flaquea en su sistema de valores laicos, hoy que el dinero y los bienes materiales se han convertido en el emblema del éxito, debemos regresar a los principios básicos… Lo trascendente y apreciable son los valores que los ciudadanos portan”.
Por su parte, al hablar en la ceremonia conmemorativa del aniversario del PAN, Calderón demostró que nada tiene más trascendencia para él y su partido que mantener el poder, para lo que harán hasta lo indecible de acuerdo con hechos muy significativos a ese respecto, como por ejemplo la transición a la digitalización televisiva y la reforma a la Ley de Seguridad Nacional con el fin de dotar de fueros especiales a los militares, acción tendiente a facilitar que las fuerzas armadas se conviertan en un gran cuerpo represivo. Aprovechó la efeméride para exhortar a los panistas “a ser militantes de a de veras”, cerrar filas y fortalecer la identidad partidista para volver a ganar las elecciones presidenciales en el 2012.
Desde luego, no tiene nada de censurable que un líder exhorte a sus huestes a redoblar esfuerzos y convencerlos de “que son la mejor opción”. Lo lamentable es que no se haga nada efectivo realmente para ganarse el apoyo de la sociedad, lo que daría validez a sus ambiciones políticas. Al contrario, las políticas públicas del calderonato son la negación rotunda de una labor política con un elemental sentido social, razón por la cual resulta un despropósito querer mantener el poder. Es obvio que lo quiere, la camarilla panista, para seguir disfrutando de los privilegios que son inherentes a su usufructo, no para buscar soluciones a los graves problemas que padece México.
Afirmó Calderón: “Hoy podemos decir que estamos de regreso, con más fuerza y más ánimo que nunca, para ganar el tercer gobierno panista en el 2012”. ¿Y los resultados de su “gobierno” no cuentan para nada en el sentir de los electores? Según su particular punto de vista no importan, lo que hace pensar que finalmente no piensa en el triunfo en las urnas, sino en las maniobras extralegales que permitan una “victoria” incluso cuestionada, pero al fin y al cabo “legitimada” por obsecuentes autoridades electorales. Para inducir el voto contaría con el invaluable apoyo de los concesionarios televisivos y para evitar protestas y graves conflictos postelectorales se recurriría a las fuerzas armadas, según la estrategia calderonista.
Sin embargo, las consecuencias de semejante proyecto político no se harían esperar, teniendo en cuenta la dramática realidad social y económica de una nación sin rumbo, profundamente dividida entre unos pocos que disfrutan de enormes privilegios y la inmensa mayoría de la población que carece de lo más indispensable. Por eso es vital que la UNAM se fortalezca y siga siendo una guía fundamental en esta hora decisiva, pues constituye el mejor instrumento para formar ciudadanos conscientes capaces de minimizar las ambiciones de poder de una camarilla a la que no le importa el futuro del país. Un gobierno panista no tendría ningún empacho en instaurar un Estado totalitario en México. Los círculos del poder en Washington no lo verían mal si a cambio reciben enormes beneficios colaterales.
(gmofavela2010@hotmail.com)

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