jueves, septiembre 09, 2010

JAIME ORNELAS DELGADO : Educación y proyecto alternativo de nación

TENDAJÓN MIXTO
Educación y proyecto alternativo de nación
JAIME ORNELAS DELGADO


En todo proyecto alternativo de nación que de verdad pretenda cambiar la estructura económica y la sociedad hegemónica, la educación debe ocupar un papel de primera importancia, y no porque resuelva todos los problemas sociales, como algunas veces en un exceso meramente discursivo se pretende, sino porque si la educación no se transforma para cumplir en la parte formativa con los propósitos y anhelos de la nueva sociedad, puede producirse en el corto plazo una regresión política.

Muchas veces los sectores democráticos han creído que el cambio de la estructura económica provoca, automáticamente, el cambio en la conciencia de la población. Nada más equivocado. Lo ocurrido en los países del socialismo real muestra lo contrario: se alcanzaron ciertos niveles de igualdad económica; sin embargo, la conciencia socialista de los trabajadores no logró forjarse, un marxismo adocenado evitó su construcción.

Si en alguna actividad se produce la “revolución de las conciencias” es en la política si ésta permite hacer ver a la población que cambiar el mundo es posible, pero ese trabajo político e ideológico debe reforzarse con la trasformación del sistema educativo para ponerlo al servicio de la liberación individual y colectiva.


Sin duda, la educación es arena de la lucha cultural entre las clases que integran la sociedad, de ahí que no sea gratuito el interés de las fuerzas políticas que en México sostienen al neoliberalismo por controlar y tener bajo su influencia el sistema educativo con el fin de darle la orientación que demandan quienes tienen el poder. En nuestro país el interés de los grupos neoliberales por la educación es manifiesto; su énfasis está en mantener bajo control la educación pública e impulsar la privada con sus principios y valores vinculados al mercado y que se expresan en el “éxito”, el “liderazgo”, la “excelencia”, principios y valores que dividen a la sociedad en triunfadores y fracasados; conductores y seguidores; emprendedores y empleados sin iniciativa.

Muchos años de dominación capitalista han modelado profundamente la conciencia de los trabajadores que han sido preparados en la sumisión; su educación y cultura reproduce hábitos, costumbres y visiones del mundo que naturalizan las condiciones impuestas por la explotación capitalista. La educación en México, desde la década de 1940, se ha orientado a formar ciudadanas y ciudadanos irreflexivos, lo que ha permitido garantizar la formación de una población sumisa, susceptible de ser controlada, explotada y sin motivación para actuar colectivamente en la transformación de la realidad social que la oprime.

De ahí que ningún reto mayor para un proyecto alternativo de nación que transformar esa cultura, esa mentalidad colonizada generada por el sistema educativo al servicio del capital. No se trata, como proclaman los grupos conservadores, de manipular la conciencia de los estudiantes, sino de liberarla; se trata entonces de hacer que la educación contribuya a construir una conciencia crítica que permita comprender el mundo, sus procesos y relaciones, e insertarse creativamente en él.

En México en 2012 se confrontarán dos visiones de nación, incluida la orientación del sistema educativo: por un lado, la que se encuentra inmersa en la construcción de un modelo propio que responda a las necesidades e intereses de las grandes mayorías y que se afana por estructurar un pensamiento crítico que dé respuesta a los requerimientos de nuestra época, y por otro lado, la que responde al proyecto neoliberal, que entiende a la educación como un “servicio” ofrecido en el mercado, situación que se constituye en uno de los motores que profundizan la segmentación, la fragmentación y las desigualdades sociales.

Dos proyectos de nación y de educación se comienzan a confrontar. Uno sirve a la población mayoritaria, el otro convierte a la educación en sierva de los intereses del capital. La decisión ciudadana, será trascendente pues determinará el largo futuro de México.

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