jueves, marzo 01, 2012

Mentiras calderonistas : Julio Pimentel Ramírez



Julio Pimentel Ramírez
Mentiras calderonistas


Es común que las palabras, las declaraciones de políticos y hombres del poder, tergiversen y manipulen la realidad y pretendan ocultar sus verdaderos intereses, por lo que es indispensable contrastar el discurso con los hechos, avanzar en el análisis de los acontecimientos partiendo de la búsqueda de la verdad, asumiendo el compromiso con los intereses de la mayoría de los mexicanos a partir de enfrentar integralmente los severos problemas que confronta la nación, sus habitantes y su Estado.
Esta breve reflexión viene a colación a partir de planteamientos del ilegítimo Felipe Calderón, quien lo mismo se presenta como el “salvador” de Petróleos Mexicanos que como un “demócrata” que no interferirá en el proceso electoral de este 2012, en el que los ciudadanos deben de escoger entre cuatro candidatos en lo que se refiere a la Presidencia de la República.
En ambos asuntos el inquilino de Los Pinos miente y sus manipulaciones cada vez engañan a menos ciudadanos a pesar de que la mayoría de los medios de comunicación, destacadamente los televisivos, se hacen eco de sus palabras y saturan al auditorio con sus falacias.


Apenas hace unas semanas Calderón y funcionarios del sector energético hacían grandes esfuerzos por demostrar que Pemex estaba en virtual quiebra técnica y que era indispensable abrir las puertas al capital privado para revertir su deterioro.
Actuaron en consecuencia y a través de los llamados “contratos incentivados” se han entregado ya suculentos contratos de exploración y explotación de mantos petroleros a consorcios internacionales, mayormente extranjeros. En un plazo cercano el petróleo del Golfo de México, que pertenece a nuestro país, será uno de los manjares de los pulpos petroleros estadounidense, principalmente.
Como es costumbre el espurio mandatario hace declaraciones grandilocuentes: lo mismo dice que vamos ganando “la guerra” contra el narcotráfico a pesar de los más de 60 mil ejecutados, 10 mil desaparecidos y el grave deterioro del tejido social y el lesivo daño a las instituciones del Estado, infiltrado por el narcotráfico a los más altos niveles; que pregona que se tiene cobertura total de salud, que se generan miles de empleos, que la economía crece, entre otros ilusorios logros, cuando la realidad muestra lo contrario (crece la pobreza y se hunde la calidad de vida, por mencionar dos aspectos básicos que desnudan el fracaso del neoliberalismo desde la perspectiva de los intereses de la nación, no de la oligarquía beneficiaria del oprobioso sistema).
Por eso hay que tomar en cuenta que Calderón se encuentra en campaña, violando las leyes como su predecesor panista, lo que significa un riesgo extremo para el proceso electoral, y lo que declara tiene un sentido político: si él dice que Pemex ya está “salvado” no tiene sentido que Andrés Manuel López Obrador ofrezca rescatar a la paraestatal.
La realidad de Pemex es compleja, en días pasados se informó que durante el 2011 tuvo pérdidas por 39 mil 518 millones de pesos, toda vez que los elevados ingresos derivados de las altas cotizaciones internacionales del crudo no fueron suficientes para compensar un incremento impositivo brutal: de hecho, la paraestatal obtuvo unos 640 mil millones de pesos por sus ventas de crudo, pero pagó 984 mil 413 millones de pesos en impuestos, derechos y aprovechamientos.
Este reporte constituye un mentís inequívoco a las buenas perspectivas de Pemex anunciadas en días pasados por Felipe Calderón. Mientras no se modifique de fondo el régimen fiscal del país, es decir se cobren impuestos a los grandes capitales, de manera que cese la “ordeña” de divisas que padece Petróleos Mexicanos, que de esa manera contaría con recursos para modernizarse.
Es más, aunque Pemex cuente con las reservas que anuncia la administración federal, mientras no se modifique el modelo seguirá exportando crudo e importando gasolina.
La intención inequívoca de Calderón, su partido, e incluso de Enrique Peña Nieto, es la de fomentar exponencialmente la presencia del capital privado en todas las áreas de la actividad de Pemex, proceso que ya está en marcha pero que aún encuentra trabas en leyes mexicanas y resistencia de algunas fuerzas políticas que proponen el desarrollo soberano de las riquezas energéticas de la nación.

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