La Verdad como controlador de los daños
María Teresa Jardí
Un consejero inteligente, a Humberto Moreira lo hubiera incluso obligado a responder el mismo día en que conocidos golpeadores panistas denunciaban lo de la deuda dejada a su paso como gobernador del Estado de Coahuila. No se necesitaba mucho para justificarla. Amén de que no hay un sólo gobierno estatal ni federal que no deje inmorales deudas a cargo del pueblo condenado a pagar a los ricos hasta sus más mínimos caprichos. Habría bastado con decir que en lugar de aceptar dinero del narco, el gobierno de Coahuila, en aras de hacer lo que se había dejado de hacer, al menos desde que Salinas empobreciera la comarca lagunera, al dar al traste con la siembra del algodón para favorecer, seguramente, a alguna empresa extranjera. Pero ante la ausencia de respuesta fue subiendo de tono la denuncia, como quedaba claro para cualquiera, con dos dedos de materia gris, que iba a suceder, si la callada se daba por respuesta, al grado de que la denuncia señalara que la misma había sido obtenida con documentos alterados. Sin que esto tampoco mereciera ni siquiera decir que saltaba a la vista la complicidad en la alteración que habría tenido la Secretaría de Hacienda que el usurpador Calderón controla. Y para cuando tibiamente se señaló o se evidencia, mediante una revista anexa en los diarios, la obra hecha por Humberto Moreira en Coahuila ya era tarde, por lo menos para ese Moreira. Está por verse cómo funciona el hermano, aunque todo parece indicar que carente de consejeros inteligentes.
La verdad habría sido el único real controlador de daños, para quien, cualquier lector de diarios y escuchador de noticieros radiales, sabía que lo que se decía era la crónica que anunciaba, si tardaban en darse las explicaciones, por coherentes que las mismas fueran, su salida de la presidencia del PRI. Aunque también hay que decir que ese mismo consejero le habría preparado para su toma de posesión como presidente del PRI un discurso que recordara el que a Luis Donaldo presumiblemente le costara la vida, en lugar del de confrontación al estilo chabacano de los últimos exponentes del PAN que hasta a un genocida exhibe como cabeza de su paso sin gloria por el Ejecutivo federal.
Adelantaba, lo que los golpeadores denunciaban, la necesidad de Calderón, convencido de que así se salva, de lo que no tiene salvación posible, de mantener en manos del partido, al que deja tan desprestigiado, otra vez, “haiga sido como haiga sido”, el poder Ejecutivo.
Tampoco tienen la inteligencia los panistas para entender que eso es imposible sin que propicien un estallido de impredecibles consecuencias.
Estoy convencida de que lo menos malo que le puede ocurrir al país es que nos gobierne AMLO. Pero muchos compatriotas aseguran que es preferible el regreso del PRI dinosaurio que el continuismo de la derecha panista, que lo único que garantiza es la violencia asesina como garantía de muerte para los mexicanos.
Y lo más curioso, escasa de consejeros inteligentes que está la clase política, es que a Moreira no lo tumba el PAN. A Humberto Moreira se lo quita de encima Enrique Peña Nieto. Aunque se froten las manos de gusto también los Beltrones y los Gamboa Patrón. Sin enterarse tampoco, Peña Nieto, queda claro, de que el próximo damnificado por la misma campaña sucia que desde Los Pinos se organizó contra Moreira, es justamente el ya candidato del PRI. Campaña sucia en realidad desatada contra el cambio de partido en la Presidencia.
Pero el que no debe dormirse en sus laureles es AMLO. También contra él van a ser dirigidas las baterías de quien para llegar orquestara una campaña sucia generadora en la sociedad del miedo para no tardar en hacer a lo mexicanos vivir la pesadilla del terror en que se encuentra inmersa la sociedad.
Debe cuidarse AMLO. Tiene la obligación y el deber de hacerlo por el pueblo que dice que ama y por la República que basada también en el amor nos ha propuesto a todos los mexicanos que construyamos con tanta aceptación y tanto éxito.
Ante la imposibilidad de inventarle actos de corrupción. Que igual se deslizan de tanto en tanto por los a modo preguntando insidiosamente cómo se mantiene AMLO o cómo se pagan sus viajes. Andrés Manuel lo que se juega, frente a un usurpador que no quiere soltar el poder, es la vida.
No pudiendo ya lograr, ni con denuncias de actos de corrupción en su contra ni generando el miedo que hoy sólo el PAN despierta, desprestigiarlo ni cambiar el sentido del voto mayoritario al que por lo visto se van sumando incluso los empresarios, debe cuidarse AMLO, en el entendido de que a él sólo pueden acabarlo arrebatándole la vida. Un muerto más o menos a la derecha la tiene sin cuidado. Aunque la crónica también le anuncie a Calderón que si algo le pasara a Andrés Manuel, ni él ni el PAN saldrían bien librados.
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