TENDAJÓN MIXTO
Otro mundo es posible, y nosotros podemos construirlo
Jaime Ornelas Delgado
Después de 30 años de impuesta la modalidad neoliberal del capitalismo en México, uno de sus resultados más evidentes es la profunda y creciente polarización de la economía y la sociedad; de la misma manera, las instituciones del Estado mexicano que permitían, al menos, cierto grado de seguridad social se encuentran debilitadas, otras desparecidas y muchos derechos sociales se han convertido en meros servicios mercantiles.
La polarización social ocurre entre quienes concentran la riqueza y quienes viven en la pobreza y la pobreza extrema; entre quienes tienen la oportunidad de trabajar, de estudiar o decuidar su salud en el mundo formal y quienes no encuentran empleo ni tienen acceso a la educación o a la salud; además, el país presenta un preocupante estancamiento económico y persiste el desarrollo desigual entre las regiones del país, agudizándose así la polarización social y territorial.
Otro mundo es posible, y nosotros podemos construirlo
Jaime Ornelas Delgado
Después de 30 años de impuesta la modalidad neoliberal del capitalismo en México, uno de sus resultados más evidentes es la profunda y creciente polarización de la economía y la sociedad; de la misma manera, las instituciones del Estado mexicano que permitían, al menos, cierto grado de seguridad social se encuentran debilitadas, otras desparecidas y muchos derechos sociales se han convertido en meros servicios mercantiles.
La polarización social ocurre entre quienes concentran la riqueza y quienes viven en la pobreza y la pobreza extrema; entre quienes tienen la oportunidad de trabajar, de estudiar o decuidar su salud en el mundo formal y quienes no encuentran empleo ni tienen acceso a la educación o a la salud; además, el país presenta un preocupante estancamiento económico y persiste el desarrollo desigual entre las regiones del país, agudizándose así la polarización social y territorial.
Pero además, el proceso económico en el neoliberalismo se caracteriza por el aumento persistente del desempleo, así como de la informalidad laboral y de una brecha creciente entre la remuneraciones de los trabajadores que laboran en la economía formal y el resto que se ocupa en la economía informal donde predominan los bajos salarios, la falta de prestaciones y la inestabilidad laboral. Todo esto, sin duda, ha afectado en forma adversa la distribución del ingreso, lo que significa un débil mercado interno incapaz de convertirse en el sustento de un crecimiento sostenido a largo plazo y el lamentable aumento de la pobreza que se expresa en la existencia de aproximadamente 60 millones de mexicanos viviendo en esa situación en todo el territorio nacional.
En síntesis, el neoliberalismo ha forjado un país desarticulado, heterogéneo y dependiente económica, política y culturalmente de Estados Unidos; amenazado por la ominosa presencia de la delincuencia organizada y con elevados e incontrolables niveles de la violencia, México es ya un Estado fallido; asimismo, la creciente militarización ha generalizado en la República el temor y la intimidación; a esto se suma un gobierno debilitado y monotemático que parece encontrar en su guerra particular declarada a la delincuencia organizada su única razón de ser, desatendiendo la “otra realidad”, la cotidiana, la de la miseria, el desempleo y la desesperanza que las altas esferas del gobierno desconocen y no se atreven –por incapacidad o negligencia– a enfrentar; en fin, hoy tenemos un país polarizado y en creciente tensión consigo mismo, al que no se le ha permitido buscar y aplicar, hasta ahora, las políticas capaces de permitirle una nueva era de convivencia y consensos.
Ante esta compleja situación, no es menor el llamado que ha hecho al pueblo de México Andrés Manuel López Obrador para construir, entre todos, un nuevo proyecto alternativo de nación sustentado en la equidad, es decir, en el propósito de reducir hasta eliminar en un plazo previsible la desigualad social en sus múltiples manifestaciones y tratar de reducir las diferencias regionales que limitan el bienestar general. Esto, sin duda, requiere un proyecto que si bien se base en un crecimiento económico estable, dinámico y competitivo, tenga como propósito iniciar un proceso de desarrollo integrado en términos sociales, sustentable en el plano ambiental y donde existan los espacios de participación de la sociedad necesarios para definir rumbos y establecer metas y objetivos del proceso de desarrollo que, sin duda, no sólo requiere de un cambio de política sino de transitar a una nueva sociedad, justa y democrática.
Así, equidad, crecimiento económico y ciudadanía participativa, son en estos momentos los tres elementos que, junto con la imperiosa necesidad de superar la modalidad neoliberal del capitalismo, resumen los complejos retos que enfrenta nuestro país. El proyecto alternativo que puede salir al paso del proceso de deterioro nacional requiere de nuestro decidido concurso; no le regateemos al México nuestro esfuerzo; mostremos que otro mundo es posible, y que nosotros somos capaces de construirlo.
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