domingo, marzo 18, 2012

Nada que conmemorar y mucho que lamentar : María Teresa Jardí



Nada que conmemorar y mucho que lamentar
 María Teresa Jardí


Imposible entender cómo permitimos, como sociedad, la llegada de un país como el nuestro que pareciera haber sido, en el reparto de riqueza, bendecido de manera extraordinaria con los muchos bienes que pudieron llevarlo a ser uno de los países con mejores condiciones de vida para todos sus habitantes, al punto de desastre sin vías de mejoramiento en el que nos encontramos.
Ya ni siquiera nos quedan las conmemoraciones que remiten al recuerdo de la grandeza histórica. Nada qué celebrar de cara a una de las fechas, el 18 de marzo, emblemáticas de lo que fue el país por un tiempo breve. Una nación incluyente y generosa que, brindando asilo, a los que los dictadores perseguían, se engrandecía con mentes privilegiadas como son las de los que, en general, se oponen a los designios de enfermos de poder a los que la razón nunca les asiste. Un país convertido en el líder de América Latina. Cómo ha podido llegar a ocupar el último lugar, en todo, educación, bienestar, empleo, salud, seguridad, contrastes económicos... un país bendecido con sus muchas naciones indígenas, con mares y montañas, con tantos bienes como el oro, la plata y el petróleo...


México debió ser maldecido en el reparto de bienes a sufrir, uno tras otro desgobernantes de derecha, entreguistas, acomplejados, canallas, cobardes..., gafes incapaces de enfrentar al país que, por ubicación geográfrica, pudo ser obligado a convivir con el debido respeto. Maldecido, sí, con la existencia de desgobernantes a modo que elegirían ser sirvientes del imperio soñándose yanquis....
Hoy los mexicanos somos un pueblo al que se le ha cancelado hasta el motivo de conmemoración regalado por el general Cárdenas con la expropiación a las mismas empresas petroleras o en todo caso a similares agrupaciones, igual de canallas, o más bien mucho más canallas, las de ahora, a las que un usurpador de derecha les entrega el petróleo.
Nada qué celebrar el 18 de marzo. El petróleo no solamente ya no es un bien de los mexicanos sino que además tendremos los mexicanos que pagar por él importándolo.
Y a propósito, del despropósito que la entrega del pétroleo que de manera tan burda se hace por la derecha panista, no deja de ser muy extraña la venida de un Papa a un México donde la única garantía de seguridad es que no existe ninguna garantía.
Hace la visita, ciertamente, en plena veda, falsa, de campañas electorales. No hay más qué ver la cantidad de promocionales del desgobierno usurpador incluso en la prensa escrita señalando lo bien que va todo, aunque la realidad, terca que es, lo desdiga hasta en la mente de los más abyectos cómplices, del usurpador, a modo del imperio gringo.
Puede ser que el Papa venga a México a buscar una reforma que contravenga la laicidad, aniquilada, del Estado laico, como plus de su venida. Pero, vamos a ver, es un hombre viejo y no hay más que verle la cara en las fotos que de él se publican para saber que está muy enfermo. Y como se sabe tan desprestigiado y a punto de pasar a la historia de la Iglesia Católica como un Papa nazi, es claro que lo que le quede de vida daría Ratzinger por pasar a la historia como un mártir. De inmediato el imperio yanqui invadiría México y su ejército nos convertiría en otro Afganistán. Y mientras nos entretenemos con las matanzas, a lo yanqui, el imperio extraería de manera rauda, hasta agotarlo del todo, el petróleo del nuevo yacimiento del Golfo, que Calderón les ha entregado, pero con lo que no todos los poderes están del todo de acuerdo. Además de que nada le garantiza al imperio que quede la Vázquez para seguir permitiendo también ese robo...

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