México SA
Carlos
Fernández-Vega
Calderón, desbocado
IFE: repetir el 2006
¿Logros humanistas?
Si al desatado Felipe Calderón le quedara
un resquicio de vergüenza –lo cual sería un milagro–, ni siquiera le habría
pasado por la mente organizar un acto tan deleznable como el realizado ayer en
el Auditorio Nacional, pletórico de burócratas acarreados, como en los mejores
tiempos priístas. Y si el IFE fuera un organismo vertical, honorable, vigilante
de los intereses ciudadanos y del cumplimiento de la ley, entonces tal acto no
hubiera pasado de la planeación, en el mejor de los casos. Pero como uno y otro
carecen del más elemental sentido de la ética, simplemente se han dado a la
tarea de reproducir los tristemente celebres acontecimientos de 2006.
Ayer, ante la borregada,
el inquilino de Los Pinos enumeró sus logros humanistas, corearon los
locutores a sueldo, igualmente carentes de ética. ¿Logros, y además
humanistas?, preguntaron los asqueados mexicanos: 15 millones adicionales de
pobres, más de 50 mil muertos por la inseguridad, desempleo, informalidad
creciente, salarios de hambre, bienestar en el suelo, el avance económico
más bajo en casi tres décadas, corrupción a galope, concentración de la
riqueza, saqueo de la nación, sexenio perdido. He allí sus verdaderos logros.
Mientras el IFE
nuevamente finge demencia sobre la veda electoral, y el desbocado inquilino de
Los Pinos repite los excesos e ilegalidades cometidas y fomentadas por su
antecesor en 2006, Vicente Fox, sin que nadie lo detenga, basta sólo un ejemplo
–eje de la campaña electoral calderonista– para dimensionar loslogros de
su paso por la residencia oficial, es decir, el relativo al presidente del
empleo. Va, pues, por cortesía del Centro de Investigación en Economía y
Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México.
Los resultados de la
Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo correspondientes al cuarto trimestre de
2011 revelan el estado lamentable del mercado laboral. El sexenio culmina con
ocupación informal para más de 14 millones de mexicanos, condiciones críticas
de trabajo para 6.2 millones, subocupación para 4.2 millones y desocupación
para 2.5 millones. Además, hay que considerar el número de ocupados que no
reciben ingreso (4.2 millones), los que cuando mucho perciben un salario mínimo
(6.4 millones), los que ganan entre uno y dos salarios mínimos (10.8 millones),
y las personas con ocupación que no tienen acceso a la seguridad social (30.8
millones), o aquellas que no tienen contrato por escrito (14.8 millones). Todo
esto es altamente preocupante y sólo constituye una muestra de la tarea a
realizar si se pretende resolver este desequilibrio social.
Lo descrito contrasta
con la modesta creación de 1.1 millones de nuevos empleos permanentes formales,
incluso considerando los eventuales apenas se generaron 1.5 millones de nuevos
empleos formales (registrados en el IMSS) con el presidente del empleo. La
escasa creación de plazas laborales y la mayor ocupación se ha dado en
detrimento de la calidad laboral de los trabajadores mexicanos, algo que no se
reconoce en el discurso oficial. De igual manera, las deficiencias del entorno
laboral se reflejan en la escasa generación de patrones; éstos presentan una
tendencia estancada, misma que no ha podido recuperar su ritmo desde 2008. La
creación de empresas formales en México se ha detenido, en realidad lo que
prevalece es el incremento de unidades de actividad económica que si bien a
corto plazo dotan de recursos a la población ocupada en ellos, en realidad no
otorgan todas la prestaciones sociales que las personas requieren.
Lo anterior tiene una
implicación: difícilmente se podrá resolver la situación de precariedad
laboral, y con ello de la pobreza, si antes no se tiene una creación de
empresas que cuenten con mayor infraestructura humana, física y de formalidad
ante las instituciones. Así también, la tasa de subocupación corresponde a la
más alta desde su medición, es decir, ha existido una elevación importante de
personas que cuentan con dos empleos dado que los ingresos de uno solo no
resultan suficientes para cubrir sus gastos, siendo más de 4 millones de
personas las que se encuentran en esta situación, excediendo incluso lo
suscitado durante la crisis de 2009. Por otro lado, se tiene el grave problema
que representa la informalidad.
Entre 2006 y 2011 México
pasó de ser una economía en su mayoría generadora de empleo formal (con
prestaciones sociales), a una gestada por la informalidad (carentes de ellas).
La cantidad de personas que conforman la población ocupada en la informalidad
ha rebasado el empleo formal permanente que se registra en el IMSS. Mientras
estos últimos crecieron 3.4 por ciento en el cuarto trimestre de 2011 con
respecto al mismo periodo del año anterior, la informalidad aumentó 13.4 por
ciento (y esa tendencia se mantiene en 2012). Estos ritmos de crecimiento
reflejan la incapacidad de absorción del mercado laboral formal, lo cual
provoca que los mexicanos recurran a la informalidad como forma de obtener
ingreso para intentar solventar sus necesidades. La proporción de personas que
laboran en la economía informal representa un segmento de población que es mayor
al de casi todas las actividades productivas, exceptuando únicamente al sector
servicios. En el caso de las condiciones críticas de ocupación la gente en
dicha condición supera a la ocupada en el sector de la construcción, incluso al
textil.
Más preocupante es el
hecho de que más de 4 millones de personas ocupadas ni siquiera reciben
ingresos, situación de alta incidencia en entidades pobres de la República. El
trabajo gratuito que desempeña este grupo de personas coloca en la palestra un
par de desafíos. En el terreno estrictamente económico se argumenta que la
falta de competitividad de México frente a naciones como China es atribuible a
los bajos salarios que estas últimas pagan; sin embargo, la realidad indica que
también en México existe precariedad laboral, en la que se encuentran quienes
ni siquiera reciben ingresos, pero lo cual tampoco se ha traducido en beneficios
competitivos. Las políticas públicas abocadas a la atención del flagelo de la
pobreza no pueden revertir la precariedad del mercado laboral, es decir, bajos
o nulos ingresos, así como escasas prestaciones sociales acaban por determinar
la situación de marginalidad en que vive una parte considerable de la población
en México.
Las rebanadas del pastel
La Comisión de Energía del Senado de la República
palomeó el llamado acuerdo petrolero México-Estados Unidos sobre
yacimientos transfronterizos en el Golfo de México, porque, aseguran sus
integrantes, permitirá la exploración y explotación equitativa de los
hidrocarburos que eventualmente se extraigan de esa zona. Bien, pero ¿desde
cuándo el gobierno gringo es equitativo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario